19Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan 20y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él. 21Llegan a Cafarnaún. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. 22Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 24"¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios." 25Jesús, entonces, le conminó diciendo: "Cállate y sal de él." 26Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. 27Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen." 28Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea. 29Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. 30La suegra de Simón estaba en cama con fiebre 31Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles. 32Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados 33la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. 34Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían. 35De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. 36Simón y sus compañeros fueron en su busca 37al encontrarle, le dicen: "Todos te buscan." 38Él les dice: "Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique 39Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios. 40Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: "Si quieres, puedes limpiarme." 41Encolerizado, extendió su mano, le tocó y le dijo: "Quiero 42Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. 43Le despidió al instante prohibiéndole severamente: 44"Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio."