3 hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Merayot,
4 hijo de Zerajías, hijo de Uzzí, hijo de Buqquí,
5 hijo de Abisúa, hijo de Pinjás, hijo de Eleazar, hijo del sumo
sacerdote Aarón,
6 este Esdras subió de Babilonia. Era un escriba versado en la Ley de
Moisés que había dado Yahveh, Dios de Israel. Como la mano de Yahveh
su Dios estaba con él, el rey le concedió todo lo que pedía.
7 Subieron también a Jerusalén, el año séptimo del rey Artajerjes,
parte de los israelitas, de los sacerdotes, levitas, cantores,
porteros y
donados.
8 El llegó a Jerusalén el mes quinto: era el año séptimo del rey.
9 Había dispuesto para el día uno del primer mes su salida de
Babilonia, y el día uno del quinto mes llegaba a Jerusalén. ¡La mano
bondadosa de su Dios estaba con él!
10 Porque Esdras había aplicado su corazón a escrutar la Ley de
Yahveh, a ponerla en práctica y a enseñar en Israel los preceptos y
las
normas.
11 Esta es la copia del documento que el rey Artajerjes entregó a
Esdras, el sacerdote-escriba dedicado a escribir las palabras
de los
mandamientos de Yahveh y sus decretos acerca de Israel.
12 «Artajerjes, rey de reyes, al sacerdote Esdras, secretario de la Ley
del Dios del cielo, paz perfecta, etc.
13 «Estas son mis órdenes: Todo aquel que en mi reino pertenezca al
pueblo de Israel, a sus sacerdotes o a sus levitas, y quiera volver
a
Jerusalén, puede partir contigo,
14 ya que tú eres enviado por el rey y sus siete consejeros para
inspeccionar a Judá y Jerusalén en lo referente a la Ley de tu Dios que está
en tus manos,
15 y para llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros
han
ofrecido voluntariamente al Dios de Israel, cuya morada está en Jerusalén,
16 así como toda la plata y el oro que hayas reunido de toda la
provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias que el pueblo y
los
sacerdotes hayan hecho para la Casa de su Dios en Jerusalén.
17 Con este dinero procura comprar novillos, carneros, corderos, con
las oblaciones y libaciones correspondientes, para ofrecerlo luego sobre el
altar de la Casa de vuestro Dios en Jerusalén;
18 y la plata y el oro que sobre, lo emplearéis como mejor os parezca
a ti y a tus hermanos, conforme a la voluntad de vuestro Dios.
19 Los utensilios que se te entregan para el servicio de la Casa de tu
Dios, deposítalos delante de tu Dios en Jerusalén.
20 Lo que aún se necesite para la Casa de tu Dios y que tú tengas que
procurarte, se te dará de los tesoros reales.