2 ¡Ha caído, no volverá ya a levantarse, la virgen de Israel; postrada
está en su suelo, no hay quien la levante!
3 Porque así dice el Señor Yahveh a la casa de Israel: La ciudad que
sacaba mil a campaña quedará sólo con cien, y la que sacaba cien quedará
sólo con diez.
4 Porque así dice Yahveh a la casa de Israel: ¡Buscadme a mí y
viviréis!
5 Pero no busquéis a Betel, no vayáis a Guilgal ni paséis a Berseba,
porque Guilgal será deportada sin remedio, y Betel será reducida a la nada.
6 ¡Buscad a Yahveh y viviréis, no sea que caiga él como fuego sobre
la casa de José, y devore a Betel sin que haya quien apague!
7 ¡Ay de los que cambian en ajenjo el juicio y tiran por tierra la
justicia,
8 El hace las Pléyades y Orión, trueca en mañana las sombras, y hace
oscurecer el día en noche. El llama a las aguas del mar, y sobre la haz de la
tierra las derrama, Yahveh es su nombre;
9 él desencadena ruina sobre el fuerte y sobre la ciudadela viene la
devastación.
10 Detestan al censor en la Puerta y aborrecen al que habla con
sinceridad!
11 Pues bien, ya que vosotros pisoteáis al débil, y cobráis de él tributo
de grano, casas de sillares habéis construido, pero no las habitaréis; viñas
selectas habéis plantado, pero no beberéis su vino.
12 ¡Pues yo sé que son muchas vuestras rebeldías y graves vuestros
pecados, opresores del justo, que aceptáis soborno y atropelláis a los pobres
en la Puerta!
13 Por eso el hombre sensato calla en esta hora, que es hora de
infortunio.
14 Buscad el bien, no el mal, para que viváis, y que así sea con
vosotros Yahveh Sebaot, tal como decís.
15 Aborreced el mal, amad el bien, implantad el juicio en la Puerta;
quizá Yahveh Sebaot tenga piedad del Resto de José.
16 Por eso, así dice Yahveh, el Dios Sebaot, el Señor: En todas las
plazas habrá lamentación y en todas las calles se dirá:
«¡Ay, ay!»
Convocarán a duelo al labrador, y a lamentación a los que saben plañir;
17 lamentación habrá en todas las viñas, porque voy a pasar yo por
medio de ti, dice Yahveh.
18 ¡Ay de los que ansían el Día de Yahveh! ¿Qué creéis que es ese
Día de Yahveh? ¡Es tinieblas, que no luz!
19 Como cuando uno huye del león y se topa con un oso, o, al entrar
en casa, apoya una mano en la pared y le muerde una culebra...
20 ¿No es tinieblas el Día de Yahveh, y no luz, lóbrego y sin claridad?
21 Yo detesto, desprecio vuestras fiestas, no me gusta el olor de
vuestras reuniones solemnes.
22 Si me ofrecéis holocaustos... no me complazco en vuestras
oblaciones, ni miro a vuestros sacrificios de comunión de novillos cebados.
23 ¡Aparta de mi lado la multitud de tus canciones, no quiero oír la
salmodia de tus arpas!
24 ¡Que fluya, sí, el juicio como agua y la justicia como arroyo
perenne!
25 ¿Acaso sacrificios y oblaciones en el desierto me ofrecisteis,
durante cuarenta años, casa de Israel?
26 Vosotros llevaréis a Sakkut, vuestro rey, y la estrella de vuestro
dios, Keván, esas imágenes que os habéis fabricado;
27 pues yo os deportaré más allá de Damasco, dice Yahveh, cuyo
nombre es Dios Sebaot.