Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Mateo 13, 1-23

1 Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar.


2 Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir a sentarse en
una barca, y toda la gente quedaba en la ribera.

3 Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un
sembrador a sembrar.

4 Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron
las aves y se las comieron.

5 Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron
enseguida por no tener hondura de tierra;

6 pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz,
se
secaron.

7 Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron.

8 Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta,
otra treinta.

9 El que tenga oídos, que oiga.»

10 Y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en
parábolas?»

11 El les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los
misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.

12 Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene,
aun lo que tiene se le quitará.

13 Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no
oyen ni entienden.

14 En ellos se cumple la profecía de Isaías: = Oír, oiréis, pero no
entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. =

15 = Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho
duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con
sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane. =

16 «¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos,
porque oyen!

17 Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que
vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero
no lo
oyeron.

18 «Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador.

19 Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende,
que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que
fue sembrado a lo largo del camino.

20 El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al
punto la recibe con alegría;

21 pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se
presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra,
sucumba
enseguida.

22 El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra,
pero los preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la
Palabra, y queda sin fruto.


23 Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y
la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro
treinta.»