Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Ester 1

1 En tiempo del rey Asuero, el que reinó desde la India hasta Etiopía
sobre 127 provincias,

2 en aquellos días, estando el rey sentado en el trono real, en la
ciudadela de Susa,

3 en el año tercero de su reinado, ofreció un banquete en su presencia
a todos sus servidores: a jefes del ejército de los persas y los medos, a los
nobles y a los gobernadores de las provincias.

4 Les hizo ver la riqueza y la gloria de su reino y del magnífico
esplendor de su grandeza durante muchos días, durante 180 días.

5 Cumplido aquel plazo, ofreció el rey a todos los que se hallaban en
la ciudadela de Susa, desde el mayor al más pequeño, un banquete de siete
días en el patio del jardín del palacio real.

6 Había colgaduras de lino fino, de lana y de púrpura violeta, fijadas,
por medio de cordones de lino y púrpura, en anillas de plata
sujetas a
columnas de mármol blanco; lechos de oro y plata sobre un pavimento de
pórfido, mármol, nácar y mosaicos.

7 Se bebía en copas de oro de formas diversas y el vino ofrecido por el
rey corría con regia abundancia.

8 Cuanto a la bebida, a nadie se le obligaba, pues así lo había
mandado el rey a los oficiales de su casa, para que cada cual hiciese lo que
quisiera.

9 También la reina Vastí ofreció un banquete a las mujeres en el
palacio del rey Asuero.

10 El día séptimo, alegre por el vino el corazón del rey, mandó a
Mehumán, a Bizzetá, a Jarboná, a Bigtá, a Abagtá, a Zetar y a Karkás, los
siete eunucos que estaban al servicio del rey Asuero,

11 que hicieran venir a la reina Vastí a presencia del rey, con diadema
real, para que vieran las gentes y los jefes su belleza, porque, en efecto, era
muy bella.

12 Pero la reina Vastí se negó a cumplir la orden del rey transmitida
por los eunucos; se irritó el rey muchísimo y, ardiendo en ira,

13 llamó a los sabios entendidos en la ciencia de las leyes, pues los
asuntos reales se discuten en presencia de los conocedores de la ley y el
derecho;


14 hizo, pues, venir a Karsená, Setar, Admatá, Tarsis, Meres, Marsená
y Memukán, los siete jefes de los persas y los medos que eran admitidos a
la presencia del rey y ocupaban los primeros puestos del reino,

15 y les dijo: «¿Qué debe hacerse, según la ley, a la reina Vastí, por no
haber obedecido la orden del rey Asuero, transmitida por los eunucos?»

16 Respondió Memukán en presencia del rey y de los jefes: «La reina
Vastí no ha ofendido solamente al rey, sino a todos los jefes y a todos los
pueblos de todas las provincias del rey Asuero.

17 Porque se correrá el caso de la reina entre todas las mujeres y hará
que pierdan estima a sus maridos, pues dirán: “El rey Asuero mandó hacer
venir a su presencia a la reina Vastí, pero ella no fue.”

18 Y a partir de hoy, las princesas de los persas y los medos, que
conozcan la conducta de la reina, hablarán de ello a los jefes del rey y habrá
menosprecio y altercados.

19 Si al rey le parece bien, publíquese, de su parte, e inscríbase en las
leyes de los persas y los medos, para que no sea traspasado, este decreto:
que no vuelva Vastí a presencia del rey Asuero. Y dé el rey el título de reina
a otra mejor que ella.

20 El acuerdo tomado por el rey será conocido en todo el reino, a
pesar de ser tan grande, y todas las mujeres honrarán a sus maridos, desde
el mayor al más pequeño.»

21 Pareció bueno el consejo al rey y a los jefes, y el rey llevó a efecto
la palabra de Memukán.

22 Envió el rey cartas a todas las provincias, a cada provincia según su
escritura, y a cada pueblo según su lengua, para que todo marido
fuese
señor de su casa.

Ester 2

1 Después de estos sucesos se aplacó la cólera del rey Asuero y se
acordó de Vastí, de cuanto había hecho, y de lo que acerca de ella se había
decidido.

2 Dijeron los cortesanos que estaban al servicio del rey: «Que se
busquen para el rey jóvenes vírgenes y bellas.

3 Nombre el rey inspectores en todas las provincias de su reino para
que reúnan en la ciudadela de Susa, en el harén, a todas las jóvenes vírgenes
y bellas, bajo la vigilancia de Hegué, eunuco del rey, encargado de
las
mujeres, y que él les dé cuanto necesiten para su adorno,

4 y la joven que agrade al rey, reinará en lugar de Vastí.» Le pareció
bien al rey y así se hizo.

5 Había en la ciudadela de Susa un judío, llamado Mardoqueo, hijo de
Yaír, hijo de Semeí, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín.

6 Había sido deportado de Jerusalén con Jeconías, rey de Judá, en la
deportación que hizo Nabucodonosor, el rey de Babilonia.

7 Tenía en su casa a Hadassá, es decir, Ester, hija de un tío suyo, pues
era huérfana de padre y madre. La joven era hermosa y de buen parecer, y
al morir su padre y su madre, Mardoqueo la adoptó por hija.


8 Cuando se proclamó la orden y el edicto del rey, fueron reunidas
muchísimas jóvenes en la ciudadela de Susa, bajo la vigilancia de Hegué;
también Ester fue llevada al palacio real y puesta bajo la
vigilancia de
Hegué, encargado de las mujeres.

9 La joven le agradó y ganó su favor, por lo que se apresuró a
proporcionarle cuanto necesitaba para su adorno y mantenimiento; diole
también siete doncellas elegidas de la casa del rey y la instaló,
con sus
doncellas, en el mejor departamento del harén.

10 Ester no dio a conocer ni su pueblo ni su origen, pues Mardoqueo
la había mandado que no lo dijera.

11 Día tras día, se paseaba Mardoqueo delante del patio del harén para
enterarse de la salud de Ester y de lo que le sucedía.

12 A cada joven le llegaba el turno de presentarse al rey Asuero al
cabo de doce meses, según el estatuto de las mujeres. Los
días de
preparación se empleaban en ungirse, durante seis meses con óleo y mirra y
otros seis meses con los aromas y perfumes que usan las mujeres.

13 Cuando una joven se presentaba al rey, le daban cuanto pedía y lo
llevaba consigo del harén al palacio real.

14 Se presentaba por la tarde y a la mañana siguiente volvía al
otro
harén, bajo la vigilancia de Saasgaz, el eunuco del rey encargado de
las
concubinas; no se presentaba más ante el rey, a no ser que el rey deseara y
la llamara expresamente.

15 Cuando a Ester, hija de Abijayil, tío de Mardoqueo, que la había
adoptado por hija, le llegó el turno de presentarse al rey, no pidió sino lo
que le indicó Hegué, el eunuco del rey encargado de las mujeres. Ester se
ganaba el favor de cuantos la veían.

16 Ester fue presentada al rey Asuero, en el palacio real, el mes
décimo, que es el mes de Tébet, en el año séptimo de su reinado,

17 y el rey amó a Ester más que la otras mujeres; halló ella, en
presencia del rey, más gracia y favor que ninguna otra virgen y el
rey
colocó la diadema real sobre la cabeza de Ester y la declaró reina, en lugar
de Vastí.

18 Ofreció el rey un gran banquete a todos sus jefes y servidores, el
banquete de Ester; concedió un día de descanso a todas las
provincias y
repartió presentes con real magnificencia.

19 Cuando Ester pasó, como las otras jóvenes, al segundo harén,

20 no reveló ni su origen ni su pueblo, tal como se lo había ordenado
Mardoqueo; pues Ester seguía cumpliendo las órdenes de Mardoqueo
como cuando vivía bajo su tutela.

21 Por aquellos mismos días, estaba adscrito Mardoqueo a la Puerta
Real; Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, guardianes del umbral, estaban
irritados y andaban buscando poner la mano sobre el rey Asuero.

22 Llegó el hecho a conocimiento de Mardoqueo, el cual se lo
comunicó a la reina Ester, y Ester se lo dijo al rey, en nombre de
Mardoqueo.


23 Se investigó el caso y resultó verdadero; por lo que fueron
colgados los dos del madero y se consignó por escritos, en los Anales, en
presencia del rey.

Ester 3

1 Después de esto, el rey Asuero elevó al poder a Amán, hijo de
Hamdatá, del país de Agag; le encumbró y colocó su asiento por encima de
todos los dignatarios que estaban con él;

2 todos los servidores del rey, adscritos a la Puerta Real, doblaban la
rodilla y se postraban ante Amán, porque así lo había ordenado el rey; pero
Mardoqueo ni doblaba la rodilla ni se postraba.

3 Los servidores del rey, adscritos a la Puerta Real,
dijeron a
Mardoqueo: «¿Por qué traspasas la orden del rey?»

4 Y como se lo repitieran día tras día y él no les hiciera caso, se lo
comunicaron a Amán, para ver si Mardoqueo persistía en su palabra, pues
les había manifestado que él era judío.

5 Vio Amán que Mardoqueo no doblaba la rodilla ni se postraba ente
él, y se llenó de ira.

6 Y cuando le notificaron a qué pueblo pertenecía Mardoqueo, no
contentándose con poner la mano sobre él solo, intentó exterminar, junto
con él, a todos los judíos de todo el reino de Asuero.

7 El año doce del rey Asuero, el mes primero, que es el mes de Nisán,
se sacó el «Pur» (es decir, las suertes) en presencia de Amán, por días y por
meses. Salió el doce, que es el mes de Adar.

8 Amán dijo al rey Asuero: «Hay un pueblo disperso y diseminado
entre los pueblos de todas las provincias de tu reino, con sus leyes, distintas
de las de todos los pueblos, y que no cumplen las leyes reales. No conviene
al rey dejarlos en paz.

9 Si el rey juzga conveniente publicar un decreto para exterminarlos,
yo haré que se entreguen 10.000 talentos de plata a los intendentes, para
que los ingresen en la cámara del tesoro.»

10 El rey sacó el anillo de su dedo, se lo entregó a Amán, hijo
de
Hamdatá, de Agag, enemigo de los judíos,

11 y dijo el rey a Amán: «La plata, te la regalo; y te regalo también
ese pueblo para que hagas lo que te parezca.»

12 El día trece del primer mes fueron convocados los secretarios del
rey para escribir, según lo ordenado por Amán, a los sátrapas del rey, a los
inspectores de cada provincia y a los jefes de todos los pueblos, a
cada
provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua; se escribió
en nombre del rey Asuero, se selló con el anillo del rey,

13 y se enviaron las cartas, por medio de los correos, a todas las
provincias del rey, para exterminar, matar y aniquilar a todos los
judíos,
jóvenes y ancianos, niños y mujeres, y para saquear sus bienes, en
el
espacio de un solo día, el trece del mes doce, que es el mes de Adar.


14 El texto de este escrito debía ser promulgado como ley en todas las
provincias, y fue puesto en conocimiento de todos los pueblos a fin de que
estuviesen preparados para aquel día.

15 Por orden del rey, partieron los correos apresuradamente. El
decreto fue publicado también en la ciudadela de Susa. Mientras el
rey y
Amán banqueteaban, en Susa reinaba la consternación.

Ester 4

1 Cuando Mardoqueo supo lo que pasaba, rasgó sus vestidos, se vistió
de sayal y ceniza y salió por la ciudad lanzando grandes gemidos,

2 hasta llegar ante la Puerta Real, pues nadie podía pasar la Puerta
cubierto de sayal.

3 En todas las provincias, dondequiera que se publicaban la palabra y
el edicto real, había entre los judíos gran duelo, ayunos y
lágrimas y
lamentos, y a muchos el sayal y la ceniza les sirvió de lecho.

4 Las siervas y eunucos de Ester vinieron a comunicárselo. La reina se
llenó de angustia y mandó enviar a Mardoqueo vestidos para que se
vistiese y se quitase el sayal, pero él no quiso.

5 Llamó Ester a Hatak, uno de los eunucos que el rey había puesto a
su servicio, y le envió a Mardoqueo para enterarse de lo que pasaba y a qué
obedecía todo aquello.

6 Salió Hatak y fue donde Mardoqueo, que estaba en la plaza de la
ciudad que hay frente a la Puerta Real.

7 Mardoqueo le informó de todo cuanto había pasado y de la suma de
dinero que Amán había prometido entregar al tesoro real por el exterminio
de los judíos.

8 Le dio también una copia del texto del edicto de exterminio
publicado en Susa, para que se lo enseñara a Ester y se informara; y ordenó
a la reina que se presentase ante el rey, se ganara su favor y
suplicara por su
pueblo.

9 Regresó Hatak e informó a Ester de las palabras de Mardoqueo.
10 Ester mandó a Hatak que dijera a Mardoqueo:

11 «Todos los servidores del rey y todos los habitantes de las
provincias del rey saben que todo hombre o mujer que se presente al rey, en
el patio interior, sin haber sido llamado, es condenado a muerte por
el
edicto, salvo aquel sobre quien el rey extienda su cetro de oro; y hace ya
treinta días que yo no he sido llamada a presencia del rey.»

12 Llevó a Mardoqueo la respuesta de Ester

13 y Mardoqueo hizo que le contestara: «No te imagines que por estar
en la casa del rey, te vas a librar tú sola entre todos los judíos,

14 porque, si te empeñas en callar en esta ocasión, por otra parte
vendrá el socorro de la liberación de los judíos, mientras que tú y la casa de
tu padre pereceréis. ¡Quién sabe si precisamente para una ocasión semejante
has llegado a ser reina!»

15 Ester mandó que respondieran a Mardoqueo:


16 «Vete a reunir a todos los judíos que hay en Susa y ayunad por mí.
No comáis ni bebáis durante tres días y tres noches. También yo y
mis
siervas ayunaremos. Y así, a pesar de la ley, me presentaré ante el rey; y si
tengo que morir, moriré.»

17 Se alejó Mardoqueo y cumplió cuanto Ester le había mandado.

Ester 5

1 Al tercer día, se revistió de reina. Franqueando todas las
puertas,
llegó hasta la presencia del rey; estaba el rey sentado en el trono
real, y
alzando su rostro, en dulzura, 2 y tomando el rey el cetro de oro, lo puso
sobre el cuello de Ester. 3 El rey le preguntó: «¿Qué sucede, reina Ester?

¿Qué deseas? Incluso la mitad del reino te será dada.»

4 Respondió Ester: «Si al rey le place, venga hoy el rey, con Amán, al
banquete que le tengo preparado.»

5 Respondió el rey: «Avisad inmediatamente a Amán para que se
cumpla el deseo de Ester.» El rey y Amán fueron al banquete preparado por
Ester,

6 y durante el banquete, dijo el rey a Ester: «¿Qué quieres pedir?, pues
se te dará. ¿Qué deseas? Hasta la mitad del reino te será concedida.»

7 Ester respondió: «¿Mi petición y mi deseo?

8 Si he hallado gracia a los ojos del rey, y si al rey le place escuchar
mi petición y cumplir mi deseo, que vengan mañana el rey y Amán
al
banquete que he preparado para ellos. Y haré entonces lo que el rey
me
pide.»

