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Evangelio: Juan 6,12-64.

12 Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda."
13 Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
14 Al ver la gente el signo que había realizado, decía: "Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo."
15 Sabiendo Jesús que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.
16 Al atardecer, bajaron sus discípulos a la orilla del mar,
17 y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaún. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos
18 soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse.
19 Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo.
20 Pero él les dijo: "Soy yo. No temáis."
21 Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían. .
22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos.
23 Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan.
24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún, en busca de Jesús.
25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: "Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?"
26 Jesús les respondió: "En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado.
27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello."
28 Ellos le dijeron: "¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?"
29 Jesús les respondió: "La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado."
30 Ellos entonces le dijeron: "¿Qué signo haces para que viéndolo creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer."
32 Jesús les respondió: "En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo
33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo."
34 Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan."
35 Les dijo Jesús: "Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.
36 Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis.
37 Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera
38 porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
39 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día.
40 Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día."
41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: "Yo soy el pan que ha bajado del cielo."
42 Y decían: "¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?"
43 Jesús les respondió: "No murmuréis entre vosotros.
44 Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae
45 Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
46 No es que alguien haya visto al Padre
47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron
50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre
52 Discutían entre sí los judíos y decían: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?"
53 Jesús les dijo: "En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.
58 Este es el pan bajado del cielo
59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaún.
60 Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: "Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?"
61 Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: "¿Esto os escandaliza?
62 ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...
63 "El espíritu es el que da vida
64 "Pero hay entre vosotros algunos que no creen." Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.




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