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Evangelio: Lucas 23,22-48.

22 Por tercera vez les dijo: "Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte
23 Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y arreciaban en sus gritos.
24 Pilato sentenció que se cumpliera su demanda.
25 Soltó, pues, al que habían pedido, al que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su deseo.
26 Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús.
27 Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.
28 Jesús se volvió a ellas y les dijo: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
29 Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron!
30 Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Sepultadnos!
31 Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?"
32 Llevaban además a otros dos malhechores para ejecutarlos con él.
33 Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
34 Jesús decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." Se repartieron sus vestidos, echando suertes.
35 Estaba el pueblo mirando
36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre
37 y le decían: "Si tú eres el rey de los judíos, ¡sálvate!"
38 Había encima de él una inscripción: "Este es el rey de los judíos."
39 Uno de los malhechores colgados le insultaba: "¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!"
40 Pero el otro le increpó: "¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?
41 Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos
42 Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino."
43 Jesús le dijo: "Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso."
44 Era ya cerca de la hora sexta cuando se oscureció el sol y toda la tierra quedó en tinieblas hasta la hora nona.
45 El velo del Santuario se rasgó por medio
46 y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu." Y, dicho esto, expiró.
47 Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: "Ciertamente este hombre era justo."
48 Y toda la muchedumbre que había acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvió dándose golpes de pecho.




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