12Estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jesús, se echó rostro en tierra y le rogó diciendo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme." 13Él extendió la mano, le tocó y dijo: "Quiero, queda limpio." Y al instante le desapareció la lepra.