30Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: "¡Mirad que nadie lo sepa!" 31Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella comarca. 32Salían ellos todavía, cuando le presentaron un mudo endemoniado. 33Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: "Jamás se vio cosa igual en Israel." 34Pero los fariseos decían: "Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios." 35Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.