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Evangelio: Lucas 22,32-65.

32 pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos."
33 Él dijo: "Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y la muerte."
34 Pero él contestó: "Te digo, Pedro, que antes de que hoy cante el gallo habrás negado tres veces que me conoces."
35 Y les dijo: "Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?" Ellos dijeron: "Nada."
36 Les dijo: "Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome, y lo mismo alforja, y el que no tenga, que venda su manto y se compre una espada.
37 Porque os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: Ha sido contado entre los malhechores. Porque lo que se refiere a mí toca a su fin."
38 Ellos dijeron: "Señor, aquí hay dos espadas." Él les dijo: "Basta."
39 Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos
40 Llegado al lugar les dijo: "Pedid que no caigáis en tentación."
41 Se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba
42 diciendo: "Padre, si quieres, aparta de mí esta copa
43 Entonces se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba.
44 Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.
45 Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza
46 y les dijo: "¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación."
47 Estaba todavía hablando cuando se presentó un grupo
48 Jesús le dijo: "¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!"
49 Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: "Señor, ¿herimos a espada?"
50 Y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha.
51 Pero Jesús dijo: "¡Dejad! ¡Basta ya!" Y tocando la oreja le curó.
52 Dijo Jesús a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido contra él: "¿Como contra un salteador habéis salido con espadas y palos?
53 Estaba yo todos los días en el Templo con vosotros y no me pusisteis las manos encima
54 Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote
55 Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor
56 Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: "Éste también estaba con él."
57 Pero él lo negó: "¡Mujer, no le conozco!"
58 Poco después le vio otro y dijo: "Tú también eres uno de ellos." Pedro dijo: "¡Hombre, no lo soy!"
59 Pasada como una hora, otro aseguraba: "Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo."
60 Le dijo Pedro: "¡Hombre, no sé de qué hablas!" Y en aquel mismo momento, cuando aún estaba hablando, cantó un gallo.
61 El Señor se volvió y miró a Pedro. Recordó Pedro las palabras que le había dicho el Señor: "Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces"
62 y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.
63 Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban.
64 Y, cubriéndole con un velo, le preguntaban: "¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?"
65 Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas.




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