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Evangelio: Juan 12,17-43.

17 La gente que estaba con él cuando llamó a Lázaro de la tumba y le resucitó de entre los muertos, daba testimonio.
18 Por eso también salió la gente a su encuentro, porque habían oído que él había realizado aquel signo.
19 Entonces los fariseos se dijeron entre sí: "¿Veis cómo no adelantáis nada?
20 Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta.
21 Éstos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: "Señor, queremos ver a Jesús."
22 Felipe fue a decírselo a Andrés
23 Jesús les respondió: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre.
24 En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo
25 El que ama su vida, la pierde
26 Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.
27 Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!
28 Padre, glorifica tu Nombre". Vino entonces una voz del cielo: "Le he glorificado y de nuevo le glorificaré".
29 La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: "Le ha hablado un ángel."
30 Jesús respondió: "No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros.
31 Ahora es el juicio de este mundo
32 Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí."
33 Decía esto para significar de qué muerte iba a morir.
34 La gente le respondió: "Nosotros sabemos por la Ley que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo dices tú que es preciso que el Hijo del hombre sea elevado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?"
35 Jesús les dijo: "Todavía, por un poco de tiempo, está la luz entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas
36 Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz." Dicho esto, se marchó Jesús y se ocultó de ellos.
37 Aunque había realizado tan grandes signos delante de ellos, no creían en él
38 para que se cumpliera el oráculo pronunciado por el profeta Isaías: Señor, ¿quién dio crédito a nuestras palabras? Y el brazo del Señor, ¿a quién se le reveló?
39 No podían creer, porque también había dicho Isaías:
40 Ha cegado sus ojos, ha endurecido su corazón
41 Isaías dijo esto porque vio su gloria y habló de él.
42 Sin embargo, aun entre los magistrados, muchos creyeron en él
43 porque prefirieron la gloria de los hombres a la gloria de Dios.




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