10 Zébaj y Salmunná estaban en Carcor con su ejército, unos 15.000
hombres, todos los que habían quedado del ejército de los hijos de Oriente.
Los que habían caído eran 120.000 guerreros.
11 Gedeón subió por el camino de los que habitan en tiendas, al este
de Nóbaj y de Yogbohá, y derrotó al ejército, cuando se creían ya seguros.
12 Zébaj y Salmunná huyeron. El los persiguió e hizo prisioneros a los
dos reyes de Madián, Zébaj y Salmunná. Y destruyó todo el ejército.
13 Después de la batalla, Gedeón, hijo de Joás, volvió por la pendiente
de Jares.
14 Habiendo detenido a un joven de la gente de Sukkot, le interrogó, y
él le dio por escrito los jefes de Sukkot y los ancianos: 77 hombres.
15 Gedeón se dirigió entonces a la gente de Sukkot y dijo: «Aquí
tenéis a Zébaj y Salmunná, a propósito de los cuales me injuriasteis
diciendo: ¿Acaso has sujetado ya las manos de Zébaj y Salmunná para que
demos pan a tus tropas agotadas?»
16 Tomó entonces a los ancianos de la ciudad y cogiendo espinas del
desierto y cardos, desgarró a los hombres de Sukkot.
17 Derribó la torre de Penuel y mató a los habitantes de la ciudad.
18 Luego dijo a Zébaj y Salmunná: «¿Cómo eran los hombres que
matasteis en el Tabor?» Ellos respondieron: «Se parecían a ti; cualquiera de
ellos tenía la apariencia de un hijo de rey.»
19 Respondió Gedeón: «Eran mis hermanos, hijos de mi madre. ¡Vive
Yahveh que, si los hubieseis dejado vivos, no os mataría!»
20 Y dijo a Yéter, su hijo mayor: «¡Levántate! ¡Mátalos!» Pero el
muchacho no desenvainó la espada; no se atrevía, porque era todavía muy
joven.
21 Zébaj y Salmunná dijeron entonces: «Levántate tú, hiérenos,
porque según es el hombre es su valentía.» Gedeón se levantó, mató a Zébaj
y a Salmunná y tomó las lunetas que sus camellos llevaban al cuello.
22 Los hombres de Israel dijeron a Gedeón: «Reina sobre nosotros tú,
tu hijo y tu nieto, pues nos has salvado de la mano de Madián.»
23 Pero Gedeón les respondió: «No seré yo el que reine sobre vosotros
ni mi hijo; Yahveh será vuestro rey.»
24 Y añadió Gedeón: «Os voy a pedir una cosa: que cada uno me dé
un anillo de su botín.» Porque los vencidos tenían anillos de oro, pues eran
ismaelitas.
25 Respondieron ellos: «Te los damos con mucho gusto.» Extendió él
su manto y ellos echaron en él cada uno un anillo de su botín.