20Dijo también: "¿A qué compararé el Reino de Dios? 21Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina hasta que todo fermentó." 22Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. 23Uno le dijo: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" Él les dijo: 24"Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. 25"Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." 26Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas". 27Pero os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los malhechores!" 28"Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. 29Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. 30"Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos." 31En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos y le dijeron: "Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte." 32Él les contestó: "Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. 33Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén. 34"¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido!