8otros, que Elías se había aparecido, y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. 9Herodes dijo: "A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?" Y buscaba verle. 10Cuando los apóstoles regresaron le contaron cuanto habían hecho. Y él, tomándolos consigo, se retiró aparte, hacia una ciudad llamada Betsaida. 11Pero la gente lo supo y le siguieron. Él los acogía, les hablaba del Reino de Dios y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. 12Pero el día había comenzado a declinar y, acercándose los Doce, le dijeron: "Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado." 13Él les dijo: "Dadles vosotros de comer." Pero ellos respondieron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces 14Pues había como cinco mil hombres. Él dijo a sus discípulos: "Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta." 15Lo hicieron así y acomodaron a todos. 16Tomó entonces los cinco panes y los dos peces y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. 17Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos. 18Estando una vez orando a solas, en compañía de los discípulos, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" 19Ellos respondieron: "Unos, que Juan el Bautista 20Les dijo: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Pedro le contestó: "El Cristo de Dios." 21Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. 22Dijo: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día." 23Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24Porque quien quiera salvar su vida, la perderá 25Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? 26Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles. 27"Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios." 28Unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. 29Y mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó y sus vestidos eran de una blancura fulgurante. 30Y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías 31los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. 32Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. 33Cuando ellos se separaron de él, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, bueno es estarnos aquí. Podríamos hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías", sin saber lo que decía. 34Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra 35Y vino una voz desde la nube, que decía: "Este es mi Hijo, mi Elegido 36Cuando cesó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto. 37Al día siguiente, cuando bajaron del monte, le salió al encuentro mucha gente. 38En esto, un hombre de entre la gente empezó a gritar: "Maestro, te suplico que mires a mi hijo, porque es el único que tengo. 39Mira, un espíritu se apodera de él y de pronto empieza a dar gritos, le hace retorcerse echando espuma, y difícilmente se aparta de él y le deja magullado. 40He pedido a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido." 41Respondió Jesús: "¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros y habré de soportaros? ¡Trae acá a tu hijo!" 42Cuando se acercaba, el demonio le arrojó por tierra y le agitó violentamente 43y todos quedaron atónitos ante la grandeza de Dios. Estando todos maravillados por todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: 44"Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres." 45Pero ellos no entendían lo que les decía 46Se suscitó una discusión entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor. 47Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, 48y les dijo: "El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe 49Tomando Juan la palabra, dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros."