4Y Jesús le dice: "Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio." 5Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión y le rogó 6diciendo: "Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos." 7Dícele Jesús: "Yo iré a curarle." 8Replicó el centurión: "Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo 9Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va 10Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. 11Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, 12mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera 13Y dijo Jesús al centurión: "Anda 14Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. 15Le tocó la mano y la fiebre la dejó 16Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados 17para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades. 18Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. 19Y un escriba se acercó y le dijo: "Maestro, te seguiré adondequiera que vayas." 20Dícele Jesús: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos 21Otro de los discípulos le dijo: "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre." 22Dícele Jesús: "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos." 23Subió a la barca y sus discípulos le siguieron. 24De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas 25Acercándose ellos le despertaron diciendo: "¡Señor, sálvanos, que perecemos!" 26Díceles: "¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?" Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. 27Y aquellos hombres, maravillados, decían: "¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?" 28Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. 29Y se pusieron a gritar: "¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?" 30Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. 31Y le suplicaban los demonios: "Si nos echas, mándanos a la piara de puercos."