39Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre 40A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban 41Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: "Tú eres el Hijo de Dios." Pero él les conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo. 42Al hacerse de día salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando hasta él, trataban de retenerle para que no les dejara.