2Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Éste acoge a los pecadores y come con ellos." 3Entonces les dijo esta parábola: 4"¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió, hasta que la encuentra? 5Cuando la encuentra, se la pone muy contento sobre los hombros 6y, llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos y les dice: "Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido." 7Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión. 8"O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? 9Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas y les dice: "Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido." 10Pues os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta." 11Dijo: "Un hombre tenía dos hijos. 12El menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. 13Pocos días después, el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano, donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. 14"Cuando se lo había gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país y comenzó a pasar necesidad. 15Entonces fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. 16Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pues nadie le daba nada. 17Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre!