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Evangelio: Lucas 9,17-43.

17 Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.
18 Estando una vez orando a solas, en compañía de los discípulos, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
19 Ellos respondieron: "Unos, que Juan el Bautista
20 Les dijo: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Pedro le contestó: "El Cristo de Dios."
21 Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.
22 Dijo: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día."
23 Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
24 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá
25 Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?
26 Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles.
27 "Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios."
28 Unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar.
29 Y mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó y sus vestidos eran de una blancura fulgurante.
30 Y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías
31 los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.
32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
33 Cuando ellos se separaron de él, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, bueno es estarnos aquí. Podríamos hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías", sin saber lo que decía.
34 Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra
35 Y vino una voz desde la nube, que decía: "Este es mi Hijo, mi Elegido
36 Cuando cesó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
37 Al día siguiente, cuando bajaron del monte, le salió al encuentro mucha gente.
38 En esto, un hombre de entre la gente empezó a gritar: "Maestro, te suplico que mires a mi hijo, porque es el único que tengo.
39 Mira, un espíritu se apodera de él y de pronto empieza a dar gritos, le hace retorcerse echando espuma, y difícilmente se aparta de él y le deja magullado.
40 He pedido a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido."
41 Respondió Jesús: "¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros y habré de soportaros? ¡Trae acá a tu hijo!"
42 Cuando se acercaba, el demonio le arrojó por tierra y le agitó violentamente
43 y todos quedaron atónitos ante la grandeza de Dios. Estando todos maravillados por todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:




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