23Quien tenga oídos para oír, que oiga." 24Les decía también: "Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. 25Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará." 26También decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra 27duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. 28La tierra da el fruto por sí misma 29Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega." 30Decía también: "¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? 31Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra 32pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra." 33Y les anunciaba la palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle 34no les hablaba sin parábolas 35Este día, al atardecer, les dice: "Pasemos a la otra orilla." 36Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba 37En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. 38Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?" 39Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: "¡Calla, enmudece!" El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. 40Y les dijo: "¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?" 41Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: "Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?"