Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Hechos 2, 29-47

29 «Hermanos, permitidme que os diga con toda libertad cómo el
patriarca David murió y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros
hasta el presente.


30 Pero como él era profeta y sabía que Dios = le había asegurado =
con juramento = que se sentaría en su trono un descendiente de su sangre,

=

31 vio a lo lejos y habló de la resurrección de Cristo, que = ni
fue
abandonado en el Hades = ni su carne = experimentó la corrupción. =

32 A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos
testigos.

33 Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu
Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís.

34 Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice: = Dijo el
Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra =

35 = hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies. =

36 «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.»
37 Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los

demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?»

38 Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga
bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo;

39 pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y = para =
todos = los que están lejos, = para cuantos = llame el Señor =
Dios
nuestro.»

40 Con otras muchas palabras les conjuraba y les exhortaba: «Salvaos
de esta generación perversa.»

41 Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les
unieron unas 3.000 almas.

42 Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la
comunión, a la fracción del pan y a las oraciones.

43 El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban
muchos prodigios y señales.

44 Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común;

45 vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre
todos, según la necesidad de cada uno.

46 Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un
mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento
con
alegría y sencillez de corazón.

47 Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El
Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar.