Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Deuteronomio 8, 2-17

2 Acuérdate de todo el camino que Yahveh tu Dios te ha hecho andar
durante estos cuarenta años en el desierto para humillarte, probarte y
conocer lo que había en tu corazón: si ibas o no a
guardar sus
mandamientos.

3 Te humilló, te hizo pasar hambre, te dio a comer el maná que ni tú ni
tus padres habíais conocido, para mostrarte que no sólo de pan vive
el
hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Yahveh.

4 No se gastó el vestido que llevabas ni se hincharon tus pies a
lo
largo de esos cuarenta años.

5 Date cuenta, pues, de que Yahveh tu Dios te corregía como un
hombre corrige a su hijo,

6 y guarda los mandamientos de Yahveh tu Dios siguiendo sus
caminos y temiéndole.

7 Pues Yahveh tu Dios te conduce a una tierra buena, tierra de
torrentes, de fuentes y hontanares que manan en los valles y en
las
montañas,

8 tierra de trigo y de cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de
olivares, de aceite y de miel,

9 tierra donde el pan que comas no te será racionado y donde no
carecerás de nada; tierra donde las piedras tienen hierro y de cuyas
montañas extraerás el bronce.

10 Comerás hasta hartarte, y bendecirás a Yahveh tu Dios en esa tierra
buena que te ha dado.

11 Guárdate de olvidar a Yahveh tu Dios descuidando los
mandamientos, normas y preceptos que yo te prescribo hoy;

12 no sea que cuando comas y quedes harto, cuando construyas
hermosas casas y vivas en ellas,

13 cuando se multipliquen tus vacadas y tus ovejas, cuando tengas
plata y oro en abundancia y se acrecienten todos tus bienes,

14 tu corazón se engría y olvides a Yahveh tu Dios que te sacó del
país de Egipto, de la casa de servidumbre;

15 que te ha conducido a través de ese desierto grande y terrible entre
serpientes abrasadoras y escorpiones: que en un lugar de sed, sin agua, hizo
brotar para ti agua de la roca más dura;

16 que te alimentó en el desierto con el maná, que no habían conocido
tus padres, a fin de humillarte y ponerte a prueba para después hacerte feliz.
17 No digas en tu corazón: «Mi propia fuerza y el poder de mi mano

me han creado esta prosperidad»,