8E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 9Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos 10Incorporándose Jesús le dijo: "Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?" 11Ella respondió: "Nadie, Señor." Jesús le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más." 12Jesús les habló otra vez diciendo: "Yo soy la luz del mundo 13Los fariseos le dijeron: "Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale." 14Jesús les respondió: "Aunque yo dé testimonio de mí mismo, mi testimonio vale, porque sé de dónde he venido y a dónde voy 15Vosotros juzgáis según la carne yo no juzgo a nadie 16y si juzgo, mi juicio es verdadero, porque no estoy yo solo, sino yo y el que me ha enviado. 17Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos personas es válido. 18Yo soy el que doy testimonio de mí mismo y también el que me ha enviado, el Padre, da testimonio de mí." 19Entonces le decían: "¿Dónde está tu Padre?" Respondió Jesús: "No me conocéis ni a mí ni a mi Padre 20Estas palabras las pronunció en el Tesoro, mientras enseñaba en el Templo. Y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.