9 Salió aquel día Amán contento y con alegre corazón; pero al ver a
Mardoqueo en la Puerta Real, que no se levantaba, ni siquiera se movía ante
él, se llenó Amán de ira contra Mardoqueo,

10 pero se dominó, y yéndose a su casa, mandó venir a sus amigos y a
su mujer Zeres,

11 y les habló de su gloria y sus riquezas, de sus muchos hijos y de
cómo el rey le había encumbrado, elevándole por encima de los jefes
y
servidores del rey.

12 Y añadió: «Más aún; la reina Ester me ha invitado a mí sólo, junto
con el rey, a un banquete que ha preparado; también para mañana
estoy
invitado por ella, junto con el rey.

13 Pero todo esto nada significa para mí, mientras vea que el judío
Mardoqueo, sigue sentado a la Puerta Real.»

14 Su mujer Zeres y todos sus amigos le respondieron: «Manda
preparar una horca de cincuenta codos de altura y mañana por la
mañana
pides al rey que cuelguen de ella a Mardoqueo; así podrás ir satisfecho al
banquete con el rey.» Agradó el consejo a Amán y mandó preparar la horca.

Ester 6

1 Aquella misma noche, no pudiendo el rey conciliar el sueño, mandó
que trajeran y leyeran en su presencia el libro de las Memorias, o Crónica.


2 Estaba allí, puesta por escrito, la denuncia que Mardoqueo había
hecho contra Bigtán y Teres, los dos eunucos del rey, guardianes del
umbral, que habían intentado poner las manos sobre el rey Asuero.

3 Preguntó el rey: «¿Qué honor o dignidad se concedió por esto a
Mardoqueo?» Los jóvenes del servicio del rey dijeron: «No se hizo nada en
su favor.»

4 Continuó el rey: «Quién está en el atrio?» - Justamente entonces
llegaba Amán al atrio exterior de la casa del rey, para pedir al
rey que
colgaran a Mardoqueo en la horca que él había hecho levantar -.

5 Los jóvenes del servicio del rey le respondieron: «Es Amán el que
está en el atrio.» Dijo el rey: «Que entre.»

6 Entró, pues, Amán, y el rey le preguntó: «¿Qué debe hacerse al
hombre a quien el rey quiere honrar?» Amán pensó: «¿A quién ha de querer
honrar el rey, sino a mí?»

7 Respondió, pues, Amán al rey: «Para el hombre a quien el rey quiere
honrar,

8 deben tomarse regias vestiduras que el rey haya vestido, y un
caballo que el rey haya montado, y en cuya cabeza se haya puesto
una
diadema real.

9 Deben darse los vestidos, y el caballo a uno de los servidores más
principales del rey, para que vista al hombre a quien el rey desea honrar; y
le hará cabalgar sobre el caballo por la plaza mayor de la ciudad gritando
delante de él: «¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar!»

10 Dijo el rey a Amán: «Toma al momento vestidos y caballo, tal
como lo has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que está en
la
Puerta Real. No dejes de cumplir ni un solo detalle.»

11 Tomó Amán los vestidos y el caballo, vistió a Mardoqueo y le hizo
cabalgar por la plaza mayor de la ciudad, gritando delante de él: «¡Así se
trata al hombre a quien el rey quiere honrar!»

12 Después Mardoqueo se quedó en la Puerta Real, mientras Amán
regresaba precipitadamente a su casa, entristecido y con la
cabeza
encubierta.

13 Contó Amán a su mujer Zeres y a todos sus amigos cuanto había
pasado; sus consejeros y su mujer Zeres le dijeron: «Si Mardoqueo, ante el
que has comenzado a declinar, pertenece al linaje de los judíos, no podrás
vencerle, sino que sin remedio caerás ante él.»

14 Estaban aún hablándole cuando llegaron los eunucos del rey y
llevaron a Amán rápidamente al banquete preparado por Ester.

