2Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. 3En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. 4Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: "Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." 5Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salió una voz que decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco 6Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. 7Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: "Levantaos, no tengáis miedo." 8Ellos alzaron sus ojos y no vieron a nadie más que a Jesús solo. 9Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos." 10Sus discípulos le preguntaron: "¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?" 11Respondió él: "Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. 12Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos." 13Entonces los discípulos entendieron que se refería a Juan el Bautista. 14Cuando llegaron donde la gente, se acercó a él un hombre que, arrodillándose ante él, 15le dijo: "Señor, ten piedad de mi hijo, porque es lunático y sufre mucho 16Se lo he presentado a tus discípulos, pero ellos no han podido curarle." 17Jesús respondió: "¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo acá!" 18Jesús le increpó y el demonio salió de él 19Entonces los discípulos se acercaron a Jesús, en privado, y le dijeron: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?" 20Díceles: "Por vuestra poca fe. Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: "Desplázate de aquí allá", y se desplazará, y nada os será imposible." 21[Esta clase (de demonios) sólo se la expulsa con la oración y el ayuno.]