14Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas 15Llegan junto a Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. 16Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. 17Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término. 18Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con él. 19Pero no se lo concedió, sino que le dijo: "Vete a tu casa, con los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti." 20Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados. 21Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente 22Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, 23y le suplica con insistencia diciendo: "Mi hija está a punto de morir 24Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía. 25Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, 26y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, 27habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. 28Pues decía: "Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré." 29Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. 30Al instante Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: "¿Quién me ha tocado los vestidos?" 31Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?" 32Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. 33Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. 34Él le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado 35Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: "Tu hija ha muerto 36Jesús, que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: "No temas 37Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 38Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. 39Entra y les dice: "¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto 40Y se burlaban de él. Pero él, después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña.