7 porque a todo hombre de la casa de Israel, o de los forasteros
residentes en Israel, que se aleje de mí para erigir sus basuras en su corazón,
que ponga delante de su rostro la ocasión de sus culpas, y se
presente al
profeta para consultarme, yo mismo, Yahveh, le responderé.
8 Volveré mi rostro contra ese hombre, haré de él ejemplo
y
proverbio, le extirparé de en medio de mi pueblo, y sabréis que yo
soy
Yahveh.
9 Y si el profeta se deja seducir y pronuncia una palabra, es que yo,
Yahveh, he seducido a ese profeta; extenderé mi mano contra él y
le
exterminaré de en medio de mi pueblo Israel.
10 Cargarán con el peso de sus culpas ambos: la culpa del profeta será
como la del que le consulte.
11 Así, la casa de Israel no se desviará más lejos de mí ni
seguirá
manchándose con todas sus culpas. Ellos serán mi pueblo y yo seré
su
Dios, oráculo del Señor Yahveh.
12 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
13 Hijo de hombre, si un país peca contra mí cometiendo infidelidad,
y yo extiendo mi mano contra él, destruyo su provisión de pan y
envío
contra él el hambre para extirpar de allí hombres y bestias,
14 y en ese país se hallan estos tres hombres, Noé, Danel y Job, ellos
salvarán su vida por su justicia, oráculo del Señor Yahveh.
15 Si yo suelto las bestias feroces contra ese país para privarle de sus
hijos y convertirle en una desolación por donde nadie pase a causa de las
bestias,
16 y en ese país se hallan esos tres hombres: por mi vida, oráculo del
Señor Yahveh, que ni hijos ni hijas podrán salvar; sólo se salvarán
a sí
mismos, pero el país quedará convertido en desolación.
17 O bien, si yo hago venir contra ese país la espada, si digo: «Pase la
espada por este país», y extirpo de él hombres y bestias,
18 y esos tres hombres se hallan en ese país: por mi vida, oráculo del
Señor Yahveh, que no podrán salvar ni hijos ni hijas; ellos solos se
salvarán.
19 O si envío la peste sobre ese país y derramo en sangre mi furor
contra ellos, extirpando de él hombres y bestias,
20 y en ese país se hallan Noé, Danel y Job: por mi vida, oráculo del
Señor Yahveh, que ni hijos ni hijas podrán salvar; sólo se salvarán
a sí
mismos por su justicia.
21 Pues así dice el Señor Yahveh: Aun cuando yo mande contra
Jerusalén mis cuatro terribles azotes: espada, hambre, bestias feroces
y
peste, para extirpar de ella hombres y bestias,