Ester 7

1 El rey y Amán fueron al banquete de la reina Ester.

2 También el segundo día dijo el rey a Ester, durante el banquete:

«¿Qué deseas pedir, reina Ester?, pues te será concedido. ¿Cuál es tu deseo?
Aunque fuera la mitad del reino, se cumplirá.»


3 Respondió la reina Ester: «Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey!, y
si al rey le place, concédeme la vida - este es mi deseo - y la de mi pueblo -
esta es mi petición.

4 Pues yo y mi pueblo hemos sido vendidos, para ser exterminados,
muertos y aniquilados. Si hubiéramos sido vendidos para
esclavos y
esclavas, aún hubiera callado; mas ahora, el enemigo no podrá compensar al
rey por tal pérdida.»

5 Preguntó el rey Asuero a la reina Ester: «¿Quién es, y dónde está el
hombre que ha pensado en su corazón ejecutar semejante cosa?»

6 Respondió Ester: «¡El perseguidor y enemigo es Amán, ese
miserable!» Amán quedó aterrado en presencia del rey y de la reina.

7 El rey se levantó, lleno de ira, del banquete y se fue al
jardín del
palacio; Amán, se quedó junto a la reina Ester, para suplicarle por su vida,
porque comprendía que, de parte del rey, se le venía encima la perdición.

8 Cuando el rey volvió del jardín de palacio a la sala del
banquete,
Amán se había dejado caer sobre el lecho de Ester. El rey exclamó: «¿Es
que incluso en mi propio palacio quiere hacer violencia a la reina?» Dio el
rey una orden y cubrieron el rostro de Amán.

9 Jarboná, uno de los eunucos que estaban ante el rey, sugirió:

«Precisamente, la horca que Amán había destinado para Mardoqueo, aquel
cuyo informe fue tan útil al rey, está preparada en casa de Amán, y tiene
cincuenta codos de altura.» Dijo el rey: «¡Colgadle de ella!»

10 Colgaron a Amán de la horca que había levantado para Mardoqueo,
y se aplacó la ira del rey.

Ester 8

1 Aquel mismo día, el rey Asuero entregó a la reina Ester la hacienda
de Amán, el enemigo de los judíos, y Mardoqueo fue presentado al
rey,
pues Ester le hizo saber lo que él había sido para ella.

2 El rey se sacó el anillo que había mandado quitar a Amán y se lo
entregó a Mardoqueo, a quien Ester encargó de la hacienda de Amán.

3 Ester volvió a suplicar al rey, cayendo a sus pies, llorando y
ganando su benevolencia, que anulara la maldad de Amán, el de Agag, y los
proyectos que había concebido contra los judíos.

4 Extendió el rey el cetro de oro y tocó a Ester, que se puso en pie en
presencia del rey.

5 Dijo ella: «Si al rey le parece bien, y si he hallado gracia a sus ojos,
si la petición le parece justa al rey y yo misma soy grata a sus ojos, que se
escriba para revocar los decretos escritos por Amán, hijo de Hamdatá,
de
Agag, y maquinados para hacer perecer a los judíos de todas las provincias
del rey.

6 Porque ¿cómo podré yo ver la desgracia que amenaza a mi pueblo y
la ruina de mi gente?»

7 El rey Asuero respondió a la reina Ester y al judío Mardoqueo: «Ya
he dado a la reina Ester la hacienda de Amán, a quien he mandado colgar de
la horca por haber alzado su mano contra los judíos.


8 Vosotros, por vuestra parte, escribid acerca de los judíos, en nombre
del rey, lo que os parezca oportuno, y selladlo con el anillo del rey. Pues
todo lo que se escribe en nombre del rey y se sella con su sello,
es
irrevocable.»

