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Evangelio: Juan 18,9-33.

9 Así se cumpliría lo que había dicho: "De los que me has dado, no he perdido a ninguno."
10 Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco.
11 Jesús dijo a Pedro: "Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?"
12 Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron
13 y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año.
14 Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo.
15 Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el atrio del sumo sacerdote,
16 mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro.
17 La muchacha portera dice a Pedro: "¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?" Dice él: "No lo soy."
18 Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose.
19 El sumo sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina.
20 Jesús le respondió: "He hablado abiertamente ante todo el mundo
21 ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado
22 Apenas dijo esto, uno de los guardias, que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: "¿Así contestas al sumo sacerdote?"
23 Jesús le respondió: "Si he hablado mal, declara lo que está mal
24 Anás entonces le envió atado al sumo sacerdote Caifás.
25 Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron: "¿No eres tú también de sus discípulos?" Él lo negó diciendo: "No lo soy."
26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dice: "¿No te vi yo en el huerto con él?"
27 Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo.
28 De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua.
29 Salió entonces Pilato fuera hacia ellos y dijo: "¿Qué acusación traéis contra este hombre?"
30 Ellos le respondieron: "Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado."
31 Pilato replicó: "Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley." Los judíos replicaron: "Nosotros no podemos dar muerte a nadie."
32 Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a morir.
33 Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres tú el rey de los judíos?"




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