15No temas, hija de Sión 16Esto no lo comprendieron sus discípulos de momento 17La gente que estaba con él cuando llamó a Lázaro de la tumba y le resucitó de entre los muertos, daba testimonio. 18Por eso también salió la gente a su encuentro, porque habían oído que él había realizado aquel signo. 19Entonces los fariseos se dijeron entre sí: "¿Veis cómo no adelantáis nada? 20Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. 21Éstos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: "Señor, queremos ver a Jesús." 22Felipe fue a decírselo a Andrés 23Jesús les respondió: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. 24En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo 25El que ama su vida, la pierde 26Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. 27Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! 28Padre, glorifica tu Nombre". Vino entonces una voz del cielo: "Le he glorificado y de nuevo le glorificaré". 29La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: "Le ha hablado un ángel." 30Jesús respondió: "No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros. 31Ahora es el juicio de este mundo 32Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí." 33Decía esto para significar de qué muerte iba a morir. 34La gente le respondió: "Nosotros sabemos por la Ley que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo dices tú que es preciso que el Hijo del hombre sea elevado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?" 35Jesús les dijo: "Todavía, por un poco de tiempo, está la luz entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas 36Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz." Dicho esto, se marchó Jesús y se ocultó de ellos. 37Aunque había realizado tan grandes signos delante de ellos, no creían en él 38para que se cumpliera el oráculo pronunciado por el profeta Isaías: Señor, ¿quién dio crédito a nuestras palabras? Y el brazo del Señor, ¿a quién se le reveló? 39No podían creer, porque también había dicho Isaías: