20En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. 21Pues se decía para sí: "Con sólo tocar su manto, me salvaré." 22Jesús se volvió, y al verla le dijo: "¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado." Y se salvó la mujer desde aquel momento.