11Él les dijo: "¿Quién de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta cae en un hoyo en sábado, no la agarra y la saca? 12Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en sábado." 13Entonces dice al hombre: "Extiende tu mano." Él la extendió, y quedó restablecida, sana como la otra. 14Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él para eliminarle. 15Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos. 16Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran 17para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: 18He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. 19No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. 20La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio: 21en su nombre pondrán las naciones su esperanza. 22Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo. Y le curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. 23Y toda la gente atónita decía: "¿No será éste el Hijo de David?" 24Mas los fariseos, al oírlo, dijeron: "Éste no expulsa los demonios más que por Beelzebul, Príncipe de los demonios." 25Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá subsistir. 26Si Satanás expulsa a Satanás, contra sí mismo está dividido: ¿cómo, pues, va a subsistir su reino?