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Evangelio: Lucas 8,9-53.

9 Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola,
10 y él dijo: "A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios
11 "La parábola quiere decir esto: La simiente es la palabra de Dios.
12 Los de a lo largo del camino son los que han oído
13 Los de sobre piedra son los que, al oír la palabra, la reciben con alegría
14 Lo que cayó entre los abrojos son los que han oído, pero las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida les van sofocando y no llegan a madurez.
15 Lo que en buena tierra son los que, después de haber oído, conservan la palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia.
16 "Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
17 Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto.
18 Mirad, pues, cómo oís
19 Se le presentaron su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente.
20 Le avisaron: "Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte."
21 Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen."
22 Cierto día subió a una barca con sus discípulos y les dijo: "Pasemos a la otra orilla del lago." Y se hicieron a la mar.
23 Mientras ellos navegaban, se quedó dormido. Se abatió sobre el lago una borrasca
24 Entonces, acercándose, le despertaron, diciendo: "¡Maestro, Maestro, nos hundimos!" Él, habiéndose despertado, increpó al viento y al oleaje, que amainaron y sobrevino la bonanza.
25 Entonces les dijo: "¿Dónde está vuestra fe?" Ellos, llenos de temor, se decían entre sí maravillados: "Pues ¿quién es éste, que conmina a los vientos y al agua, y le obedecen?"
26 Arribaron a la región de los gerasenos, que está frente a Galilea.
27 Al saltar a tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre, poseído por los demonios, y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino en los sepulcros.
28 Al ver a Jesús se echó a sus pies, gritando con gran voz: "¿Qué tengo yo contigo, Jesús, hijo de Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes."
29 Es que él había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre
30 Jesús le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?" Él contestó: "Legión"
31 Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo.
32 Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte
33 Los demonios salieron de aquel hombre y entraron en los puercos
34 Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas.
35 Salieron, pues, a ver lo que había ocurrido y, llegando donde Jesús, encontraron al hombre del que habían salido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús
36 Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.
37 Entonces toda la gente del país de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. Él, subiendo a la barca, regresó.
38 El hombre de quien habían salido los demonios le pedía estar con él
39 "Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo." Y fue por toda la ciudad proclamando todo lo que Jesús había hecho con él.
40 Cuando regresó Jesús, la muchedumbre le recibió con agrado, pues todos le estaban esperando.
41 Llegó entonces un hombre, llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y, cayendo a los pies de Jesús, le suplicaba entrara en su casa,
42 porque su hija única, de unos doce años, se estaba muriendo. Mientras iba, la gente le ahogaba.
43 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie,
44 se acercó por detrás y tocó la orla de su manto
45 Jesús dijo: "¿Quién me ha tocado?" Como todos lo negaban, dijo Pedro: "Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen."
46 Pero Jesús dijo: "Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de mí."
47 Viéndose descubierta, la mujer se acercó temblorosa y, postrándose ante él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le había tocado, y cómo al punto había sido curada.
48 Él le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado
49 Estaba todavía hablando, cuando uno de casa del jefe de la sinagoga llega diciendo: "Tu hija está muerta. No molestes ya al Maestro."
50 Jesús, que lo oyó, le dijo: "No temas
51 Al llegar a la casa no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago, y al padre y a la madre de la niña.
52 Todos la lloraban y se lamentaban, pero él dijo: "No lloréis, no ha muerto
53 Y se burlaban de él, pues sabían que estaba muerta.




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