Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Sabiduría 12, 13-27

13 Pues fuera de ti no hay un Dios que de todas las cosas cuide,
a
quien tengas que dar cuenta de la justicia de tus juicios;


14 ni hay rey ni soberano que se te enfrente en favor de los que has
castigado.

15 Sino que, como eres justo, con justicia administras el universo, y
miras como extraño a tu poder condenar a quien no merece ser castigado.

16 Tu fuerza es el principio de tu justicia y tu señorío sobre todos los
seres te hace indulgente con todos ellos

17 Ostentas tu fuerza a los que no creen en la plenitud de tu poder, y
confundes la audacia de los que la conocen.

18 Dueño de tu fuerza, juzgas con moderación y nos gobiernas con
mucha indulgencia porque, con sólo quererlo, lo puedes todo.

19 Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo del
hombre, y diste a tus hijos la buena esperanza de que, en el
pecado, das
lugar al arrepentimiento.

20 Pues si a los enemigos de tus hijos, merecedores de la muerte, con
tanto miramiento e indulgencia los castigaste dándoles tiempo y lugar para
apartarse de la maldad,

21 ¿con qué consideración no juzgaste a los hijos tuyos, a cuyos
padres con juramentos y pactos tan buenas promesas hiciste?

22 Así pues, para aleccionarnos, a nuestros enemigos los flagelas con
moderación, para que, al juzgar, tengamos en cuenta tu bondad y, al
ser
juzgados, esperemos tu misericordia.

23 Por tanto, también a los que inicuamente habían vivido una vida
insensata les atormentaste con sus mismas abominaciones.

24 Demasiado, en verdad, se habían desviado por los caminos del
error, teniendo por dioses a los más viles y despreciables, animales,
dejándose engañar como pequeñuelos inconscientes.

25 Por eso, como a niños sin seso, les enviaste una irrisión de castigo.
26 Pero los que con una reprimenda irrisoria no se enmendaron, iban

a experimentar un castigo digno de Dios.

27 A la vista de los seres que les atormentaban y les indignaban, de
aquellos seres que tenían por dioses y eran ahora su castigo,
abrieron los
ojos y reconocieron por el Dios verdadero a aquel que antes se negaban a
conocer. Por lo cual el supremo castigo descargó sobre ellos.