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Evangelio: Marcos 15,6-41.

6 Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran.
7 Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato.
8 Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder.
9 Pilato les contestó: "¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?"
10 Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.
11 Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás.
12 Pero Pilato les decía otra vez: "Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el rey de los judíos?"
13 La gente volvió a gritar: "¡Crucifícale!"
14 Pilato les decía: "Pero ¿qué mal ha hecho?" Pero ellos gritaron con más fuerza: "¡Crucifícale!"
15 Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.
16 Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte.
17 Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen.
18 Y se pusieron a saludarle: "¡Salve, rey de los judíos!"
19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
20 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle.
21 Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz.
22 Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario.
23 Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó.
24 Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.
25 Era la hora tercia cuando le crucificaron.
26 Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: "El rey de los judíos."
27 Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda.
28 [Y se cumplió la Escritura que dice: Ha sido contado entre los malhechores.]
29 Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: "¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,
30 ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!"
31 Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: "A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse.
32 ¡El Cristo, el rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos." También le injuriaban los que con él estaban crucificados.
33 Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
34 A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: "Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?", - que quiere decir - "¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?"
35 Al oír esto algunos de los presentes decían: "Mira, llama a Elías."
36 Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: "Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle."
37 Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.
38 Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.
39 Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: "Verdaderamente este hombre era hijo de Dios."
40 Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé,
41 que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.




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