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Evangelio: Mateo 8,3-31.

3 Él extendió la mano, le tocó y dijo: "Quiero, queda limpio." Y al instante quedó limpio de su lepra.
4 Y Jesús le dice: "Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio."
5 Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión y le rogó
6 diciendo: "Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos."
7 Dícele Jesús: "Yo iré a curarle."
8 Replicó el centurión: "Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo
9 Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va
10 Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.
11 Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos,
12 mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera
13 Y dijo Jesús al centurión: "Anda
14 Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre.
15 Le tocó la mano y la fiebre la dejó
16 Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados
17 para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades.
18 Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla.
19 Y un escriba se acercó y le dijo: "Maestro, te seguiré adondequiera que vayas."
20 Dícele Jesús: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos
21 Otro de los discípulos le dijo: "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre."
22 Dícele Jesús: "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos."
23 Subió a la barca y sus discípulos le siguieron.
24 De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas
25 Acercándose ellos le despertaron diciendo: "¡Señor, sálvanos, que perecemos!"
26 Díceles: "¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?" Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza.
27 Y aquellos hombres, maravillados, decían: "¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?"
28 Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino.
29 Y se pusieron a gritar: "¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?"
30 Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo.
31 Y le suplicaban los demonios: "Si nos echas, mándanos a la piara de puercos."




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