Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Mateo 23, 4-13

4 Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos
ni con el dedo quieren moverlas.

5 Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen
bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto;

6 quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en
las sinagogas,

7 que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”.

8 «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo
es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos.

9 Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es
vuestro Padre: el del cielo.

10 Ni tampoco os dejéis llamar “Directores”, porque uno solo es
vuestro Director: el Cristo.

11 El mayor entre vosotros será vuestro servidor.

12 Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille,
será
ensalzado.

13 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los
hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a
los
que están entrando no les dejáis entrar.

15 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar
y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de
condenación el doble que vosotros!

16 «¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Si uno jura por el
Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario,
queda
obligado!”

17 ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o
el
Santuario que hace sagrado el oro?

18 Y también: “Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por
la ofrenda que está sobre él, queda obligado.”

19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace
sagrada la ofrenda?

20 Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que
está
sobre él.

21 Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita.
22 Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que

está sentado en él.

23 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el
diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante
de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que
había que
practicar, aunque sin descuidar aquello.


24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!

25 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por
fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de
rapiña e
intemperancia!

26 ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que
también por fuera quede pura!

27 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois
semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos,
pero
por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!

28 Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres,
pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

29 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis
los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos,

30 y decís: “Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros
padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!”

31 Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de
los que mataron a los profetas.

32 ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!

33 «¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la
condenación de la gehenna?

34 Por eso, he aquí que yo envío a vosotros profetas, sabios y
escribas: a unos los mataréis y los crucificaréis, a otros los
azotaréis en
vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad,

35 para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada
sobre la tierra, desde la sangre del inocente Abel hasta la sangre
de
Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el Santuario y el altar.

36 Yo os aseguro: todo esto recaerá sobre esta generación.

37 «¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los
que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una
gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido!

38 Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa.

39 Porque os digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis:
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¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» =