10Había allí un hombre que tenía una mano seca. Y le preguntaron si era lícito curar en sábado, para poder acusarle. 11Él les dijo: "¿Quién de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta cae en un hoyo en sábado, no la agarra y la saca? 12Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en sábado." 13Entonces dice al hombre: "Extiende tu mano." Él la extendió, y quedó restablecida, sana como la otra. 14Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él para eliminarle. 15Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos. 16Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran 17para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: