Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Jeremías 1

1 Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, de los sacerdotes de Anatot,
en la tierra de Benjamín,

2 a quien fue dirigida la palabra de Yahveh en tiempo de Josías, hijo
de Amón, rey de Judá, en el año trece de su reinado,

3 y después en tiempo de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, hasta
cumplirse el año undécimo de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, o sea,
hasta la deportación de Jerusalén en el mes quinto.

4 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:

5 Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes
que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí.

6 Yo dije: «¡Ah, Señor Yahveh! Mira que no sé expresarme, que soy
un muchacho.»

7 Y me dijo Yahveh: No digas: «Soy un muchacho», pues
adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás.

8 No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte - oráculo de
Yahveh -.

9 Entonces alargó Yahveh su mano y tocó mi boca. Y me dijo
Yahveh: Mira que he puesto mis palabras en tu boca.

10 Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los
reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para
reconstruir y
plantar.

11 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:

«¿Qué estás viendo, Jeremías?» «Una rama de almendro estoy viendo.»

12 Y me dijo Yahveh: «Bien has visto. Pues así soy yo, velador de mi
palabra para cumplirla.»

13 Nuevamente me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos
términos: «¿Qué estás viendo?» «Un puchero hirviendo estoy viendo, que
se vuelca de norte a sur.»

14 Y me dijo Yahveh: «Es que desde el norte se iniciará el desastre
sobre todos los moradores de esta tierra.

15 Porque en seguida llamo yo a todas las familias reinos del norte -
oráculo de Yahveh - y vendrán a instalarse a las mismas puertas de
Jerusalén, y frente a todas sus murallas en torno, y contra todas las ciudades
de Judá,


16 a las que yo sentenciaré por toda su malicia: por haberme dejado a
mí para ofrecer incienso a otros dioses, y adorar la obra de sus
propias
manos.

17 Por tu parte, te apretarás la cintura, te alzarás y les dirás todo lo que
yo te mande. No desmayes ante ellos, y no te haré yo desmayar delante de
ellos;

18 pues, por mi parte, mira que hoy te he convertido en plaza fuerte,
en pilar de hierro, en muralla de bronce frente a toda esta tierra, así se trate
de los reyes de Judá como de sus jefes, de sus sacerdotes o del pueblo de la
tierra.

19 Te harán la guerra, mas no podrán contigo, pues contigo estoy yo -
oráculo de Yahveh - para salvarte.»

Jeremías 2

1 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:

2 Ve y grita a los oídos de Jerusalén: Así dice Yahveh: De ti recuerdo
tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo; aquel seguirme tú por el desierto,
por la tierra no sembrada.

3 Consagrado a Yahveh estaba Israel, primicias de su cosecha.

«Quienquiera que lo coma, será reo; mal le sucederá» - oráculo de Yahveh -

.

4 Oíd la palabra de Yahveh, casa de Jacob, y todas las familias de la
casa de Israel.

5 Así dice Yahveh: ¿Qué encontraban vuestros padres en mí de
torcido, que se alejaron de mi vera, y yendo en pos de la Vanidad
se
hicieron vanos?

6 En cambio no dijeron: «¿Dónde está Yahveh, que nos subió de la
tierra de Egipto, que nos llevó por el desierto, por la estepa y la paramera,
por tierra seca y sombría, tierra por donde nadie pasa y en donde nadie se
asienta?»

7 Luego os traje a la tierra del vergel, para comer su fruto y su bien.

Llegasteis y ensuciasteis mi tierra, y pusisteis mi heredad asquerosa.

8 Los sacerdotes no decían: «¿Dónde está Yahveh?»; ni los peritos de
la Ley me conocían; y los pastores se rebelaron contra mí, y los
profetas
profetizaban por Baal, y en pos de los Inútiles andaban.

9 Por eso, continuaré litigando con vosotros - oráculo de Yahveh - y
hasta con los hijos de vuestros hijos litigaré.

10 Porque, en efecto, pasad a las islas de los Kittim y ved, enviad a
Quedar quien investigue a fondo, pensadlo bien y ved si aconteció cosa tal:

11 si las gentes cambiaron de dioses - ¡aunque aquéllos no son dioses!

-. Pues mi pueblo ha trocado su Gloria por el Inútil.

12 Pasmaos, cielos, de ello, erizaos y cobrad gran espanto - oráculo de
Yahveh -.

13 Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de
aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua
no
retienen.


14 ¿Es un esclavo Israel, o nació siervo? Pues ¿cómo es que ha
servido de botín?

15 Contra él rugieron leoncillos, dieron voces y dejaron su país hecho
una desolación, sus ciudades incendiadas, sin habitantes.

16 Hasta los hijos de Nof y de Tafnis te han rapado el cráneo.

17 ¿No te ha sucedido esto por haber dejado a Yahveh tu Dios cuando
te guiaba en tu camino?

18 Y entonces, ¿qué cuenta te tiene encaminarte a Egipto para beber
las aguas del Nilo?, o ¿qué cuenta te tiene encaminarte a Asur para beber
las aguas del Río?

19 Que te enseñe tu propio daño, que tus apostasías te escarmienten;
reconoce y ve lo malo y amargo que te resulta el dejar a Yahveh tu Dios y
no temblar ante mí - oráculo del Señor Yahveh Sebaot -.

20 Oh tú, que rompiste desde siempre el yugo y, sacudiendo las
coyundas, decías: «¡No serviré!», tú, que sobre todo otero prominente
y
bajo todo árbol frondoso estabas yaciendo, prostituta.

21 Yo te había plantado de la cepa selecta, toda entera de simiente
legítima. Pues ¿cómo te has mudado en sarmiento de vid bastarda?

22 Porque, así te blanquees con salitre y te des cantidad de lejía, se te
nota la culpa en mi presencia - oráculo del Señor Yahveh -.

23 Cómo dices: «No estoy manchada; en pos de los Baales no
anduve?» ¡Mira tu rastro en el Valle! Reconoce lo que has hecho, camellita
liviana que trenza sus derroteros,

24 irrumpe en el desierto y en puro celo se bebe los vientos: su estro,

¿quién lo calmará? Cualquiera que la busca la topa, ¡bien acompañada
la
encuentra!

25 Guarda tu pie de la descalcez y tu garganta de la sed. Pero tú dices:

«No hay remedio: a mí me gustan los extranjeros, y tras ellos he de ir.»

26 Cual se avergüenza el ladrón cuando es sorprendido, así se ha
avergonzado la casa de Israel: ellos, sus reyes, sus jefes, sus
sacerdotes y
sus profetas,

27 los que dicen al madero: «Mi padre eres tú», y a la piedra: «Tú me
diste a luz.» Tras de volverme la espalda, que no la cara, al tiempo de su
mal dice: «¡Levántate y sálvanos!»

28 Pues ¿dónde están tus dioses, los que tú mismo te hiciste? ¡Que se
levanten ellos, a ver si te salvan en tiempo de desgracia! Pues cuantas son
tus ciudades, otros tantos son tus dioses, Judá; (y cuantas calles
cuenta
Jerusalén, otros tantos altares hay de Baal).

29 ¿Por qué os querelláis conmigo, si todos vosotros os habéis
rebelado contra mí? - oráculo de Yahveh -.

30 En vano golpeé a vuestros hijos, pues no aprendieron. Ha devorado
vuestra espada a vuestos profetas, como el león cuando estraga.

31 ¡Vaya generación la vuestra!; atended a la palabra de Yahveh:

¿Fui yo un desierto para Israel o una tierra malhadada? ¿Por qué, entonces,
dice mi pueblo: «¡Bajemos! No vendremos más a ti.»?


32 ¿Se olvida la doncella de su aderezo, la novia de su cinta? Pues mi
pueblo sí que me ha olvidado días sin número.

33 ¡Qué hermoso te parece tu camino en busca del amor! A la verdad,
hasta con maldades aprendiste tus caminos.

34 En tus mismas haldas se encontraban manchas de sangre de las
almas de pobres inocentes: no los sorprendiste en escalo. Y con todo eso,

35 dices: «Soy inocente; basta ya de ira contra mí.» Pues bien, aquí
me tienes para discutir contigo eso que has dicho: «No he pecado.»

36 ¡Cuánta ligereza la tuya para cambiar de dirección! También de
Egipto te avergonzarás como te avergonzaste de Asur.

37 También de ésta saldrás con las manos en la cabeza. Porque
Yahveh ha rechazado aquello en que confías, y no saldrás bien de ello.

Jeremías 3

1 «Supongamos que despide un marido a su mujer; ella se va de su
lado y es de otro hombre: ¿podrá volver a él? ¿no sería como una
tierra
manchada?» Pues bien, tú has fornicado con muchos compañeros, ¡y vas a
volver a mí! - oráculo de Yahveh -.

2 Alza los ojos a los calveros y mira: ¿en dónde no fuiste gozada? A la
vera de los caminos te sentabas para ellos, como el árabe en el desierto, y
manchaste la tierra con tus fornicaciones y malicia.

3 Se suspendieron las lloviznas de otoño, y faltó lluvia tardía; pero tú
tenías rostro de mujer descarada, rehusaste avergonzarte.

4 ¿Es que entonces mismo no me llamabas: «Padre mío; el amigo de
mi juventud eres tú?;

5 ¿tendrá rencor para siempre?, ¿lo guardará hasta el fin?» Ahí tienes
cómo has hablado; las maldades que hiciste las has colmado.

6 Yahveh me dijo en tiempos del rey Josías: ¿Has visto lo que hizo
Israel, la apóstata? Andaba ella sobre cualquier monte elevado y
bajo
cualquier árbol frondoso, fornicando allí.

7 En vista de lo que había hecho, dije: «No vuelvas a mí.» Y no
volvió. Vio esto su hermana Judá, la pérfida;

8 vio que a causa de todas las fornicaciones de Israel, la apóstata, yo la
había despedido dándole su carta de divorcio; pero no hizo caso su hermana
Judá, la pérfida, sino que fue y fornicó también ella,

9 tanto que por su liviandad en fornicar manchó la tierra, y fornicó con
la piedra y con el leño.

10 A pesar de todo, su hermana Judá, la pérfida, no se volvió a mí de
todo corazón, sino engañosamente - oráculo de Yahveh.

11 Y me dijo Yahveh: Más justa se ha manifestado Israel, la apóstata,
que Judá, la pérfida.

12 Anda y pregona estas palabras al Norte y di: Vuelve, Israel
apóstata, - oráculo de Yahveh -; no estará airado mi semblante contra
vosotros, porque piadoso soy - oráculo de Yahveh - no guardo rencor para
siempre.


13 Tan sólo reconoce tu culpa, pues contra Yahveh tu Dios te
rebelaste, frecuentaste a extranjeros bajo todo árbol frondoso, y mi voz no
oísteis - oráculo de Yahveh -.

14 Volved, hijos apóstatas - oráculo de Yahveh - porque yo soy
vuestro Señor. Os iré recogiendo uno a uno de cada ciudad, y por parejas de
cada familia, y os traeré a Sión.

15 Os pondré pastores según mi corazón que os den pasto de
conocimiento y prudencia.

16 Y luego, cuando seáis muchos y fructifiquéis en la tierra, en
aquellos días - oráculo de Yahveh - no se hablará más del arca de la alianza
de Yahveh, no vendrá en mientes, no se acordarán ni se ocuparán de ella, ni
será reconstruida jamás.

17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono de Yahveh» y se
incorporarán a ella todas las naciones en el nombre de
Yahveh, en
Jerusalén, sin seguir más la dureza de sus perversos corazones.

18 En aquellos días, andará la casa de Judá al par de Israel, y vendrán
juntos desde tierras del norte a la tierra que di en herencia a vuestros padres.
19 Yo había dicho: «Sí, te tendré como a un hijo y te daré una tierra
espléndida, flor de las heredades de las naciones.» Y añadí: «Padre
me

llamaréis y de mi seguimiento no os volveréis.»

20 Pues bien, como engaña una mujer a su compañero, así me ha
engañado la casa de Israel, oráculo de Yahveh.

21 Voces sobre los calveros se oían: rogativas llorosas de los hijos de
Israel, porque torcieron su camino, olvidaron a su Dios Yahveh.

22 - Volved, hijos apóstatas; yo remediaré vuestras apostasías. - Aquí
nos tienes de vuelta a ti, porque tú, Yahveh, eres nuestro Dios.

23 ¡Luego eran mentira los altos, la barahúnda de los montes! ¡Luego
por Yahveh, nuestro Dios, se salva Israel!

24 La Vergüenza se comió la laceria de nuestros padres desde nuestra
mocedad: sus ovejas y vacas, sus hijos e hijas.

25 Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra propia
confusión, ya que contra Yahveh nuestro Dios hemos pecado nosotros
como nuestros padres desde nuestra mocedad hasta hoy, y no escuchamos
la voz de Yahveh nuestro Dios.

Jeremías 4

1 ¡Si volvieras, Israel!, oráculo de Yahveh, ¡si a mí volvieras!, si
quitaras tus Monstruos abominables, y de mí no huyeras!

2 Jurarías: «¡Por vida de Yahveh!» con verdad, con derecho y con
justicia, y se bendecirían por él las naciones, y por él se alabarían.

3 Porque así dice Yahveh al hombre de Judá y a Jerusalén: - Cultivad
el barbecho y no sembréis sobre cardos.

4 Circuncidaos para Yahveh y extirpad los prepucios de vuestros
corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén; no sea que
brote
como fuego mi saña, y arda y no haya quien la apague, en vista de vuestras
perversas acciones.


5 Avisad en Judá y que se oiga en Jerusalén. Tañed el cuerno por el
país, pregonad a voz en grito: ¡Juntaos, vamos a las plazas fuertes!

6 ¡Izad bandera hacia Sión! ¡Escapad, no os paréis! Porque yo traigo
una calamidad del norte y un quebranto grande.

7 Se ha levantado el león de su cubil, y el devorador de naciones se ha
puesto en marcha: salió de su lugar para dejar la tierra desolada.
Tus
ciudades quedarán arrasadas, sin habitantes.

8 Por ende, ceñíos de sayal, endechad y plañid: - «¡No; no se va de
nosotros la ardiente ira de Yahveh!»

9 Sucederá aquel día - oráculo de Yahveh - que se perderá el ánimo
del rey y el de los príncipes, se pasmarán los sacerdotes, y los profetas se
espantarán.

10 Y yo digo: «¡Ay, Señor Yahveh! ¡Cómo embaucaste a este pueblo
y a Jerusalén diciendo: “Paz tendréis”, y ha penetrado la espada
hasta el
alma!»

11 En aquella sazón se dirá a este pueblo y a Jerusalén: - Un viento
ardiente viene por el desierto, camino de la hija de mi pueblo, no
para
beldar, ni para limpiar.

12 Un viento lleno de amenazas viene de mi parte. Ahora me toca a mí
alegar mis razones respecto a ellos.

13 Ved cómo se levanta cual las nubes, como un huracán sus carros, y
ligeros más que águilas sus corceles. - ¡Ay de nosotros, estamos perdidos!

14 - Limpia de malicia tu corazón, Jerusalén, para que seas salva.

¿Hasta cuándo durarán en ti tus pensamientos torcidos?

15 Una voz avisa desde Dan y da la mala nueva desde la sierra de
Efraím.

16 Pregonad: «¡Los gentiles! ¡Ya están aquí!»; hacedlo oír en
Jerusalén. Los enemigos vienen de tierra lejana y dan voces contra
las
ciudades de Judá.

17 Como guardas de campo se han puesto frente a ella en torno,
porque contra mí se rebelaron - oráculo de Yahveh -.

18 Tu proceder y fechorías te acarrearon esto; esto tu desgracia te ha
penetrado hasta el corazón porque te rebelaste contra mí.

19 - ¡Mis entrañas, mis entrañas!, ¡me duelen las telas del corazón, se
me salta el corazón del pecho! No callaré, porque mi alma ha oído sones de
cuerno, el clamoreo del combate.

20 Se anuncia quebranto sobre quebranto, porque es saqueada toda la
tierra. En un punto son saqueadas mis tiendas, y en un cerrar de ojos mis
toldos.

21 ¿Hasta cuándo veré enseñas, y oiré sones de cuerno?

22 - Es porque mi pueblo es necio: A mí no me conocen. Criaturas
necias son, carecen de talento. Sabios son para lo malo, ignorantes para el
bien.

23 Miré a la tierra, y he aquí que era un caos; a los cielos, y faltaba su

luz.


24 Miré a los montes, y estaban temblando, y todos los cerros
trepidaban.

25 Miré, y he aquí que no había un alma, y todas las aves del cielo se
habían volado.

26 Miré, y he aquí que el vergel era yermo, y todas las ciudades
estaban arrasadas delante de Yahveh y del ardor de su ira.

27 Porque así dice Yahveh: Desolación se volverá toda la tierra,
aunque no acabaré con ella.

28 Por eso ha de enlutarse la tierra, y se oscurecerán los cielos arriba;
pues tengo resuelta mi decisión y no me pesará ni me volveré atrás de ella.

29 Al ruido de jinetes y flecheros huía toda la ciudad. Se metían por
los bosques y trepaban por las peñas. Toda ciudad quedó abandonada, sin
quedar en ellas habitantes.

30 Y tú, asolada, ¿qué vas a hacer? Aunque te vistas de grana, aunque
te enjoyes con joyel de oro, aunque te pintes con polvos los ojos, en vano te
hermoseas: te han rechazado tus amantes: ¡tu muerte es lo que buscan!

31 Y entonces oí una voz como de parturienta, gritos como de
primeriza: era la voz de la hija de Sión, que gimiendo extendía sus palmas:

«¡Ay, pobre de mí, que mi alma desfallece a manos de asesinos!»

Jeremías 5

1 Recorred las calles de Jerusalén, mirad bien y enteraos; buscad por
sus plazas, a ver si topáis con alguno que practique la justicia, que busque la
verdad, y yo la perdonaría.

2 Pues, si bien dicen: «¡Por vida de Yahveh!», también juran en falso.
3 - ¡Oh Yahveh! tus ojos, ¿no son para la verdad? Les heriste, mas no

acusaron el golpe; acabaste con ellos, pero no quisieron
aprender.
Endurecieron sus caras más que peñascos, rehusaron convertirse.

4 Yo decía: «Naturalmente, el vulgo es necio, pues ignora el camino
de Yahveh, el derecho de su Dios.

5 Voy a acudir a los grandes y a hablar con ellos, porque ésos conocen
el camino de Yahveh, el derecho de su Dios.» Pues bien, todos a una habían
quebrado el yugo y arrancado las coyundas.

6 Por eso los herirá el león de la selva, el lobo de los
desiertos los
destrozará, el leopardo acechará sus ciudades: todo el que saliere de
ellas
será despedazado. - Porque son muchas sus rebeldías, y sus apostasías son
grandes.

7 ¿Cómo te voy a perdonar por ello? Tus hijos me dejaron y juraron
por el no - dios. Yo los harté, y ellos se hicieron adúlteros, y
el lupanar
frecuentaron.

8 Son caballos lustrosos y vagabundos: cada cual relincha por la mujer
de su prójimo.

9 ¿Y de esto no pediré cuentas? - oráculo de Yahveh -, ¿de una nación
así no se vengará mi alma?

10 Escalad sus murallas, destruid, mas no acabéis con ella. Quitad sus
sarmientos porque no son de Yahveh.


11 Porque bien me engañaron, la casa de Judá y la casa de Israel -
oráculo de Yahveh -.

12 Renegaron de Yahveh diciendo: «¡El no cuenta!, ¡no nos
sobrevendrá daño alguno, ni espada ni hambre veremos!

13 Cuanto a los profetas, el viento se los lleve, pues carecen de
Palabra.» - Así les será hecho.

14 Por tanto, así dice Yahveh, el Dios Sebaot: Por haber hablado ellos
tal palabra, he aquí que yo pongo las mías en tu boca como fuego, y a este
pueblo como leños, y los consumirá.

15 He aquí que yo traigo sobre vosotros, una nación de muy lejos, ¡oh
casa de Israel! - oráculo de Yahveh -; una nación que no mengua, nación
antiquísima aquélla, nación cuya lengua ignoras y no entiendes los que
habla;

16 cuyo carcaj es como tumba abierta: todos son valientes.

17 Comerá tu mies y tu pan, comerá a tus hijos e hijas, comerá tus
ovejas y vacas, comerá tus viñas e higueras; con la espada destruirá
tus
plazas fuertes en que confías.

18 Por lo demás, en los días aquellos - oráculo de Yahveh - todavía no
acabaré con vosotros.

19 - Y cuando dijereis: «¿Por qué nos hace Yahveh nuestro Dios todo
esto?», les dirás: «Lo mismo que me dejasteis a mí y servisteis a
dioses
extraños en vuestra tierra, así serviréis a extraños en una tierra no vuestra.»

20 Anunciad esto a la casa de Jacob y hacedlo oír en Judá:

21 - Ea, oíd esto, pueblo necio y sin seso - tienen ojos y no ven, orejas
y no oyen -:

22 ¿A mí no me temeréis? - oráculo de Yahveh -, ¿delante de mí no
temblaréis, que puse la arena por término al mar, límite eterno, que
no
traspasará? Se agitará, mas no lo logrará; mugirán sus olas, pero no pasarán.
23 Pero este pueblo tiene un corazón traidor y rebelde: traicionaron

llegando hasta el fin.

24 Y no se les ocurrió decir: «Ea, temamos a Yahveh nuestro Dios,
que da la lluvia tempranera y la tardía a su tiempo; que nos
garantiza las
semanas que regulan la siega.»

25 Todo esto lo trastornaron vuestras culpas y vuestros pecados os
privaron del bien.

26 Porque se encuentran en mi pueblo malhechores: preparan la red,
cual paranceros montan celada: ¡hombres son atrapados!

27 Como jaula llena de aves, así están sus casas llenas de fraudes. Así
se engrandecieron y se enriquecieron,

28 engordaron, se alustraron. Ejecutaban malas acciones. La causa del
huérfano no juzgaban y el derecho de los pobres no sentenciaban.

29 ¿Y de esto no pediré cuentas? - oráculo de Yahveh -, ¿de una
nación así no se vengará mi alma?

30 Algo pasmoso y horrendo se ha dado en la tierra:

31 los profetas profetizaron con mentira, y los sacerdotes dispusieron
a su guisa. Pero mi pueblo lo prefiere así. ¿A dónde vais a parar?


Jeremías 6

1 Escapad, hijos de Benjamín, de dentro de Jerusalén, en Técoa tañed
el cuerno, y sobre Bet Hakkérem izad bandera, porque una desgracia
amenaza del norte y un quebranto grande.

2 ¿Acaso a una deliciosa pradera te comparas, hija de Sión?

3 A ella vienen pastores con sus rebaños, han montado las tiendas,
junto a ella en derredor, y apacientan cada cual su manada.

4 - «¡Declaradle la guerra santa! ¡En pie y subamos contra ella a
mediodía!... ¡Ay de nosotros, que el día va cayendo, y se alargan
las
sombras de la tarde!...

5 ¡Pues arriba y subamos de noche y destruiremos sus alcázares!»

6 Porque así dice Yahveh Sebaot: «Talad sus árboles y alzad contra
Jerusalén un terraplén.» Es la ciudad de visita. Todo el mundo se atropella
en su interior.

7 Cual mana un pozo sus aguas, tal mana ella su malicia.

«¡Atropello!», «¡despojo!» - se oye decir en ella; ante mí de
continuo
heridas y golpes.

8 Aprende, Jerusalén, no sea que se despegue mi alma de ti, no sea
que te convierta en desolación, en tierra despoblada.

9 Así dice Yahveh Sebaot: Busca, rebusca como en una cepa en el
resto de Israel; vuelve a pasar tu mano como el vendimiador por los
pámpanos.

10 - ¿A quiénes que me oigan voy a hablar y avisar? He aquí que su
oído es incircunciso y no pueden entender. He aquí que la palabra de
Yahveh se les ha vuelto oprobio: no les agrada.

11 También yo estoy lleno de la saña de Yahveh y cansado de
retenerla. La verteré sobre el niño de la calle y sobre el grupo de mancebos
juntos. También el hombre y la mujer serán apresados, el viejo con
la
anciana.

12 Pasarán sus casas a otros, campos y mujeres a la vez, cuando
extienda yo mi mano sobre los habitantes de esta tierra - oráculo de Yahveh

-.

13 Porque desde el más chiquito de ellos hasta el más grande, todos
andan buscando su provecho, y desde el profeta hasta el sacerdote,
todos
practican el fraude.

14 Han curado el quebranto de mi pueblo a la ligera, diciendo: «¡Paz,
paz!», cuando no había paz.

15 ¿Se avergonzaron de las abominaciones que hicieron?
Avergonzarse, no se avergonzaron; sonrojarse, tampoco supieron; por tanto
caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite - dice Yahveh.

16 Así dice Yahveh: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por
los senderos antiguos, cuál es el camino bueno, y andad por
él, y
encontraréis sosiego para vuestras almas. Pero dijeron: «No vamos.»

17 Entonces les puse centinelas: «¡Atención al toque de cuerno!» Pero
dijeron: «No atendemos.»


ellos;

18 Por tanto, oíd, naciones, y conoce, asamblea, lo que vendrá sobre

19 oye, tierra: He aquí que traigo desgracia a este pueblo, como fruto

de sus pensamientos, porque a mis razones no atendieron, y por lo
que
respecta a mi Ley, la desecharon.

20 - ¿A qué traerme incienso de Seba y canela fina de país remoto? Ni
vuestros holocaustos me son gratos, ni vuestros sacrificios me complacen.

21 Por tanto, así dice Yahveh: Mirad que pongo a este pueblo
tropiezos y tropezarán en ellos padres e hijos a una, el vecino y su prójimo
perecerán.

22 Así dice Yahveh: Mirad que un pueblo viene de tierras del norte y
una gran nación se despierta de los confines de la tierra.

23 Arco y lanza blanden, crueles son y sin entrañas. Su voz como la
mar muge, y a caballo van montados, ordenados como un solo hombre para
la guerra contra ti, hija de Sión.

24 - Oímos su fama, flaquean nuestras manos, angustia nos asalta,
dolor como de parturienta.

25 No salgáis al campo, no andéis por el camino, que el enemigo lleva
espada: terror por doquier.

26 - Hija de mi pueblo, cíñete de sayal y revuélcate en ceniza, haz por
ti misma un duelo de hijo único, una endecha amarguísima, porque en
seguida viene el saqueador sobre nosotros.

27 - A ti te puse en mi pueblo por inquisidor sagaz para que
examinaras y probaras su conducta.

28 - Todos ellos son rebeldes que andan difamando; bronce y hierro;
todos son degenerados.

29 Jadeó el fuelle, el plomo se consumió por el fuego. En vano afinó
el afinador, porque la ganga no se desprendió.

30 Serán llamados «plata de desecho», porque Yahveh los desechó.

Jeremías 7

1 Palabra que llegó de parte de Yahveh a Jeremías:

2 Párate en la puerta de la Casa de Yahveh y proclamarás allí esta
palabra. Dirás: Oíd la palabra de Yahveh, todo Judá, los que
entráis por
estas puertas a postraros ante Yahveh.

3 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mejorad de conducta y de
obras, y yo haré que os quedéis en este lugar.

4 No fiéis en palabras engañosas diciendo: «¡Templo de Yahveh,
Templo de Yahveh, Templo de Yahveh es éste!»

5 Porque si mejoráis realmente vuestra conducta y obras, si realmente
hacéis justicia mutua

6 y no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda (y no
vertéis
sangre inocente en este lugar), ni andáis en pos de otros dioses para vuestro
daño,

7 entonces yo me quedaré con vosotros en este lugar, en la tierra que
di a vuestros padres desde siempre hasta siempre.


8 Pero he aquí que vosotros fiáis en palabras engañosas que de nada
sirven,

9 para robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal y seguir a
otros dioses que no conocíais.

10 Luego venís y os paráis ante mí en esta Casa llamada por mi
Nombre y decís: «¡Estamos seguros!», para seguir haciendo todas esas
abominaciones.

11 ¿En cueva de bandoleros se ha convertido a vuestros ojos esta Casa
que se llama por mi Nombre? ¡Que bien visto lo tengo! - oráculo de Yahveh

-.

12 Pues andad ahora a mi lugar de Silo, donde aposenté mi Nombre
antiguamente, y ved lo que hice con él ante la maldad de mi pueblo Israel.

13 Y ahora, por haber hecho vosotros todo esto - oráculo de Yahveh -
por más que os hablé asiduamente, aunque no me oísteis, y os llamé, mas
no respondisteis,

14 yo haré con la Casa que se llama por mi Nombre, en la que
confiáis, y con el lugar que os di a vosotros y a vuestros padres, como hice
con Silo,

15 y os echaré de mi presencia como eché a todos vuestros hermanos,
a toda la descendencia de Efraím.

16 En cuanto a ti, no pidas por este pueblo ni eleves por ellos plegaria
ni oración, ni me insistas, porque no te oiré.

17 ¿Es que no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y por las
calles de Jerusalén?

18 Los hijos recogen leña, los padres prenden fuego, las mujeres
amasan para hacer tortas a la Reina de los Cielos, y se liba en
honor de
otros dioses para exasperarme.

19 ¿A mí me exasperan ésos? - oráculo de Yahveh -, ¿no es a sí
mismos, para vergüenza de sus rostros?

20 Por tanto, así dice el Señor Yahveh: He aquí que mi ira y mi saña
se vuelca sobre este lugar, sobre hombres y bestias bestias, sobre
los
árboles del campo y el fruto del suelo; arderá y no se apagará.

21 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel. Añadid vuestros
holocaustos a vuestros sacrificios y comeos la carne.

22 Que cuando yo saqué a vuestros padres del país de Egipto, no les
hablé ni les mandé nada tocante a holocausto y sacrificio.

23 Lo que les mandé fue esto otro: «Escuchad mi voz y yo seré
vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y seguiréis todo camino que yo os
mandare, para que os vaya bien.»

24 Mas ellos no escucharon ni prestaron el oído, sino que procedieron
en sus consejos según la pertinacia de su mal corazón, y se
pusieron de
espaldas, que no de cara;

25 desde la fecha en que salieron vuestros padres del país de Egipto
hasta el día de hoy, os envié a todos mis siervos, los profetas,
cada día
puntualmente.


26 Pero no me escucharon ni aplicaron el oído, sino que atiesando la
cerviz hicieron peor que sus padres.

27 Les dirás, pues, todas estas palabras, mas no te escucharán. Les
llamarás y no te responderán.

28 Entonces les dirás: Esta es la nación que no ha escuchado la voz de
Yahveh su Dios, ni ha querido aprender. Ha perecido la lealtad, ha
desaparecido de su boca.

29 Córtate tus guedejas y tíralas, y entona por los calveros una elegía;
que Yahveh ha desechado y repudiado a la generación objeto de su cólera.

30 Los hijos de Judá han hecho lo que me parece malo - oráculo de
Yahveh -: han puesto sus Monstruos abominables en la Casa que llaman por
mi Nombre profanándola,

31 y han construido los altos de Tófet - que está en el valle de Ben
Hinnom - para quemar a sus hijos e hijas en el fuego, cosa que
nos les
mandé ni me pasó por las mientes.

32 Por tanto, he aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no
se hablará más de Tófet, ni del valle de Ben Hinnom, sino del “valle de la
Matanza”. Se harán enterramientos en Tófet por falta de sitio,

33 y los cadáveres de este pueblo servirán de comida a las aves del
cielo y a las bestias de la tierra, sin que haya quien las espante.

34 Suspenderé en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén
toda voz de gozo y alegría, la voz del novio y la voz de la novia; porque
toda la tierra quedará desolada.

Jeremías 8

1 En aquel tiempo - oráculo de Yahveh - sacarán de sus tumbas los
huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus príncipes, los huesos de los
sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los moradores
de
Jerusalén,

2 y los dispersarán ante el sol, la luna y todo el ejército
celeste a
quienes amaron y sirvieron, a quienes siguieron, consultaron y
adoraron,
para no ser recogidos ni sepultados más: se volverán estiércol sobre la haz
de la tierra.

3 Y será preferible la muerte a la vida para todo el resto que
subsistiere de este linaje malo adondequiera que yo les relegue - oráculo de
Yahveh Sebaot -.

4 Les dirás: Así dice Yahveh: Los que caen ¿no se levantan? y si uno
se extravía ¿no cabe tornar?

5 Pues ¿por qué este pueblo sigue apostatando, Jerusalén con apostasía
perpetua? Se aferran a la mentira, rehúsan convertirse.

6 He escuchado atentamente: no hablan a derechas. Nadie deplora su
maldad diciendo: «¿Qué he hecho?» Todos se extravían, cada cual en su
carrera, cual caballo que irrumpe en la batalla.

7 Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la
golondrina o la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo
ignora el derecho de Yahveh.


8 ¿Cómo decís: «Somos sabios, y poseemos la Ley de Yahveh?»
Cuando es bien cierto que en mentira la ha cambiado el cálamo mentiroso
de los escribas.

9 Los sabios pasarán vergüenza, serán abatidos y presos. He aquí que
han desechado la palabra de Yahveh, y su sabiduría ¿de qué les sirve?

10 Así que yo daré sus mujeres a otros, sus campos a nuevos amos,
porque del más chiquito al más grande todos andan buscando su provecho,
y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el fraude.

11 Han curado el quebranto de la hija de mi pueblo a la ligera,
diciendo: «¡Paz, paz!», cuando no había paz.

12 ¿Se avergonzaron de las abominaciones que hicieron?

¡Avergonzarse, no se avergonzaron; sonrojarse, tampoco supieron! Por
tanto caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite -
dice
Yahveh -.

13 Quisiera recoger de ellos alguna cosa - oráculo de Yahveh - pero
no hay racimos en la vid ni higos en la higuera, y están mustias sus hojas.
Es que yo les he dado quien les despoje.

14 - «¿Por qué nos quedamos tranquilos? ¡Juntaos, vamos a las plazas
fuertes para enmudecer allí, pues Yahveh nuestro Dios nos hace morir y nos
propina agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh!

15 Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se
presenta el miedo.

16 Desde Dan se deja oír. el resuello de sus caballos. Al relincho
sonoro de sus corceles tembló la tierra toda. Vendrán y comerán el país y
sus bienes, la ciudad y sus habitantes.»

17 - Sí, he aquí que yo envío contra vosotros sierpes venenosas contra
las que no existe encantamiento, y os picarán - oráculo de Yahveh -.

18 Sin remedio el dolor me acomete, el corazón me falla;

19 he aquí el grito lastimero de la hija de mi pueblo desde todos los
rincones del país: «¿No está Yahveh en Sión? ¿su Rey no mora ya en ella?
(¿Por qué me han irritado con sus ídolos, con esas Vanidades traídas
del
extranjero?)

20 La siega pasó, el verano acabó, mas nosotros no estamos a salvo.»
21 Me duele el quebranto de la hija de mi pueblo; estoy abrumado, el

pánico se apodera de mí.

22 ¿No hay sandáraca en Galaad?, ¿no quedan médicos allí? Pues

¿cómo es que no llega el remedio para la hija de mi pueblo?

23 ¡Quién convirtiera mi cabeza en llanto, mis ojos en manantial de
lágrimas para llorar día y noche a los muertos de la hija de mi pueblo!

Jeremías 9

1 ¡Quién me diese en el desierto una posada de caminantes, para poder
dejar a mi pueblo y alejarme de su compañía! Porque todos ellos son
adúlteros, un hatajo de traidores


2 que tienden su lengua como un arco. Es la mentira, que no la verdad,
lo que prevalece en esta tierra. Van de mal en peor, y a Yahveh desconocen.
3 ¡Que cada cual se guarde de su prójimo!, ¡desconfiad de cualquier
hermano!, porque todo hermano pone la zancadilla, y todo prójimo propala

la calumnia.

4 Se engañan unos a otros, no dicen la verdad; han avezado sus
lenguas a mentir, se han pervertido, incapaces

5 de convertirse. Fraude por fraude, engaño por engaño, se niegan a
reconocer a Yahveh.

6 Por ende, así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo voy a afinarlos y
probarlos; mas ¿cómo haré para tratar a la hija de mi pueblo?

7 Su lengua es saeta mortífera, las palabras de su boca, embusteras. Se
saluda al prójimo, pero por dentro se le pone celada.

8 Y por estas acciones, ¿no les he de castigar? - oráculo de Yahveh -,

¿de una nación así no se vengará mi alma?

9 Alzo sobre los montes lloro y lamento, y una elegía por las dehesas
del desierto, porque han sido incendiadas; nadie pasa por allí, y no se oyen
los gritos del ganado. Desde las aves del cielo hasta las bestias, todas han
huido, se han marchado.

10 Voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, guarida de
chacales, y de las ciudades de Judá haré una soledad sin ningún habitante.

11 ¿Quién es el sabio?, pues que entienda esto; a quién ha hablado la
boca de Yahveh?, pues que lo diga; ¿por qué el país se ha perdido,
incendiado como el desierto donde no pasa nadie?

12 Yahveh lo ha dicho: Es que han abandonado mi Ley que yo les
propuse, y no han escuchado mi voz ni la han seguido;

13 sino que han ido en pos de la inclinación de sus corazones tercos,
en pos de los Baales que sus padres les enseñaron.

14 Por eso, así dice Yahveh Sebaot, el dios de Israel: He aquí que voy
a dar de comer a este pueblo ajenjo y les voy a dar de beber
agua
emponzoñada.

15 Les voy a dispersar entre las naciones desconocidas de ellos y de
sus padres, y enviaré detrás de ellos la espada hasta exterminarlos.

16 Así habla Yahveh Sebaot: ¡Hala! Llamad a las plañideras, que
vengan: mandad por las más hábiles, que vengan.

17 ¡Pronto! que entonen por nosotros una lamentación. Dejen caer
lágrimas nuestros ojos, y nuestros párpados den curso al llanto.

18 Sí, una lamentación se deja oír desde Sión: «¡Ay, que somos
saqueados!, ¡qué vergüenza tan grande, que se nos hace dejar nuestra tierra,
han derruido nuestros hogares!»

19 Oíd, pues, mujeres, la palabra de Yahveh; reciba vuestro oído la
palabra de su boca: Enseñad a vuestras hijas esta lamentación, y las unas a
las otras esta elegía:

20 «La muerte ha trepado por nuestras ventanas, ha entrado en
nuestros palacios, barriendo de la calle al chiquillo, a los mozos
de las
plazas.


21 ¡Habla! Tal es el oráculo de Yahveh: Los cadáveres humanos
yacen como boñigas por el campo, como manojos detrás del segador, y no
hay quien los reúna.»

22 Así dice Yahveh: No se alabe el sabio por su sabiduría, ni se alabe
el valiente por su valentía, ni se alabe el rico por su riqueza;

23 mas en esto se alabe quien se alabare: en tener seso y conocerme,
por que yo soy Yahveh, que hago merced, derecho y justicia sobre la tierra,
porque en eso me complazco - oráculo de Yahveh -.

24 He aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que he de visitar
a todo circuncidado que sólo lo sea en su carne:

25 a Egipto, Judá, Edom y a los hijos de Ammón, a Moab, y a todos
los de sien rapada, los que moran en el desierto. Porque todas estas gentes
lo son. Pero también los de la casa de Israel son incircuncisos de corazón.

Jeremías 10

1 Oíd la palabra que os dedica Yahveh, oh casa de Israel.

2 Así dice Yahveh: Al proceder de los gentiles no os habituéis, ni de
los signos celestes os espantéis. ¡Que se espanten de ellos los gentiles!

3 Porque las costumbres de los gentiles son vanidad: un madero del
bosque, obra de manos del maestro que con el hacha lo cortó,

4 con plata y oro lo embellece, con clavos y a martillazos se lo sujeta
para que no se menee.

5 Son como espantajos de pepinar, que ni hablan. Tienen que ser
transportados, porque no andan. No les tengáis miedo, que no hacen ni bien
ni mal.

6 No hay como tú, Yahveh; grande eres tú, y grande tu Nombre en
poderío.

7 ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? Porque a ti se te debe eso.
Porque entre todos los sabios de las naciones y entre todos sus
reinos no
hay nadie como tú.

8 Todos a la par son estúpidos y necios: lección de madera la que dan
los ídolos.

9 Plata laminada, de Tarsis importada, y oro de Ofir; hechura de
maestro y de manos de platero (de púrpura violeta y escarlata es su vestido):
todos son obra de artistas.

10 Pero Yahveh es el Dios verdadero; es el Dios vivo y el Rey eterno.
Cuando se irrita, tiembla la tierra, y no aguantan las
naciones su
indignación.

11 (Así les diréis: «Los dioses que no hicieron el cielo ni la
tierra,
perecerán de la tierra y de debajo del cielo.»)

12 El es quien hizo la tierra con su poder, el que estableció el orbe con
su saber, y con su inteligencia expandió los cielos.

13 Cuando da voces, hay estruendo de aguas en los cielos, y hace
subir las nubes desde el extremo de la tierra. El hace los relámpagos para la
lluvia y saca el viento de sus depósitos.


14 Todo hombre es torpe para comprender, se avergüenza del ídolo
todo platero, porque sus estatuas son una mentira y no hay espíritu en ellas.

15 Vanidad son, cosa ridícula; al tiempo de su visita perecerán.

16 No es así la «Parte de Jacob», pues él es el plasmador del universo,
y aquel cuyo heredero es Israel; Yahveh Sebaot es su nombre.

17 Recoge del suelo tu mercancía, oh tú, que estás sitiada:

18 porque así dice Yahveh: He aquí que yo voy a hondear a los
moradores del país - ¡esta vez va de veras! - y les apremiaré de modo que
den conmigo.

19 - «¡Ay de mí, por mi quebranto! ¡me duele la herida! Y yo que
decía: “Ese es un sufrimiento, pero me lo aguantaré”...

20 Mi tienda ha sido saqueada, y todos mis tensores arrancados. Mis
hijos me han sido quitados y no existen. No hay quien despliegue ya
mi
tienda ni quien ice mis toldos.»

21 - Es que han sido torpes los pastores y no han buscado a Yahveh;
así no obraron cuerdamente, y toda su grey fue dispersada.

22 ¡Se oye un rumor! ¡ya llega!: un gran estrépito del país del norte,
para trocar las ciudades de Judá en desolación, guarida de chacales.

23 Yo sé, Yahveh, que no depende del hombre su camino, que no es
del que anda enderezar su paso.

24 Corrígeme, Yahveh, pero con tino, no con tu ira, no sea que me
quede en poco.

25 Vierte tu cólera sobre las naciones que te desconocen, y sobre los
linajes que no invocan tu Nombre. Porque han devorado a Jacob hasta
consumirle, lo han devorado y su mansión han desolado.

Jeremías 11

1 Palabra que llegó de parte de Yahveh a Jeremías:

2 Oíd los términos de esta alianza y hablad a los hombres de Judá y a
los habitantes de Jerusalén,

3 y diles: Así dice Yahveh, el Dios de Israel: Maldito el varón que no
escuche los términos de esta alianza

4 que mandé a vuestros padres el día que los saqué de Egipto, del
crisol de hierro, diciéndoles: «Oíd mi voz y obrad conforme a lo que os he
mandado; y así seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios,

5 en orden a cumplir el juramento que hice a vuestros padres, de
darles una tierra que mana leche y miel - como se cumple hoy.» Respondí y
dije: ¡Amén, Yahveh!

6 Y me dijo Yahveh: Pregona todas estas palabras por las ciudades de
Judá y por las calles de Jerusalén: «Oíd los términos de esta
alianza y
cumplidlos:

7 que bien advertí a vuestros padres el día que les hice subir de Egipto,
y hasta la fecha he insistido en advertírselo: ¡Oíd mi voz!


8 Mas no oyeron ni aplicaron el oído, sino que cada cual procedió
según la terquedad de su corazón malo. Y así he aplicado contra ellos todos
los términos de dicha alianza que les mandé cumplir y no lo hicieron.»

9 Y me dijo Yahveh: Se ha descubierto una conjura entre los hombres
de Judá y entre los habitantes de Jerusalén.

10 Han reincidido en las culpas de sus mayores, que rehusaron
escuchar mis palabras: se han ido en pos de otros dioses para servirles; han
violado la casa de Israel y la casa de Judá mi alianza, que pacté
con sus
padres.

11 Por ende, así dice Yahveh: He aquí que yo les traigo una desgracia
a la que no podrán hurtarse; y aunque se me quejaren, no les oiré.

12 ¡Que vayan las ciudades de Judá y los moradores de Jerusalén, y
que se quejen a los dioses a quienes inciensan!, que lo que es salvarles, no
les salvarán al tiempo de su desgracia.

13 Pues cuantas son tus ciudades, otros tantos son tus dioses, Judá; y
cuantas calles cuenta Jerusalén, otros tantos altares a la Vergüenza,
otros
tantos altares hay de Baal.

14 En cuanto a ti, no pidas por este pueblo, ni eleves por ellos plegaria
ni oración, porque no he de oír cuando clamen a mí por su desgracia.

15 ¿Qué hace mi amada en mi Casa?; su obrar ¿no es pura doblez?

¿Es que los votos y la carne consagrada harán pasar de ti tu
desgracia?
Entonces sí que te regocijarías.

16 «Olivo frondoso, lozano, de fruto hermoso» te había puesto
Yahveh por nombre. Pero con gran estrépito le ha prendido fuego, y se han
quemado sus guías.

17 Yahveh Sebaot, que te plantó, te ha sentenciado, dada la maldad
que ha cometido la casa de Israel y la casa de Judá, exasperándome
por
incensar a Baal.

18 Yahveh me lo hizo saber, y me enteré de ello. Entonces me
descubriste, Yahveh, sus maquinaciones.

19 Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin
saber que contra mí tramaban maquinaciones: «Destruyamos el árbol en su
vigor; borrémoslo de la tierra de los vivos, y su nombre no vuelva
a
mentarse.»

20 ¡Oh Yahveh Sebaot, juez de lo justo, que escrutas los riñones y el
corazón!, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he
manifestado mi
causa.

21 Y en efecto, así dice Yahveh tocante a los de Anatot, que buscan
mi muerte diciendo: «No profetices en nombre de Yahveh, y no morirás a
nuestras manos».

22 Por eso así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo les voy a visitar.

Sus mancebos morirán por la espada, sus hijos e hijas morirán de hambre,
23 y no quedará de ellos ni reliquia cuando yo traiga la desgracia a los

de Anatot, el año en que sean visitados.

Jeremías 12


1 Tu llevas la razón, Yahveh, cuando discuto contigo, no obstante,
voy a tratar contigo un punto de justicia. ¿Por qué tienen suerte los malos, y
son felices todos los felones?

2 Los plantas, y enseguida arraigan, van a más y dan fruto. Cerca estás
tú de sus bocas, pero lejos de sus riñones.

3 En cambio a mí ya me conoces, Yahveh; me has visto y has
comprobado que mi corazón está contigo. Llévatelos como ovejas al
matadero, y conságralos para el día de la matanza.

4 (¿Hasta cuándo estará de luto la tierra y la hierba de todo el campo
estará seca? Por la maldad de los que moran en ella han
desaparecido
bestias y aves.) Porque han dicho: «No ve Dios nuestros senderos.»

5 - Si con los de a pie corriste y te cansaron, ¿cómo competirás con los
de a caballo? Y si en tierra abierta te sientes seguro. ¿qué harás
entre el
boscaje del Jordán?

6 Porque incluso tus hermanos y la casa de tu padre, ésos también te
traicionarán y a tus espaldas gritarán. No te fíes de ellos cuando te digan
hermosas palabras.

7 Dejé mi casa, abandoné mi heredad, entregué el cariño de mi alma
en manos de sus enemigos.

8 Se ha portado conmigo mi heredad como un león en la selva: me
acosaba con sus voces; por eso la aborrecí.

9 ¿Es por ventura un pájaro pinto mi heredad? Las rapaces merodean
sobre ella. ¡Andad, juntaos, fieras todas del campo: id al yantar!

10 Entre muchos pastores destruyeron mi viña, hollaron mi heredad,
trocaron mi mejor campa en un yermo desolado.

11 La convirtieron en desolación lamentable, en inculta para mí.
Totalmente desolado está todo el país porque no hay allí nadie que lo sienta.

12 Sobre todos los calveros del desierto han venido saqueadores
(porque una espada tiene Yahveh devorada), de un cabo al otro de la tierra
no hubo cuartel para alma viviente.

13 Sembraron trigo, y espinos segaron, se afanaron sin provecho.
Vergüenza les dan sus cosechas, por causa de la ira ardiente de Yahveh.

14 Así dice Yahveh: En cuanto a todos los malos vecinos que han
tocado la heredad que di en precio a mi pueblo Israel, he aquí que yo los
arranco de su solar. (Y a la casa de Judá voy a arrancarla de en medio de
ellos.)

15 Pero luego de haberlos arrancado, me volveré y les tendré lástima,
y les haré retornar, cada cual a su heredad y a su tierra.

16 Y entonces, si de veras aprendieron el camino de mi pueblo
jurando en mi Nombre: «¡Por vida de Yahveh!» - lo mismo que ellos
enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal - serán restablecidos a la par de mi
pueblo.

17 Mas si no obedecen, arrancaré a aquella gente y arrancada quedará
y la haré perecer - oráculo de Yahveh -.

Jeremías 13


1 Yahveh me dijo así: «Anda y cómprate una faja de lino y te la pones
a la cintura, pero no la metas en agua.»

2 Compré la faja, según la orden de Yahveh, y me la puse a la cintura.
3 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh por la segunda vez:

4 «Toma la faja que has comprado y que llevas a la cintura, levántate
y vete al Eufrates y la escondes allí en un resquicio de la peña.»

5 Yo fui y la escondí en el Eufrates como me había mandado Yahveh.
6 Al cabo de mucho tiempo me dijo Yahveh: «Levántate, vete al

Eufrates y recoges de allí la faja que te mandé que escondieras allí.»

7 Yo fui al Eufrates, cavé, recogí la faja del sitio donde la había
escondido y he aquí que se había echado a perder la faja: no valía
para
nada.

8 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:

9 «Así dice Yahveh: Del mismo modo echaré a perder la mucha
soberbia de Judá y de Jerusalén.

10 Ese pueblo malo que rehúsa oír mis palabras, que caminan según la
terquedad de sus corazones y han ido en pos de otros dioses a servirles y
adorarles, serán como esta faja que no vale para nada.

11 Porque así como se pega la faja a la cintura de uno, de igual modo
hice apegarse a mí a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá - oráculo
de Yahveh - con idea de que fuesen mi pueblo, mi nombradía, mi loor y mi
prez, pero ellos no me oyeron.

12 Diles este refrán: Así dice Yahveh, el Dios de Israel: «Todo cántaro
se puede llenar de vino.» Ellos te dirán: «¿No sabemos de sobra que todo
cántaro se puede llenar de vino?»

13 Entonces les dices: «Pues así dice Yahveh: He aquí que yo lleno de
borrachera a todos los habitantes de esta tierra, a los reyes
sucesores de
David en el trono, a los sacerdotes y profetas y a todos los
habitantes de
Jerusalén,

14 y los estrellaré, a cada cual contra su hermano, padres e hijos a una

- oráculo de Yahveh - sin que piedad, compasión y lástima me quiten de
destruirlos.»

15 Oíd y escuchad, no seáis altaneros, porque habla Yahveh.

16 Dad gloria a vuestro Dios Yahveh antes que haga oscurecer, y
antes que se os vayan los pies sobre la sierra oscura, y esperéis la luz, y él
la
haya convertido en negrura, la haya trocado en tiniebla densa.

17 Pero si no le oyereis, en silencio llorará mi alma por ese orgullo, y
dejarán caer mi ojos lágrimas, y verterán copiosas lágrimas, porque va
cautiva la grey de Yahveh.

18 Di al rey y a la Gran Dama: Humillaos, sentaos, porque ha caído de
vuestras cabezas vuestra diadema preciosa.

19 Las ciudades del Négueb están cercadas, y no hay quien abra. Todo
Judá es deportado, deportado en masa.

20 Alza tus ojos, Jerusalén, y mira a los que vienen del norte. ¿Dónde
está la grey que se te dio, tus preciosas ovejas?


21 ¿Qué dirás cuando te visiten con autoridad sobre ti? Pues lo que tú
les enseñabas a hacer sobre ti eran caricias. ¿No te acometerán
dolores
como de parturienta?

22 Pero acaso digas en tus adentros: «¿Por qué me ocurren estas
cosas?» Por tu gran culpa han sido alzadas tus faldas y han sido forzados
tus calcañales.

23 ¿Muda el kusita su piel, o el leopardo sus pintas? ¡También
vosotros podéis entonces hacer el bien, los avezados a hacer el mal!

24 Por eso os esparcí como paja liviana al viento de la estepa.

25 Esa es tu suerte, el tanto por tu medida que te toca de mi parte -
oráculo de Yahveh -: por cuanto que me olvidaste y te fiaste de la Mentira.

26 Pues también yo te he levantado las faldas sobre tu rostro, y se ha
visto tu indecencia.

27 ¡Ah, tus adulterios y tus relinchos, la bajeza de tu prostitución!
Sobre los altos, por la campiña he visto tus Monstruos abominables. ¡Ay de
ti, Jerusalén, que no estás pura! ¿Hasta cuándo todavía...?

Jeremías 14

1 Palabra de Yahveh a Jeremías, a propósito de la sequía.

2 Judá está de luto, y sus ciudades lánguidas: están sórdidas de tierra,
y sube el alarido de Jerusalén.

3 Sus nobles mandaban a los pequeños por agua: llegaban a los aljibes
y no la encontraban; volvían con sus cántaros vacíos. Quedaban
confundidos y avergonzados y se cubrían la cabeza.

4 El suelo está consternado por no haber lluvia en la tierra. Confusos
andan los labriegos, se han cubierto la cabeza.

5 Hasta la cierva en el campo parió y abandonó, porque no había
césped.

6 Los onagros se paraban sobre los calveros, aspiraban el aire como
chacales, tenían los ojos consumidos por falta de hierba.

7 Aunque nuestras culpas atesten contra nosotros, Yahveh, obra por
amor de tu Nombre. Cierto, son muchas nuestras apostasías, contra ti hemos
pecado.

8 ¡Oh esperanza de Israel, Yahveh, Salvador suyo en tiempo de
angustia! ¿Por qué has de ser cual forastero en la tierra, o cual viajero que
se tumba para hacer noche?

9 ¿Por qué has de ser como un pasmado, como un valiente incapaz de
ayudar? Pues tú estás entre nosotros, Yahveh, y por tu Nombre se nos
llama, ¡no te deshagas de nosotros!

10 Así dice Yahveh de este pueblo: ¡Cómo les gusta vagabundear!, no
contienen sus pies. Pero Yahveh no se complace en ellos: ahora se
va a
acordar de su culpa y a castigar su pecado.

11 Y me dijo Yahveh: «No intercedas en pro de este pueblo.

12 Así ayunen, no escucharé su clamoreo; y así levanten holocausto y
ofrenda, no me complacerán; sino que con espada, con hambre y con peste
voy a acabarlos.»


13 Dije yo: «¡Ah, Señor Yahveh! Pues he aquí que los profetas están
diciéndoles: No veréis espada, ni tendréis hambre, sino que voy a daros paz
segura en este lugar.»

14 Y me dijo Yahveh: «Mentira profetizan esos profetas en mi
nombre. Yo no les he enviado ni dado instrucciones, ni les he
hablado.
Visión mentirosa, augurio fútil y delirio de sus corazones os dan por
profecía.

15 Por tanto, así dice Yahveh: Tocante a los profetas que profetizan en
mi nombre sin haberles enviado yo, y que dicen: No habrá espada ni
hambre en este país, con espada y con hambre serán rematados los
tales
profetas,

16 y el pueblo al que profetizan yacerá derribado por las calles de
Jerusalén, por causa del hambre y de la espada, y no habrá sepulturero para
ellos ni para sus mujeres, sus hijos y sus hijas; pues volcaré
sobre ellos
mismos su maldad.»

17 Les dirás esta palabra: Dejen caer mis ojos lágrimas de noche y de
día sin parar, porque de quebranto grande es quebrantada la doncella, hija
de mi pueblo, de golpe gravísimo,

18 Si salgo al campo encuentro heridos de espada; y si entro en la
ciudad, encuentro desfallecidos de hambre. Y aun el mismo profeta, aun el
mismo sacerdote andan errantes por el país y nada saben.

19 - ¿Es que has desechado a Judá? ¿o acaso de Sión se ha hastiado tu
alma? ¿Por qué nos has herido, que no tenemos cura? Esperábamos paz, y
no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se presenta el miedo.

20 Reconocemos, Yahveh, nuestras maldades, la culpa de nuestros
padres; que hemos pecado contra ti.

21 No desprecies, por amor de tu Nombre, no deshonres la sede de tu
Gloria. Recuerda, no anules tu alianza con nosotros.

22 ¿Hay entre las Vanidades gentílicas quienes hagan llover? ¿o acaso
los cielos dan de suyo la llovizna? ¿No eres tú mismo, oh Yahveh? ¡Dios
nuestro, esperamos en ti, porque tú hiciste todas estas cosas!

Jeremías 15

1 Y me dijo Yahveh: Aunque se me pongan Moisés y Samuel por
delante, no estará mi alma por este pueblo. Échales de mi presencia y que
salgan.

2 Y como te digan: «¿A dónde salimos?», les dices: Así dice Yahveh:
Quien sea para la muerte, a la muerte; quien para la espada, a la
espada;
quien para el hambre, al hambre, y quien para el cautiverio, al cautiverio.

3 Haré que se encarguen de ellos cuatro géneros (de males) - oráculo
de Yahveh -: la espada para degollar, los perros para despedazar, las aves
del cielo y las bestias terrestres para devorar y estragar.

4 Los convertiré en espantajo para todos los reinos de la tierra,
por
culpa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en
Jerusalén.


5 ¿Quién, pues, te tendrá lástima, Jerusalén? ¿quién meneará la cabeza
por ti? ¿quién se alargará a saludarte?

6 Tú me has abandonado - oráculo de Yahveh - de espaldas te has ido.
Pues yo extiendo mi mano sobre ti y te destruyo. Estoy cansado de
apiadarme,

7 y voy a beldarlos con el bieldo en las puertas del país. He dejado sin
hijos, he malhadado a mi pueblo, porque de sus caminos no se convertían.

8 Yo les he hecho más viudas que la arena de los mares. He traído
sobre las madres de los jóvenes guerreros al saqueador en
el pleno
mediodía. He hecho caer sobre ellos de pronto sobresalto y alarma.

9 Mal lo pasó la madre de siete hijos: exhalaba el alma, se puso su sol
siendo aún de día, se avergonzó y se abochornó. Y lo que queda de ellos, a
la espada voy a entregarlo delante de sus enemigos - oráculo de Yahveh -.

10 ¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz varón discutido y
debatido por todo el país! Ni les debo, ni me deben, ¡pero todos me
maldicen!

11 Di, Yahveh, si no te he servido bien: intercedí ante ti por mis
enemigos en el tiempo de su mal y de su apuro.

12 ¿Se mella el hiero, el hierro del norte, y el bronce?

13 Tu haber y tus tesoros al pillaje voy a dar gratis, por todos
tus
pecados en todas tus fronteras,

14 y te haré esclavo de tus enemigos en un país que no conoces,
porque un fuego ha saltado en mi ira que sobre vosotros estará encendido.

15 Tú lo sabes. Yahveh, acuérdate de mí, visítame y véngame de mis
perseguidores. No dejes que por alargarse tu ira sea yo arrebatado. Sábelo:
he soportado por ti el oprobio.

16 Se presentaban tus palabras, y yo las devoraba; era tu palabra para
mí un gozo y alegría de corazón, porque se me llamaba por tu Nombre
Yahveh, Dios Sebaot.

17 No me senté en peña de gente alegre y me holgué: por obra tuya,
solitario me senté, porque de rabia me llenaste.

18 ¿Por qué ha resultado mi penar perpetuo, y mi herida irremediable,
rebelde a la medicina? ¡Ay! ¿serás tú para mí como un espejismo, aguas no
verdaderas?

19 Entonces Yahveh dijo así: Si te vuelves por que yo te haga volver,
estarás en mi presencia; y si sacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca.
Que ellos se vuelvan a ti, y no tú a ellos.

20 Yo te pondré para este pueblo por muralla de bronce inexpugnable.
Y pelearán contigo, pero no te podrán, pues contigo estoy yo para librarte y
salvarte - oráculo de Yahveh -.

21 Te salvaré de mano de los malos y te rescataré del puño de esos
rabiosos.

Jeremías 16

1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 No tomes mujer ni tengas hijos ni hijas en este lugar.


3 Que así dice Yahveh de los hijos e hijas nacidos en este lugar, de sus
madres que los dieron a luz y de sus padres que los engendraron en esta
tierra:

4 De muertes miserables morirán, sin que sean plañidos ni sepultados.
Se volverán estiércol sobre la haz del suelo. Con espada y hambre
serán
acabados, y serán sus cadáveres pasto para las aves del cielo y las bestias de
la tierra.

5 Sí, así dice Yahveh: No entres en casa de duelo, ni vayas a plañir, ni
les consueles; pues he retirado mi paz de este pueblo - oráculo de Yahveh -
la merced y la compasión.

6 Morirán grandes y chicos en esta tierra. No se les sepultará, ni nadie
les plañirá, ni se arañarán ni se raparán por ellos,

7 ni se partirá el pan al que está de luto para consolarle por el muerto,
ni le darán a beber la taza consolatoria por su padre o por su madre.

8 Y en casa de convite tampoco entres a sentarte con ellos a comer y
beber.

9 Que así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que voy a
hacer desaparecer de este lugar, a vuestros propios ojos y en vuestros días,
toda voz de gozo y alegría, la voz del novio y la voz de la novia.

10 Luego, cuando hayas comunicado a este pueblo todas estas
palabras, y te digan: «¿Por qué ha pronunciado Yahveh contra nosotros
toda esta gran desgracia? ¿cuál es nuestra culpa, y cuál nuestro pecado que
hemos cometido contra Yahveh nuestro Dios?»,

11 tú les dirás: «Es porque me dejaron vuestros padres - oráculo de
Yahveh - y se fueron tras otros dioses y les sirvieron y adoraron, y a mí me
dejaron, y mi Ley no guardaron.

12 Y vosotros mismos habéis hecho peor que vuestros padres, pues he
aquí que va cada uno en pos de la dureza de su mal corazón, sin
escucharme.

13 Pero yo os echaré lejos de esta tierra, a otra que no habéis conocido
vosotros ni vuestros padres, y serviréis allí a otros dioses día y noche, pues
no os otorgaré perdón.»

14 En efecto, mirad que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no
se dirá más: «¡Por vida de Yahveh, que subió a los hijos de
Israel de
Egipto!»,

15 sino: «¡Por vida de Yahveh, que subió a los hijos de Israel del país
del norte, y de todos los países a donde los arrojara!» Pues yo los devolveré
a su solar, que di a sus padres.

16 He aquí que envío a muchos pescadores - oráculo de Yahveh - y
los pescarán. Y luego de esto enviaré a muchos cazadores, y los cazarán de
encima de cada monte y de cada cerro y de los resquicios de las peñas.

17 Porque mis ojos están puestos sobre todos sus caminos: no se me
ocultan, ni se zafa su culpa de delante de mis ojos.

18 Pagaré doblado por su culpa y su pecado, porque ellos execraron
mi tierra con la carroña de sus Monstruos abominables, y de
sus
Abominaciones llenaron mi heredad.


19 ¡Oh Yahveh, mi fuerza y mi refuerzo, mi refugio en día de apuro!
A ti las gentes vendrán de los confines de la tierra y dirán: ¡Luego Mentira
recibieron de herencia nuestros padres, Vanidad y cosas sin provecho!

20 ¿Es que va a hacerse el hombre dioses para sí? ¡aunque aquellos no
son dioses!

21 Por tanto, he aquí que yo les hago conocer - esta vez sí - mi mano y
mi poderío, y sabrán que mi nombre es Yahveh.

Jeremías 17

1 El pecado de Judá está escrito con buril de hierro; con punta de
diamante está grabado sobre la tabla de su corazón y en los cuernos de sus
aras,

2 así, recordarán sus hijos sus aras y sus cipos cabe los árboles
frondosos, sobre los oteros altos,

3 mi monte, en la campiña. Tu haber y todos tus tesoros al pillaje voy
a dar, en pago por todos tus pecados de los altos, en todas tus fronteras.

4 Tendrás que deshacerte de tu heredad que yo te di, y te haré esclavo
de tus enemigos en un país que no conoces, porque un fuego ha saltado en
mi ira que para siempre estará encendido.

5 Así dice Yahveh: Maldito sea aquel que fía en hombre, y hace de la
carne su apoyo, y de Yahveh se aparta en su corazón.

6 Pues es como el tamarisco en la Arabá, y no verá el bien cuando
viniere. Vive en los sitios quemados del desierto, en saladar inhabitable.

7 Bendito sea aquel que fía en Yahveh, pues no defraudará Yahveh su
confianza.

8 Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la
corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará
su
follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto.

9 El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?
10 Yo, Yahveh, exploro el corazón, pruebo los riñones, para dar a

cada cual según su camino, según el fruto de sus obras.

11 La perdiz incuba lo que no ha puesto; así es el que hace dinero,
mas no con justicia: en mitad de sus días lo ha de dejar y a la
postre
resultará un necio.

12 Solio de Gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro
santuario...

13 Esperanza de Israel, Yahveh: todos los que te abandonan serán
avergonzados, y los que se apartan de ti, en la tierra serán
escritos, por
haber abandonado el manantial de aguas vivas, Yahveh.

14 Cúrame, Yahveh, y sea yo curado; sálvame, y sea yo salvo, pues mi
prez eres tú.

15 Mira que ellos me dicen: «¿Dónde está la palabra de Yahveh?

¡vamos, que venga!»

16 Yo nunca te apremié a hacer daño; el día irremediable no he
anhelado; tú lo sabes: lo salido de mis labios enfrente de tu faz ha estado.

17 No seas para mí espanto, ¡oh tú, mi amparo en el día aciago!


18 Avergüéncense mis perseguidores, y no me avergüence yo;
espántense ellos, y no me espante yo. Trae sobre ellos el día aciago, y con
doble quebrantamiento quebrántalos.

19 Yahveh me dijo así: Ve y te paras a la puerta de los Hijos del
pueblo, por la que entran los reyes de Judá y por la que salen, y asimismo
en todas las puertas de Jerusalén,

20 y les dices: Oíd la palabra de Yahveh, reyes de Judá, y todo Judá y
los habitantes de Jerusalén que entráis por estas puertas.

21 Así dice Yahveh: «Guardaos, por vida vuestra, de llevar carga en
día de sábado y meterla por las puertas de Jerusalén.

22 No saquéis tampoco carga de vuestras casas en sábado, ni hagáis
trabajo alguno, antes bien santificad el sábado como mandé a
vuestros
padres.

23 Mas no oyeron ni aplicaron el oído, sino que atiesaron su cerviz sin
oír ni aprender.

24 Que si me hacéis caso - oráculo de Yahveh - no metiendo carga por
las puertas de esta ciudad en sábado y santificando el día de
sábado sin
realizar en él trabajo alguno,

25 entonces entrarán por las puertas de esta ciudad reyes que se
sienten sobre el trono de David, montados en carros y caballos, ellos y sus
oficiales, la gente de Judá y los habitantes de Jerusalén. Y durará
esta
ciudad para siempre.

26 Y vendrán de las ciudades de Judá, de los aledaños de Jerusalén,
del país de Benjamín, de la Tierra Baja, de la Sierra y del Négueb a traer
holocaustos, sacrificios, oblaciones e incienso y a traer ofrendas de acción
de gracias a la Casa de Yahveh.

27 Pero si no me oyereis en cuanto a santificar el sábado y no llevar
carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en sábado, entonces prenderé
fuego a sus puertas, que consumirá los palacios de Jerusalén, y no
se
apagará.

Jeremías 18

1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh:

2 Levántate y baja a la alfarería, que allí mismo te haré oír mis
palabras.

3 Bajé a la alfarería, y he aquí que el alfarero estaba haciendo un
trabajo al torno.

4 El cacharro que estaba haciendo se estropeó como barro en manos
del alfarero, y éste volvió a empezar, trasformándolo en otro cacharro
diferente, como mejor le pareció al alfarero.

5 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:

6 ¿No puedo hacer yo con vosotros, casa de Israel, lo mismo que este
alfarero? - oráculo de Yahveh -. Mirad que como el barro en la mano del
alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel.

7 De pronto hablo contra una nación o reino, de arrancar, derrocar y
perder;


8 pero se vuelve atrás de su mal aquella gente contra la que hablé, y
yo también desisto del mal que pensaba hacerle.

9 Y de pronto hablo, tocante a una nación o un reino, de edificar
y
plantar;

10 pero hace lo que parece malo desoyendo mi voz, y entonces yo
también desisto del bien que había decidido hacerle.

11 Ahora, pues, di a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén:
Así dice Yahveh: «Mirad que estoy ideando contra vosotros cosa mala y
pensando algo contra vosotros. Ea, pues; volveos cada cual de su mal
camino y mejorad vuestra conducta y acciones.»

12 Pero van a decir: «Es inútil; porque iremos en pos de nuestros
pensamientos y cada uno de nosotros hará conforme a la terquedad de
su
mal corazón.»

13 Por tanto, así dice Yahveh: Vamos, preguntad entre las naciones:

¿Quién oyó tal cosa? ¡Bien fea cosa ha hecho la virgen de Israel!

14 ¿Faltará acaso de la peña excelsa la nieve del Líbano? ¿o se
agotarán las aguas crecidas, frescas, corrientes?

15 Pues bien, mi pueblo me ha olvidado. A la Nada inciensan. Han
tropezado en sus caminos, aquellos senderos de siempre, para irse por
trochas, por camino no trillado.

16 Es para trocar su tierra en desolación, en eterna rechifla: todo
el
que pasare se asombrará de ella y meneará la cabeza.

17 Como el viento solano los esparciré delante del enemigo. La
espalda, que no la cara, les mostraré el día de su infortunio.

18 Entonces dijeron: «Venid y tramemos algo contra Jeremías, porque
no va a faltarle la ley al sacerdote, el consejo al sabio, ni al
profeta la
palabra. Venid e hirámosle por su propia lengua: no estemos atentos a todas
sus palabras.»

19 Estáte atento a mí, Yahveh, y oye lo que dicen mis contrincantes.
20 ¿Es que se paga mal por bien? (Porque han cavado una hoya para

mi persona.) Recuerda cuando yo me ponía en tu presencia para hablar en
bien de ellos, para apartar tu cólera de ellos.

21 Por tanto, entrega a sus hijos al hambre y desángralos a filo de
espada; queden sus mujeres sin hijos y viudas, sean sus varones asesinados,
sus mancebos acuchillados en la guerra.

22 Oigase griterío en sus casas, cuando traigas sobre ellos pillaje
repentino. Porque han cavado una hoya para prenderme, y trampas han
escondido para mis pies.

23 Pero tú, Yahveh, conoces todo su plan de muerte contra mí. ¡No
disimules su culpa, no borres de tu presencia su pecado! ¡Que caigan ante ti,
al tiempo de tu ira, descarga en ellos!

Jeremías 19


1 Entonces Yahveh dijo a Jeremías: Ve y compras un jarro de
cerámica; tomas contigo a algunos ancianos del pueblo y
algunos
sacerdotes,

2 sales al valle de Ben Hinnom, a la entrada de la puerta de las
Tejoletas, y pregonas allí las palabras que voy a decirte.

3 Dirás: Oíd la palabra de Yahveh, reyes de Judá y habitantes de
Jerusalén. Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: «He aquí que
yo
traigo sobre este lugar una desgracia, que a todo el que la oyere le zumbarán
los oídos.

4 Porque me han dejado, han hecho extraño este lugar y han incensado
en él a otros dioses que ni ellos ni sus padres conocían. Los reyes de Judá
han llenado este lugar de sangre de inocentes,

5 y han construido los altos de Baal para quemar a sus hijos en el
fuego, en holocausto a Baal, - lo que no les mandé ni les dije ni me pasó por
las mientes -.

6 Por tanto, he aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no
se hablará más de Tofet ni del valle de Ben Hinnom, sino del “Valle de la
Matanza”.

7 Vaciaré la prudencia de Judá y Jerusalén a causa de este lugar: les
haré caer a espada ante sus enemigos por mano de los que busquen
su
muerte; daré sus cadáveres por comida a las aves del cielo y a las bestias de
la tierra,

8 y convertiré esta ciudad en desolación y en rechifla: todo el que pase
a su vera se quedará atónito y silbará en vista de sus heridas.

9 Les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y
comerán cada uno la carne de su prójimo, en el aprieto y la estrechez con
que les estrecharán sus enemigos y los que busquen su muerte.»

10 Luego rompes el jarro a la vista de los hombres que vayan contigo
11 y les dices: Así dice Yahveh Sebaot: «Asimismo quebrantaré yo a

este pueblo y a esta ciudad, como quien rompe un cacharro de alfarería, que
ya no tiene arreglo. «Y se harán enterramientos en Tófet, hasta que
falte
sitio para enterrar.

12 Así haré con este lugar - oráculo de Yahveh - y con sus habitantes,
hasta dejar a esta ciudad lo mismo que Tófet,

13 y que sean las casas de Jerusalén y las de los reyes de Judá como el
lugar de Tófet: una inmundicia; todas las casas en cuyas azoteas incensaron
a toda la tropa celeste y libaron libación a otros dioses.»

14 Partió Jeremías de Tófet a donde le había enviado Yahveh a
profetizar y, parándose en el atrio de la Casa de Yahveh, dijo a
todo el
pueblo:

15 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que yo traigo a
esta ciudad y a todos sus aledaños toda la calamidad que he pronunciado
contra ella, porque ha atiesado su cerviz, desoyendo mis palabras.»

Jeremías 20


1 El sacerdote Pasjur, hijo de Immer, que era inspector jefe de la Casa
de Yahveh, oyó a Jeremías profetizar dichas palabras.

2 Pasjur hizo dar una paliza al profeta Jeremías y le hizo meter en el
calabozo de la Puerta Alta de Benjamín - la que está en la Casa de Yahveh

-.

3 Al día siguiente sacó Pasjur a Jeremías del calabozo.
Díjole
Jeremías: No es Pasjur el nombre que te ha puesto Yahveh, sino «Terror en
torno».

4 Porque así dice Yahveh: «He aquí que yo te convierto en terror para
ti mismo y para todos tus allegados, los cuales caerán por la espada de sus
enemigos, y tus ojos lo estarán viendo. Y asimismo a todo Judá entregaré en
manos del rey de Babilonia, que los deportará a Babilonia y los acuchillará.

5 Y entregaré todas las reservas de esta ciudad y todo lo atesorado,
todas sus preciosidades y todos los tesoros de los reyes de Judá, en manos
de sus enemigos que los pillarán, los tomarán y se los llevarán a Babilonia.

6 En cuanto a ti, Pasjur, y todos los moradores de tu casa, iréis
al
cautiverio. En Babilonia entrarás, allí morirás y allí mismo serás sepultado
tú y todos tus allegados a quienes has profetizado en falso.»

7 Me has seducido, Yahveh, y me dejé seducir; me has agarrado y me
has podido. He sido la irrisión cotidiana: todos me remedaban.

8 Pues cada vez que hablo es para clamar: «¡Atropello!», y para gritar:

«¡Expolio!». La palabra de Yahveh ha sido para mí oprobio y befa
cotidiana.

9 Yo decía: «No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre.»
Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en
mis
huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía.

10 Escuchaba las calumnias de la turba: «¡Terror por
doquier!,

¡denunciadle!, ¡denunciémosle!» Todos aquellos con quienes me saludaba
estaban acechando un traspiés mío: «¡A ver si se distrae, y le podremos, y
tomaremos venganza de él!»

11 Pero Yahveh está conmigo, cual campeón poderoso. Y así mis
perseguidores tropezarán impotentes; se avergonzarán mucho de su
imprudencia: confusión eterna, inolvidable.

12 ¡Oh Yahveh Sebaot, juez de lo justo, que escrutas los riñones y el
corazón!, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi
causa.

13 Cantad a Yahveh, alabad a Yahveh, porque ha salvado la vida de
un pobrecillo de manos de malhechores.

14 ¡Maldito el día en que nací! ¡el día que me dio a luz mi madre no
sea bendito!

15 ¡Maldito aquel que felicitó a mi padre diciendo: «Te ha nacido un
hijo varón», y le llenó de alegría!

16 Sea el hombre aquel semejante a las ciudades que destruyó Yahveh
sin que le pesara, y escuche alaridos de mañana y gritos de ataque
al
mediodía.


17 ¡Oh, que no me haya hecho morir desde el vientre, y hubiese sido
mi madre mi sepultura, con seno preñado eternamente!

18 ¿Para qué haber salido del seno, a ver pena y aflicción, y a
consumirse en la vergüenza mis días?

Jeremías 21

1 Palabra dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, cuando el rey
Sedecías mandó donde él a Pasjur, hijo de Malkiyías, y al sacerdote
Sofonías, hijo de Maasías, a decirle:

2 «Ea, consulta de nuestra parte a Yahveh, porque el rey de Babilonia,
Nabucodonosor, nos ataca. A ver si nos hace Yahveh un milagro de los
suyos, y aquél se retira de encima de nosotros.»

3 Díjoles Jeremías: «Así diréis a Sedecías:

4 Esto dice Yahveh, el Dios de Israel: Mirad que yo hago rebotar las
armas que tenéis en las manos y con las que os batís contra el
rey de
Babilonia y contra los caldeos que os cercan extramuros, y las amontonaré
en medio de esta ciudad.

5 Yo voy a batirme contra vosotros con mano fuerte y tenso brazo,
con ira, con cólera y con encono grande.

6 Heriré a los habitantes de esta ciudad, hombres y bestias, con una
gran peste; ¡morirán!

7 Y tras de esto - oráculo de Yahveh - entregaré al rey de Judá,
Sedecías, a sus siervos y al pueblo que en esta ciudad quedare de la peste,
de la espada y del hambre, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia,
y en manos de sus enemigos y de los que buscan su muerte. El los herirá a
filo de espada. No les dará cuartel, ni les tendrá clemencia ni lástima.»

8 Y a ese pueblo le dirás: «Así dice Yahveh: Mirad que yo os
propongo el camino de la vida y el camino de la muerte.

9 Quien se quede en esta ciudad, morirá de espada, de hambre y de
peste. El que salga y caiga en manos de los caldeos que os cercan, vivirá, y
eso saldrá ganando.

10 Porque me he fijado en esta ciudad para su daño, no para su bien -
oráculo de Yahveh -: será puesta en manos del rey de Babilonia, que
la
incendiará.»

11 A la casa real de Judá. ¡Oíd la palabra de Yahveh,

12 casa de David! Así dice Yahveh: Haced justicia cada mañana, y
salvad al oprimido de mano del opresor, so pena de que brote como fuego
mi cólera, y arda y no haya quien apague, a causa de vuestras malas
acciones.

13 Mira que por ti va, población del valle, la Roca del Llano - oráculo
de Yahveh -: vosotros, los que decís: «¿Quién se nos echará encima? ¿quién
entrará en nuestras guaridas?»

14 (Yo os visitaré según el fruto de vuestras acciones - oráculo de
Yahveh -.) Encenderé fuego en su bosque, y devorará todos sus contornos.

Jeremías 22


1 Yahveh dijo así: Baja a la casa real de Judá y pronuncias allí estas
palabras.

2 Dirás: Oye la palabra de Yahveh, tú, rey de Judá, que ocupas el
trono de David, y tus servidores y pueblo - los que entran por estas puertas -

.

3 Así dice Yahveh: Practicad el derecho y la justicia, librad al
oprimido de manos del opresor, y al forastero, al huérfano y a la viuda no
atropelléis; no hagáis violencia ni derraméis sangre inocente en este lugar.

4 Porque si ponéis en práctica esta palabra, entonces seguirán entrando
por las puertas de esta casa reyes sucesores de David en el trono, montados
en carros y caballos, junto con sus servidores y su pueblo.

5 Mas si no oís estas palabras, por mí mismo os juro - oráculo de
Yahveh - que en ruinas parará esta casa.

6 Pues así dice Yahveh respecto a la casa real de Judá: Galaad eras tú
para mí, cumbre del Líbano: pero ¡vaya si te trocaré en desierto, en
ciudades deshabitadas!

7 Voy a consagrar contra ti a quienes te destruyan: ¡cada uno a sus
hachas! Talarán lo selecto de tus cedros, y lo arrojarán al fuego.

8 Muchas gentes pasarán a la vera de esta ciudad y dirán cada cual a
su prójimo: «¿Por qué ha hecho Yahveh semejante cosa a esta gran
ciudad?»

9 Y les dirán: «Es porque dejaron la alianza de su Dios Yahveh, y
adoraron a otros dioses y les sirvieron.»

10 No lloréis al muerto ni plañáis por él: llorad, llorad por el que se
va, porque jamás volverá ni verá su patria.

11 Pues así dice Yahveh respecto a Sallum, hijo de Josías, rey de Judá
y sucesor de su padre Josías en el reino, el cual salió de este lugar: «No
volverá más aquí,

12 sino que en el lugar a donde le deportaron, allí mismo morirá, y no
verá jamás este país.»

13 ¡Ay del que edifica su casa sin justicia y sus pisos sin derecho! De
su prójimo se sirve de balde y su trabajo no le paga.

14 El que dice: «Voy a edificarme una casa espaciosa y pisos
ventilados», y le abre sus correspondientes ventanas; pone paneles de cedro
y los pinta de rojo.

15 ¿Serás acaso rey porque seas un apasionado del cedro? Tu padre,

¿no comía y bebía? - «También hizo justicia y equidad.» - Pues mejor para
él.

16 «- Juzgó la causa del cuitado y del pobrecillo.» - Pues mejor. ¿No

es esto conocerme? - oráculo de Yahveh -.

17 Pero tus ojos y tu corazón no están más que a tu granjería, - ¡Y a la
sangre inocente! - Para verterla. - ¡Y al atropello y al entuerto! - Para hacer
tú lo propio.

18 Por tanto, así dice Yahveh respecto a Yoyaquim, hijo de Josías, rey
de Judá: No plañirán por él: «¡Ay hermano mío!, ¡ay hermana mía!»;
no
plañirán por él: «¡Ay Señor!, ¡ay su Majestad!»


19 El entierro de un borrico será el suyo: arrastrarlo y tirarlo fuera de
las puertas de Jerusalén.

20 Sube al Líbano y clama, por Basán da voces y clama desde
Abarim, porque han sido quebrantados todos tus amantes.

21 Te había hablado en tu prosperidad. Dijiste: «No oigo.» Tal ha sido
tu costumbre desde tu mocedad, nunca oíste mi voz.

22 A todos tus pastores les pastoreará el viento, y tus amantes cautivos
irán. Entonces sí que estarás avergonzada y confusa de toda tu malicia.

23 Tú, que te asentabas en el Líbano, que anidabas en los cedros,

¡cómo suspirarás, en viniéndote los dolores, el trance como de parturienta!
24 Por mi vida - oráculo de Yahveh -, aunque fuese Konías, el hijo de

Yoyaquim, rey de Judá, un sello en mi mano diestra, de allí te arrancaría.

25 Yo te pondré en manos de los que buscan tu muerte, y en manos de
los que te atemorizan: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en
manos de los caldeos;

26 y te arrojaré a ti y a la madre que te engendró a otra tierra donde no
habéis nacido, y allí moriréis.

27 Pero a la tierra a donde anhelan volver, no volverán.

28 ¿Es algún trasto despreciable, roto, este individuo, Konías?; ¿quizá
un objeto sin interés? Pues entonces, ¿por qué han sido arrojados él
y su
prole, y echados a una tierra, que no conocían?

29 ¡Tierra, tierra, tierra! oye la palabra de Yahveh.

30 Así dice Yahveh: Inscribid a este hombre: «Un sin hijos, un
fracasado en la vida»; porque ninguno de su descendencia tendrá la suerte
de sentarse en el trono de David y de ser jamás señor en Judá.

Jeremías 23

1 ¡Ay de los pastores que dejan perderse y desparramarse las ovejas de
mis pastos! - oráculo de Yahveh -.

2 Pues así dice Yahveh, el Dios de Israel, tocante a los pastores que
apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado las ovejas mías,
las
empujasteis y no las atendisteis. Mirad que voy a pasaros revista por
vuestras malas obras - oráculo de Yahveh -.

3 Yo recogeré el Resto de mis ovejas de todas las tierras a donde las
empujé, las haré tornar a sus estancias, criarán y se multiplicarán.

4 Y pondré al frente de ellas pastores que las apacienten, y nunca más
estarán medrosas ni asustadas, ni faltará ninguna - oráculo de Yahveh -.

5 Mirad que días vienen - oráculo de Yahveh - en que suscitaré a
David un Germen justo: reinará un rey prudente, practicará el derecho y la
justicia en la tierra.

6 En sus días estará a salvo Judá, e Israel vivirá en seguro. Y este es el
nombre con que te llamarán: «Yahveh, justicia nuestra.»

7 Por tanto, mirad que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no se
dirá más: «¡Por vida de Yahveh, que subió a los hijos de Israel de Egipto!»,


8 sino: «¡Por vida de Yahveh, que subió y trajo la simiente de la casa
de Israel de tierras del norte y de todas las tierras a donde los arrojara!», y
habitarán en su propio suelo.

9 A los profetas. Se me partió el corazón en mis adentros,
estremeciéronse todos mis huesos, me quedé como un borracho, como
aquél a quien le domina el vino, por causa de Yahveh, por causa de
sus
santas palabras.

10 «Porque de fornicadores se ha henchido la tierra. (A causa de una
maldición se ha enlutado la tierra, se han secado los pastos de la estepa.) Se
ha vuelto la carrera de ellos mala y su esfuerzo no recto.

11 Tanto el profeta como el sacerdote se han vuelto impíos; en mi
misma Casa topé con su maldad - oráculo de Yahveh -.

12 Por ende su camino vendrá a ser su despeñadero: a la sima serán
empujados y caerán en ella. Porque voy a traer sobre ellos una calamidad, al
tiempo de su visita» - oráculo de Yahveh -.

13 En los profetas de Samaría, he observado una inepcia: profetizaban
por Baal y hacían errar a mi pueblo Israel.

14 Mas en los profetas de Jerusalén he observado una monstruosidad:
fornicar y proceder con falsía, dándose la mano con los malhechores,
sin
volverse cada cual de su malicia. Se me han vuelto todos ellos cual
Sodoma, y los habitantes de la ciudad, cual Gomorra.

15 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot tocante a los profetas: He aquí
que les voy a dar de comer ajenjo y les voy a dar de beber agua
emponzoñada. Porque a partir de los profetas de Jerusalén se ha propagado
la impiedad por toda la tierra.

16 Así dice Yahveh Sebaot: No escuchéis las palabras de los profetas
que os profetizan. Os están embaucando. Os cuentan sus propias fantasías,
no cosa de boca de Yahveh.

17 Dicen a los que me desprecian: «Yahveh dice: ¡Paz tendréis!» y a
todo el que camina en terquedad de corazón: «No os sucederá nada malo.»

18 (Porque ¿quién asistió al consejo de Yahveh y vio y oyó su
palabra?, ¿quién escuchó su palabra y la ha oído?)

19 Mirad que una tormenta de Yahveh, su ira, ha estallado, un
torbellino remolinea, sobre la cabeza de los malos descarga.

20 No ha de apaciguarse la ira de Yahveh hasta que la ejecute, y
realice los designios de su corazón. En días futuros os percataréis de ello.

21 Yo no envié a esos profetas, y ellos corrieron. No les hablé, y ellos
profetizaron.

22 Pues si asistieron a mi consejo, hagan oír mi palabra a mi pueblo, y
háganle tornar de su mal camino y de sus acciones malas.

23 ¿Soy yo un Dios sólo de cerca - oráculo de Yahveh - y no soy Dios
de lejos?

24 ¿O se esconderá alguno en escondite donde yo no le vea? - oráculo
de Yahveh -. ¿Los cielos y la tierra no los lleno yo? - oráculo de Yahveh -.

25 Ya he oído lo que dicen esos profetas que profetizan falsamente en
mi nombre diciendo: «¡He tenido un sueño, he tenido un sueño!»


26 ¿Hasta cuándo va a durar esto en el corazón de los profetas que
profetizan en falso y son profetas de la impostura de su corazón?,

27 ¿los que piensan hacer olvidarse a mi pueblo de mi Nombre por los
sueños que se cuentan cada cual a su vecino, como olvidaron sus padres mi
Nombre por Baal?

28 Profeta que tenga un sueño, cuente un sueño, y el que tenga
consigo mi palabra, que hable mi palabra fielmente. ¿Qué tiene que ver la
paja con el grano? - oráculo de Yahveh -.

29 ¿No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo golpea la
peña?

30 Pues bien, aquí estoy yo contra los profetas - oráculo de Yahveh -
que se roban mis palabras el uno al otro.

31 Aquí estoy yo contra los profetas - oráculo de Yahveh - que usan
de su lengua y emiten oráculo.

32 Aquí estoy yo contra los profetas que profetizan falsos sueños -
oráculo de Yahveh - y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con
sus
falsedades y su presunción, cuando yo ni les he enviado ni dado órdenes, y
ellos de ningún provecho han sido para este pueblo - oráculo de Yahveh -.

33 Y cuando te pregunte este pueblo - o un profeta o un sacerdote -.

«¿Cuál es la carga de Yahveh?» les dirás: «Vosotros sois la carga, y voy a
dejaros en el suelo - oráculo de Yahveh -.»

34 Y el profeta, el sacerdote o cualquiera que dijere: «Una carga de
Yahveh», yo me las entenderé con él y con su casa.

35 Así os diréis cada uno a su prójimo, y cada uno a su hermano:

«¿Qué ha respondido Yahveh?, ¿qué ha dicho Yahveh?»

36 Pero de eso de la «carga de Yahveh» no os acordaréis más, porque
tal carga sería para cada uno su propia palabra. Porque trastornáis
las
palabras del Dios vivo, Yahveh Sebaot nuestro Dios.

37 Así diréis al profeta: «¿Qué te ha respondido Yahveh?, ¿qué ha
dicho Yahveh?»

38 Pero como habléis de «carga de Yahveh», entonces así dice
Yahveh: «Por haber dicho eso de carga de Yahveh por más que os avisé
que no dijerais carga de Yahveh,

39 por lo mismo, he aquí que yo os levanto en alto y os dejo caer a
vosotros y a la ciudad que os di a vosotros y a vuestros padres.

40 Y os pondré encima oprobio eterno y baldón eterno que no será
olvidado.»

Jeremías 24

1 Hízome ver Yahveh, y he aquí que había un par de cestos de higos
presentados delante del Templo de Yahveh - esto era después
que
Nabucodonosor, rey de Babilonia, hubo deportado de Jerusalén al rey de
Judá, Jeconías, hijo de Yoyaquim, a los principales de Judá y a los herreros
y cerrajeros de Jerusalén, y los llevó a Babilonia -.

2 Un cesto era de higos muy buenos, como los primerizos, y el otro de
higos malos, tan malos que no se podían comer.


3 Y me dijo Yahveh: «¿Qué estás viendo Jeremías?» Dije: «Higos.
Los higos buenos son muy buenos; y los higos malos, muy malos, que no se
dejan comer de puro malos.»

4 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:

5 Así habla Yahveh, Dios de Israel: Como por estos higos buenos, así
me interesaré en favor de los desterrados de Judá que yo eché de este lugar
al país de los caldeos.

6 Pondré la vista en ellos para su bien, los devolveré a este país, los
reconstruiré para no derrocarlos y los plantaré para no arrancarlos.

7 Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh, y ellos serán
mi pueblo y yo seré su Dios, pues volverán a mí con todo su corazón.

8 Pero igual que a los higos malos, que no se pueden comer de malos -
sí, así dice Yahveh -, así haré al rey Sedecías, a sus principales y al resto de
Jerusalén: a los que quedaren en este país, y a los que están en el país de
Egipto.

9 Haré de ellos el espantajo, una calamidad, de todos los reinos de la
tierra; el oprobio y el ejemplo, la burla y la maldición por dondequiera que
los empuje,

10 daré suelta entre ellos a la espada, al hambre y a la peste, hasta que
sean acabados de sobre el solar que di a ellos y a sus padres.

Jeremías 25

1 Palabra que fue dirigida a Jeremías tocante a todo el pueblo de Judá
el año cuarto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, - o sea
el año
primero de Nabucodonosor, rey de Babilonia -,

2 la cual pronunció e profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y
a
toda la población de Jerusalén, en estos términos:

3 Desde el año trece de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta este
día, veintitrés años hace que me es dirigida la palabra de Yahveh, y os la he
comunicado puntualmente (pero no habéis oído.

4 También os envió Yahveh puntualmente a todos sus siervos los
profetas, y tampoco oísteis ni aplicasteis el oído),

5 diciendo: Ea, volveos cada cual de su mal camino y de sus malas
acciones, y volveréis al solar que os dio Yahveh a vosotros y a
vuestros
padres, desde siempre hasta siempre.

6 (No vayáis en pos de otros dioses para servirles y adorarles, no me
provoquéis con las hechuras de vuestras manos, y no os haré mal.)

7 Pero no me habéis oído (- oráculo de Yahveh - de suerte que con las
hechuras de vuestras manos me provocasteis, para vuestro mal).

8 Por eso, así dice Yahveh Sebaot: Puesto que no habéis oído mis
palabras,

9 he aquí que yo mando a buscar a todos los linajes del norte (-
oráculo de Yahveh - y a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia), y los
traeré contra esta tierra y contra sus moradores (y contra todas estas gentes
de alrededor); los anatematizaré y los pondré por pasmo, rechifla y ruinas
eternos,


10 y haré desaparecer de ellos voz de gozo y voz de alegría, la voz del
novio y la voz de la novia, el ruido de la muela y la luz de la candela.

11 Será reducida toda esta tierra a pura desolación, y servirán estas
gentes al rey de Babilonia setenta años.

12 (Luego, en cumpliéndose los setenta años, visitaré al rey de
Babilonia y a dicha gente por su delito - oráculo de Yahveh - y a la tierra de
los caldeos trocándola en ruinas eternas).

13 Y atraeré sobre aquella tierra todas las palabras que he hablado
respecto a ella, todo lo que está escrito en este libro. Lo que
profetizó
Jeremías tocante a la generalidad de las naciones.

14 (Pues también a ellos los reducirán a servidumbre muchas naciones
y reyes grandes, y les pagaré según sus obras y según la hechura
de sus
manos.)

