...la Biblia de Jerusalén
Proverbios 20, 2-24
2 Como rugido de león la indignación del rey, el que la excita, se daña
a sí mismo.
3 Es gloria para el hombre apartarse de litigios, pero todo necio se sale
de sí.
4 A partir del otoño, el perezoso no trabaja, en la cosecha busca, pero
no hay nada.
5 El consejo en el corazón del hombre es agua profunda, el hombre
inteligente sabrá sacarla.
6 Muchos hombres se dicen piadosos; pero un hombre fiel, ¿quién lo
encontrará?
7 El justo camina en la integridad; ¡dichosos sus hijos después de él!
8 Un rey sentado en el tribunal disipa con sus ojos todo mal.
9 ¿Quién puede decir: «Purifiqué mi corazón, estoy limpio de mi
pecado?»
10 Dos pesos y dos medidas, ambas cosas aborrece Yahveh.
11 Incluso en sus acciones da el muchacho a conocer si sus obras
serán puras y rectas.
12 El oído que oye y el ojo que ve; ambas cosas las hizo Yahveh.
13 No ames el sueño, para no hacerte pobre; ten abiertos los ojos y te
hartarás de pan.
14 «¡Malo, malo!» dice el comprador, pero al marchar se felicita.
15 Hay oro y numerosas perlas, pero los labios instruidos son la cosa
más preciosa.
16 Tómale su vestido, pues salió fiador de otro; tómale prenda por los
extraños.
17 El pan de fraude le es dulce al hombre, pero luego la boca se llena
de grava.
18 Los proyectos con el consejo se afianzan: haz con táctica la guerra.
19 El que anda murmurando descubre secretos; no andes con quien
tiene la lengua suelta.
20 Al que maldice a su padre y a su madre, se le extinguirá su lámpara
en medio de tinieblas.
21 Herencia adquirida al principio con presteza, no será a la postre
bendecida.
22 No digas: «Voy a devolver el mal»; confía en Yahveh, que te
salvará.
bien.
23 Tener dos pesas lo abomina Yahveh; tener balanzas falsas no está
24 De Yahveh dependen los pasos del hombre: ¿cómo puede el
hombre comprender su camino?