33"Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor. 34Tu ojo es la lámpara de tu cuerpo. Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado 35Mira, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad. 36Si, pues, tu cuerpo está enteramente iluminado, sin parte alguna oscura, estará tan enteramente luminoso, como cuando la lámpara te ilumina con su fulgor." 37Cuando terminó de hablar, un fariseo le rogó que fuera a comer con él 38El fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. 39Pero el Señor le dijo: "¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. 40¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? 41Dad más bien en limosna lo que tenéis y entonces todo será puro para vosotros. 42Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar, aunque sin omitir aquello. 43¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! 44¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!" 45Uno de los legistas le respondió: "¡Maestro, diciendo estas cosas también nos injurias a nosotros!"