4No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. 5En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa." 6Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él 7Permaneced en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. 8En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan 9curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros." 10En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: 11"Sacudimos sobre vosotros hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies. Sabed, de todas formas, que el Reino de Dios está cerca." 12Os digo que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad. 13"¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. 14Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. 15Y tú, Cafarnaún, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! 16"Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha 17Regresaron los setenta y dos, y dijeron alegres: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre." 18Él les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. 19Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño 20pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan 21En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo y dijo: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a ingenuos. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. 22Mi Padre me lo ha entregado todo, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre 23Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! 24Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron." 25Se levantó un legista y dijo, para ponerle a prueba: "Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?"