6Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, 7por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra y quede sano mi criado. 8Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va 9Al oír esto, Jesús quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: "Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande." 10Cuando los enviados volvieron a la casa hallaron al siervo sano. 11A continuación se fue a una ciudad llamada Naín. Iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. 12Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda 13Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: "No llores." 14Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: "Joven, a ti te digo: Levántate." 15El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre. 16El temor se apoderó de todos y glorificaban a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha surgido entre nosotros", y "Dios ha visitado a su pueblo". 17Y lo que se decía de él se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina. 18Los discípulos de Juan le llevaron todas estas noticias. Entonces él, llamando a dos de ellos,