41Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias por haberme escuchado. 42Ya sabía yo que tú siempre me escuchas 43Dicho esto, gritó con fuerte voz: "¡Lázaro, sal afuera!" 44Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: "Desatadlo y dejadle andar." 45Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él. 46Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. 47Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. 48Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación." 49Pero uno de ellos, Caifás, que era el sumo sacerdote de aquel año, les dijo: "Vosotros no sabéis nada, 50ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación." 51Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación 52- y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. 53Desde este día, decidieron darle muerte. 54Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y allí residía con sus discípulos. 55Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse.