2Hay en Jerusalén una piscina Probática que se llama en hebreo Betzatá, que tiene cinco pórticos. 3En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. 4Porque el ángel del Señor se lavaba de tiempo en tiempo en la piscina y agitaba el agua 5Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. 6Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: "¿Quieres recobrar la salud?" 7Le respondió el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua 8Jesús le dice: "Levántate, toma tu camilla y anda." 9Y al instante el hombre recobró la salud, tomó su camilla y se puso a andar. Pero era sábado aquel día. 10Por eso los judíos decían al que había sido curado: "Es sábado y no te está permitido llevar la camilla." 11Él les respondió: "El que me ha devuelto la salud me ha dicho: Toma tu camilla y anda." 12Ellos le preguntaron: "¿Quién es el hombre que te ha dicho: Tómala y anda?" 13Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. 14Más tarde Jesús lo encuentra en el Templo y le dice: "Mira, has recobrado la salud 15El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que le había devuelto la salud. 16Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. 17Pero Jesús les replicó: "Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo." 18Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios.