11"La parábola quiere decir esto: La simiente es la palabra de Dios. 12Los de a lo largo del camino son los que han oído 13Los de sobre piedra son los que, al oír la palabra, la reciben con alegría 14Lo que cayó entre los abrojos son los que han oído, pero las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida les van sofocando y no llegan a madurez. 15Lo que en buena tierra son los que, después de haber oído, conservan la palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia. 16"Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. 17Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. 18Mirad, pues, cómo oís 19Se le presentaron su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente. 20Le avisaron: "Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte." 21Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen." 22Cierto día subió a una barca con sus discípulos y les dijo: "Pasemos a la otra orilla del lago." Y se hicieron a la mar. 23Mientras ellos navegaban, se quedó dormido. Se abatió sobre el lago una borrasca 24Entonces, acercándose, le despertaron, diciendo: "¡Maestro, Maestro, nos hundimos!" Él, habiéndose despertado, increpó al viento y al oleaje, que amainaron y sobrevino la bonanza. 25Entonces les dijo: "¿Dónde está vuestra fe?" Ellos, llenos de temor, se decían entre sí maravillados: "Pues ¿quién es éste, que conmina a los vientos y al agua, y le obedecen?" 26Arribaron a la región de los gerasenos, que está frente a Galilea. 27Al saltar a tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre, poseído por los demonios, y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino en los sepulcros. 28Al ver a Jesús se echó a sus pies, gritando con gran voz: "¿Qué tengo yo contigo, Jesús, hijo de Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes." 29Es que él había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre 30Jesús le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?" Él contestó: "Legión" 31Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo. 32Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte 33Los demonios salieron de aquel hombre y entraron en los puercos 34Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas. 35Salieron, pues, a ver lo que había ocurrido y, llegando donde Jesús, encontraron al hombre del que habían salido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús 36Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado. 37Entonces toda la gente del país de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. Él, subiendo a la barca, regresó. 38El hombre de quien habían salido los demonios le pedía estar con él 39"Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo." Y fue por toda la ciudad proclamando todo lo que Jesús había hecho con él. 40Cuando regresó Jesús, la muchedumbre le recibió con agrado, pues todos le estaban esperando. 41Llegó entonces un hombre, llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y, cayendo a los pies de Jesús, le suplicaba entrara en su casa, 42porque su hija única, de unos doce años, se estaba muriendo. Mientras iba, la gente le ahogaba. 43Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie, 44se acercó por detrás y tocó la orla de su manto 45Jesús dijo: "¿Quién me ha tocado?" Como todos lo negaban, dijo Pedro: "Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen." 46Pero Jesús dijo: "Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de mí." 47Viéndose descubierta, la mujer se acercó temblorosa y, postrándose ante él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le había tocado, y cómo al punto había sido curada. 48Él le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado 49Estaba todavía hablando, cuando uno de casa del jefe de la sinagoga llega diciendo: "Tu hija está muerta. No molestes ya al Maestro." 50Jesús, que lo oyó, le dijo: "No temas 51Al llegar a la casa no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago, y al padre y a la madre de la niña. 52Todos la lloraban y se lamentaban, pero él dijo: "No lloréis, no ha muerto 53Y se burlaban de él, pues sabían que estaba muerta. 54Él, tomándola de la mano, dijo en voz alta: "Niña, levántate." 55Retornó el espíritu a ella y, al punto, se levantó, y él mandó que le dieran de comer. 56Sus padres quedaron estupefactos, y él les ordenó que a nadie dijeran lo que había pasado.