6Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. 7Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. 8Al verlo, Simón Pedro cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: "Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador." 9Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. 10Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas. Desde ahora serás pescador de hombres." 11Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron. 12Estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jesús, se echó rostro en tierra y le rogó diciendo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme." 13Él extendió la mano, le tocó y dijo: "Quiero, queda limpio." Y al instante le desapareció la lepra. 14Le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: "Vete, preséntate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio." 15Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. 16Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba. 17Un día que estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. 18En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de él. 19Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas y le pusieron en medio, delante de Jesús. 20Viendo Jesús la fe que tenían, dijo: "Hombre, tus pecados te quedan perdonados."