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Evangelio: Juan 11,20-56.

20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.
21 Dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá."
23 Le dice Jesús: "Tu hermano resucitará."
24 Le respondió Marta: "Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día."
25 Jesús le respondió: "Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá
26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?"
27 Le dice ella: "Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo."
28 Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: "El Maestro está ahí y te llama."
29 Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue hacia él.
30 Jesús todavía no había llegado al pueblo
31 Los judíos, que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
32 Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto."
33 Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó
34 y dijo: "¿Dónde lo habéis puesto?" Le responden: "Señor, ven y lo verás."
35 Jesús derramó lágrimas.
36 Los judíos entonces decían: "Mirad cómo le quería."
37 Pero algunos de ellos dijeron: "Éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?"
38 Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra.
39 Dice Jesús: "Quitad la piedra." Le responde Marta, la hermana del muerto: "Señor, ya huele
40 Le dice Jesús: "¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?"
41 Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias por haberme escuchado.
42 Ya sabía yo que tú siempre me escuchas
43 Dicho esto, gritó con fuerte voz: "¡Lázaro, sal afuera!"
44 Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: "Desatadlo y dejadle andar."
45 Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.
46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
47 Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos.
48 Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación."
49 Pero uno de ellos, Caifás, que era el sumo sacerdote de aquel año, les dijo: "Vosotros no sabéis nada,
50 ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación."
51 Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación
52 - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
53 Desde este día, decidieron darle muerte.
54 Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y allí residía con sus discípulos.
55 Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse.
56 Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: "¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?"




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