9 Fueron convocados al momento los secretarios del rey, en el mes
tercero, que es el mes de Siván, el día veintitrés, y escribieron,
según las
órdenes de Mardoqueo, a los judíos, a los sátrapas, a los inspectores y a los
jefes de todas las provincias, desde la India hasta Etiopía, a las
127
provincias, a cada provincia según su escritura y a cada pueblo
según su
lengua, y a los judíos según su lengua y escritura.

10 Escribieron en nombre del rey Asuero y lo sellaron con el anillo
del rey. Se enviaron las cartas por medio de correos, jinetes en caballos de
las caballerizas reales.

11 En las cartas concedía el rey que los judíos de todas las ciudades
pudieran reunirse para defender sus vidas, para exterminar,
matar y
aniquilar a las gentes de todo pueblo o provincia que los atacaran con las
armas, junto con sus hijos y sus mujeres, y para saquear sus bienes,

12 y esto en un mismo día, en todas las provincias del rey Asuero, el
trece del mes doce, que es el mes de Adar.

13 Una copia de este escrito debía ser publicada como ley en todas las
provincias y promulgada en todos los pueblos; y los judíos debían
estar
preparados aquel día para vengarse de sus enemigos.

14 Los correos salieron con celeridad y a toda prisa, empleando los
caballos de las caballerizas reales, según la orden del rey; la ley también fue
promulgada en la ciudadela de Susa.

15 Cuanto a Mardoqueo, salió de la presencia del rey espléndidamente
vestido de púrpura violeta y lino blanco, con una gran diadema de
oro y
manto de lino fino y púrpura; la ciudad de Susa se llenó de gozo y alegría.

16 Para los judíos todo fue esplendor, alegría, triunfo y gloria.

17 En todas las provincias y ciudades, en los lugares en que se
publicaba la orden y edicto del rey, hubo entre los judíos alegría
triunfal,
banquetes y días de fiesta. Y muchos habitantes del país se hicieron judíos,
pues el temor a los judíos se había apoderado de ellos.

Ester 9

1 Las órdenes del rey fueron ejecutadas en el mes doce, que es el mes
de Adar, el día trece del mes, el mismo día en que los enemigos
de los
judíos esperaban aplastarlos; pero la situación cambió y fueron los
judíos
los que aplastaron a sus enemigos.

2 En todas las provincias del rey Asuero se reunieron los judíos en sus
ciudades para poner la mano sobre cuantos habían intentado hacerles mal,
sin que nadie les opusiera resistencia, porque el temor se había apoderado
de todos los pueblos.

3 Todos los jefes de las provincias, los sátrapas, los inspectores y los
funcionarios del rey apoyaron a los judíos, porque todos
temían a
Mardoqueo,


4 ya que Mardoqueo era influyente en el palacio real y su fama se
había extendido por todas las provincias; pues, en efecto, de día en día se
acrecentaba su poder.

5 Los judíos pasaron a filo de espada a todos sus enemigos; fue un
degüello, un exterminio: hicieron lo que quisieron con sus adversarios.

6 En la ciudadela de Susa los judíos mataron y exterminaron a
quinientos hombres

7 y además a Parsandata, Dalfón, Aspata,
8 Porata, Adalías, Andata,

9 Parmasta, Arisay, Ariday y Yezata,

10 los diez hijos de Amán, hijo de Hamdatá, enemigo de los judíos.

Los mataron, pero no saquearon sus bienes.

11 Aquel mismo día llevaron al rey la cifra de los que habían sido
muertos en las ciudadela de Susa.

12 Dijo el rey a la reina Ester: «En la ciudadela de Susa han matado y
exterminado los judíos a quinientos hombres y a los diez hijos de
Amán.

¿Qué habrán hecho en las restantes provincias del rey? ¿Qué deseas pedir
ahora? Pues te será concedido. Se seguirá haciendo lo que tú desees.»

13 Respondió Ester: «Si al rey le parece bien, que se conceda a los
judíos de Susa que puedan actuar mañana según el edicto de hoy; cuanto a
los diez hijos de Amán, que sean colgados de la horca.»

14 Ordenó el rey que se hiciera así; se promulgó la ley en Susa y los
diez hijos de Amán fueron colgados.

15 Los judíos de Susa se reunieron también el día catorce del mes de
Adar y mataron en Susa a trescientos hombres, pero no saquearon sus
bienes.

16 Los judíos de las restantes provincias del rey se reunieron para
defender, contra sus enemigos, sus vidas y su seguridad; mataron de entre
sus adversarios a 75.000, pero no saquearon sus bienes.

17 Ocurrió esto el día trece del mes de Adar y el día catorce
descansaron, convirtiéndolo en un día de alegres festines.

18 Cuanto a los judíos de Susa, que se habían reunido los días trece y
catorce, descansaron el día quince, convirtiéndolo en un día de
alegres
festines.

19 Por eso, los judíos diseminados en las ciudades no fortificadas
celebran el día catorce del mes de Adar con alegres festines, como día de
fiesta, y se envían recíprocos regalos,

20 Mardoqueo consignó por escrito todas estas cosas y envió cartas a
los judíos de todas las provincias del rey Asuero tanto lejanos como
próximos,

21 ordenándoles que celebraran todos los años el día catorce y el día
quince del mes de Adar,

22 porque en tales días obtuvieron los judíos paz contra sus enemigos,
y en este mes la aflicción se trocó en alegría y el llanto en festividad; que
los convirtieran en días de alegres festines y mutuos
regalos, y de
donaciones a los pobres.


23 Los judíos adoptaron esta costumbre, que ya habían comenzado a
observar y acerca de la cual les escribió Mardoqueo:

24 «Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, enemigo de todos los judíos,
había proyectado exterminar a los judíos y echó el “Pur”, es decir, la suerte,
para su ruina y exterminio.

25 Pero cuando se presentó al rey, para hacer ahorcar a Mardoqueo, su
proyecto se volvió contra él, y los males que había meditado contra
los
judíos cayeron sobre su cabeza, siendo ahorcados él y sus hijos.

26 Por esta razón, estos días son llamados “Purim”, de la palabra
“Pur”.» Asimismo, por todo la relatado en esta carta por lo que
ellos
mismos vieron y por lo que se les contó,

27 hicieron los judíos de estos días una institución irrevocable para sí,
para sus descendientes y para todos los que se pasaron a ellos, conforme a
este escrito y esta fecha, de año en año.

28 Así, estos días de los Purim, conmemorados y celebrados de
generación en generación, en todas las familias, en todas las provincias y
en todas las ciudades, no desaparecerán de entre los judíos, y su recuerdo no
se perderá entre sus descendientes.

29 La reina Ester, hija de Abijayil, y el judío Mardoqueo, escribieron,
con toda su autoridad, para dar fuerza de ley a esta segunda carta
de los
Purim,

30 y se enviaron cartas a todos los judíos de las 127 provincias del rey
Asuero, con palabras de paz y fidelidad,

31 para ratificar en su fecha estos días de los Purim, tal como había
sido ordenado por el judío Mardoqueo y la reina Ester, y tal como
lo
habían establecido para sí mismos y para sus descendientes, añadiendo
lo
tocante a los ayunos y lamentaciones.

32 La orden de Ester fijó la institución de estos Purim, siendo
consignada en el libro.

Ester 10

1 El rey Asuero impuso un tributo al país y a las islas del mar.

2 Todas las obras de su poder y su vigor y el relato
del
encumbramiento de Mardoqueo, a quien el rey enalteció, ¿no están escritas
en las Crónicas de los reyes de los medos y los persas?

3 Pues el judío Mardoqueo era el segundo después del rey, persona
importante entre los judíos, amado por la multitud de sus hermanos,
preocupado por el bien de su pueblo y procurador de la paz de su raza.