15 Así me ha dicho Yahveh Dios de Israel: Toma esta copa de vino de
furia, y hazla beber a todas las naciones a las que yo te envíe;

16 beberán, y trompicarán, y se enloquecerán ante la espada que voy a
soltar entre ellas.

17 Tomé la copa de mano de Yahveh, e hice beber a todas las
naciones a las que me había enviado Yahveh:

18 (a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus
principales, para trocarlo todo en desolación, pasmo, rechifla y maldición,
como hoy está sucediendo);

19 a Faraón, rey de Egipto, a sus siervos, a sus principales y a todo su
pueblo,

20 a todos los mestizos (a todos los reyes de Us); a todos los reyes de
Filistea: a Ascalón, Gaza, Ecrón y al residuo de Asdod;

21 a Edom, Moab, y los ammonitas,

22 a (todos) los reyes de Tiro, a (todos) los reyes de Sidón y a
los
reyes de las islas de allende el mar;

23 a Dedán, Temá, Buz; a todos los que se afeitan las sienes,

24 a todos los reyes de Arabia y a todos los reyes de los mestizos
habitantes del desierto;

25 (a todos los reyes de Zimrí) a todos los reyes de Elam y a todos los
reyes de Media,

26 a todos los reyes del norte, los próximos y los remotos, cada uno
con su hermano, y a todos los reinos que hay sobre la haz de la tierra. (Y el
rey de Sesak beberá después de ellos.)

27 Y les dirás: Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Bebed,
emborrachaos, vomitad, caed y no os levantéis delante de la espada que yo
voy a soltar entre vosotros.

28 Y si rehúsan tomar la copa de tu mano para beber, les dices: Así
dice Yahveh Sebaot: Tenéis que beber sin falta,

29 porque precisamente por la ciudad que lleva mi Nombre empiezo a
castigar; ¿y vosotros, quedaréis impunes?: ¡no, no quedaréis!, porque
a la
espada llamo yo contra todos los habitantes de la tierra - oráculo de Yahveh
Sebaot -.


30 Tú, pues, les profetizas todas estas palabras y les dices: Yahveh
desde lo alto ruge, y desde su santa Morada da su voz. Ruge contra
su
aprisco: grita como los lagareros. A todos los habitantes de la tierra

31 llega el eco, hasta el fin de la tierra. Porque pleitea Yahveh con las
naciones y vence en juicio a toda criatura. A los malos los entrega
a la
espada - oráculo de Yahveh -.

32 Así dice Yahveh Sebaot: Mirad que una desgracia se propaga de
nación a nación, y una gran tormenta surge del fin del mundo.

33 Habrá víctimas de Yahveh en aquel día de cabo a cabo de la tierra;
no serán plañidos ni recogidos ni sepultados más: se volverán
estiércol
sobre la haz de la tierra.

34 Ululad, pastores, y clamad; revolcaos, mayorales, porque se han
cumplido vuestros días para la matanza, y caeréis como objetos escogidos.

35 No habrá evasión para los pastores ni escapatoria para
los
mayorales.

36 Se oye el grito de los pastores, el ulular de los mayorales, porque
devasta Yahveh su pastizal,

37 y son aniquiladas las estancias más seguras por la ardiente cólera
de Yahveh.

38 Ha dejado el león su cubil, y se ha convertido su tierra en
desolación ante la cólera irresistible, ante la ardiente cólera.

Jeremías 26

1 Al principio del reinado de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá,
fue dirigida a Jeremías esta palabra de Yahveh:

2 Así dice Yahveh: Párate en el patio de la Casa de Yahveh y habla a
todas las ciudades de Judá, que vienen a adorar en la Casa de
Yahveh,
todas las palabras que yo te he mandado hablarles, sin omitir ninguna.

3 Puede que oigan y se torne cada cual de su mal camino, y yo me
arrepentiría del mal que estoy pensando hacerles por la maldad de sus
obras.

4 Les dirás, pues: «Así dice Yahveh: Si no me oís para andar según mi
Ley que os propuse,

5 oyendo las palabras de mis siervos los profetas que yo os envío
asiduamente (pero no habéis hecho caso),

6 entonces haré con esta Casa como con Silo, y esta ciudad entregaré a
la maldición de todas las gentes de la tierra.»

7 Oyeron los sacerdotes y profetas y todo el pueblo a Jeremías decir
estas palabras en la Casa de Yahveh,

8 y luego que hubo acabado Jeremías de hablar todo lo que le había
ordenado Yahveh que hablase a todo el pueblo, le prendieron
los
sacerdotes, los profetas y todo el pueblo diciendo: «¡Vas a morir!

9 ¿Por qué has profetizado en nombre de Yahveh, diciendo: “Como
Silo quedará esta Casa, y esta ciudad será arrasada, sin quedar habitante”?»
Y se juntó todo el pueblo en torno a Jeremías en la Casa de Yahveh.


10 Oyeron esto los jefes de Judá, y subieron de la casa del rey a la
Casa de Yahveh, y se sentaron a la entrada de la Puerta Nueva de la Casa de
Yahveh.

11 Y los sacerdotes y profetas, dirigiéndose a los jefes y a todo
el
pueblo, dijeron: «¡Sentencia de muerte para este hombre, por
haber
profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios
oídos!»

12 Dijo Jeremías a todos los jefes y al pueblo todo: «Yahveh me ha
enviado a profetizar sobre esta Casa y esta ciudad todo lo que habéis oído.

13 Ahora bien, mejorad vuestros caminos y vuestras obras y oíd la voz
de Yahveh vuestro Dios, y se arrepentirá Yahveh del mal que
ha
pronunciado contra vosotros.

14 En cuanto a mí, aquí me tenéis en vuestras manos: haced conmigo
como mejor y más acertado os parezca.

15 Empero, sabed de fijo que si me matáis vosotros a mí, sangre
inocente cargaréis sobre vosotros y sobre esta ciudad y sus moradores,
porque en verdad Yahveh me ha enviado a vosotros para pronunciar en
vuestros oídos todas estas palabras.»

16 Dijeron los jefes y todo el pueblo a los sacerdotes y profetas: «No
merece este hombre sentencia de muerte, porque en nombre de Yahveh
nuestro Dios nos ha hablado.»

17 Y se levantaron algunos de los más viejos del país y dijeron a toda
la asamblea del pueblo:

18 «Miqueas de Moréset profetizaba en tiempos de Ezequías, rey de
Judá, y dijo a todo el pueblo de Judá: Así dice Yahveh Sebaot: = Sión será
un campo que se ara, Jerusalén se hará un montón de ruinas, y el monte de
la Casa un otero salvaje. =

19 ¿Por ventura le mataron Ezequías, rey de Judá, y todo Judá?, ¿no
temió a Yahveh y suplicó a la faz de Yahveh, y se arrepintió Yahveh del
daño con que les había amenazado? Mientras que nosotros
estamos
haciéndonos mucho daño a nosotros mismos.»

20 Pero también hubo otro que decía profetizar en nombre de Yahveh

- Urías hijo de Semaías de Quiryat Yearim - el cual profetizó contra esta
ciudad y contra esta tierra enteramente lo mismo que Jeremías,

21 y oyó el rey Yoyaquim y todos sus grandes señores y jefes sus
palabras, y el rey buscaba matarle. Enteróse Urías, tuvo miedo, huyó
y
entró en Egipto.

22 Pero envió el rey Yoyaquim a Elnatán, hijo de Akbor, y otros con
él a Egipto,

23 y sacaron a Urías de Egipto y lo trajeron al rey Yoyaquim, quien lo
acuchilló y echó su cadáver a la fosa común.

24 Gracias a que Ajicam, hijo de Safán, defendió a Jeremías,
impidiendo entregarlo en manos del pueblo para matarle.

Jeremías 27


1 (Al principio del reinado de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, fue
dirigida esta palabra a Jeremías de parte de Yahveh:)

2 Así me ha dicho Yahveh: «Hazte unas coyundas y un yugo, póntelo
sobre la cerviz,

3 y envíalos al rey de Edom, al rey de Moab y al rey de los
ammonitas, al rey de Tiro y al rey de Sidón por medio de los embajadores
que vienen a Jerusalén a ver a Sedecías, rey de Judá,

4 y dales estas instrucciones para sus señores: «Así dice Yahveh
Sebaot, el Dios de Israel: Así diréis a vuestros señores:

5 Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que hay sobre la haz de la
tierra, con mi gran poder y mi tenso brazo, y lo di a quien me plugo.

6 Ahora yo he puesto todos estos países en manos de mi siervo
Nabucodonosor, rey de Babilonia, y también los animales del campo le he
dado para servirle

7 (y todas las naciones le servirán a él, a su hijo y al hijo de su hijo,
hasta que llegue también el turno a su propio país - y le
reducirán a
servidumbre muchas naciones y reyes grandes -).

8 Así que las naciones y reinos que no sirvan a Nabucodonosor, rey de
Babilonia, y que no sometan su cerviz al yugo del rey de Babilonia, con la
espada, con el hambre y con la peste los visitaré - oráculo de Yahveh - hasta
acabarlos por medio de él.

9 Vosotros, pues, no oigáis a vuestros profetas, adivinos, soñadores,
augures ni hechiceros que os hablan diciendo: “No serviréis al rey de
Babilonia”,

10 porque cosa falsa os profetizan para alejaros de sobre vuestro
suelo, de suerte que yo os arroje y perezcáis.

11 Pero la nación que someta su cerviz al yugo de Babilonia y le sirva,
yo la dejaré tranquila en su suelo - oráculo de Yahveh - y lo
labrará y
morará en él.»

12 A Sedecías, rey de Judá, le hablé en estos mismos términos,
diciendo: «Someted vuestras cervices al yugo del rey de Babilonia, servidle
a él y a su pueblo, y quedaréis con vida.

13 (¿A qué morir tú y tu pueblo por la espada, el hambre y la peste,
como ha amenazado Yahveh a aquella nación que no sirva al rey de
Babilonia?)

14 ¡No oigáis, pues, las palabras de los profetas que os dicen: “No
serviréis al rey de Babilonia”, porque cosa falsa os profetizan,

15 pues yo no les he enviado - oráculo de Yahveh - y ellos andan
profetizando en mi Nombre falsamente; no sea que yo os arroje, y perezcáis
vosotros y los profetas que os profetizan.»

16 Y a los sacerdotes y a todo este pueblo les hablé diciendo: «Así
dice Yahveh: No oigáis las palabras de vuestros profetas que os profetizan
diciendo: “He aquí que el ajuar de la Casa de Yahveh va a ser devuelto de
Babilonia en seguida”, porque cosa falsa os profetizan.

17 (No les hagáis caso. Servid al rey de Babilonia y quedaréis con
vida. ¿Para qué ha de quedar esta ciudad arrasada?)


18 Y si ellos son profetas y la palabra de Yahveh les acompaña, que
conjuren, ea, a Yahveh Sebaot para que los objetos que quedaron en la Casa
de Yahveh, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén no vayan a Babilonia.

19 Porque así dice Yahveh Sebaot de las columnas, del Mar, de las
basas y de los demás objetos que quedaron en esta ciudad,

20 de los cuales no se apoderó Nabucodonosor, rey de Babilonia, al
deportar a Jeconías, hijo de Yoyaquim, rey de Judá, de Jerusalén a
Babilonia (así como a todos los nobles de Judá y Jerusalén).

21 Sí, porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel, respecto a los
objetos que quedaron en la Casa de Yahveh, en la casa del rey de Judá y en
Jerusalén:

22 A Babilonia serán llevados (y allí estarán hasta el día que yo los
visite) - oráculo de Yahveh - (y entonces los subiré y devolveré a
este
lugar).»

Jeremías 28

1 Aconteció en aquel mismo año - al principio del reinado de
Sedecías, rey de Judá, en el año cuarto, en el mes quinto - que se dirigió a
mí el profeta Jananías, hijo de Azzur, que era de Gabaón, en la
Casa de
Yahveh, a vista de los sacerdotes y de todo el pueblo diciendo:

2 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He quebrado el yugo del
rey de Babilonia.

3 Dentro de dos años completos yo hago devolver a este lugar todos
los objetos de la Casa de Yahveh que el rey de Babilonia, Nabucodonosor,
tomó de este lugar y llevó a Babilonia;

4 y a Jeconías, hijo de Yoyaquim, rey de Judá, y a todos los
deportados de Judá que han ido a Babilonia, yo les hago volver a este lugar

- oráculo de Yahveh - en cuanto rompa el yugo del rey de Babilonia.»

5 Dijo el profeta Jeremías al profeta Jananías, a vista de los sacerdotes
y de todo el pueblo, que estaban parados en la Casa de Yahveh;

6 dijo, pues, el profeta Jeremías: «¡Amen! Así haga Yahveh. Confirme
Yahveh las palabras que has profetizado, devolviendo de Babilonia a este
lugar los objetos de la Casa de Yahveh, y a todos los deportados.

7 Pero, oye ahora esta palabra que pronunció a oídos tuyos y de todo
el pueblo:

8 Profetas hubo antes de mí y de ti desde siempre, que profetizaron a
muchos países y a grandes reinos la guerra, el mal y la peste.

9 Si un profeta profetiza la paz, cuando se cumpla la palabra del
profeta, se reconocerá que le había enviado Yahveh de verdad.»

10 Entonces tomó el profeta Jananías el yugo de sobre la cerviz del
profeta Jeremías y lo rompió;

11 y habló Jananías delante de todo el pueblo: «Así dice Yahveh: Así
romperé el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, dentro de dos años
completos, de sobre la cerviz de todas las naciones.» Y se fue el
profeta
Jeremías por su camino.


12 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías en estos
términos, después que el profeta Jananías hubo roto el yugo de
sobre la
cerviz del profeta Jeremías:

13 «Ve y dices a Jananías: Así dice Yahveh: Yugo de palo has roto,
pero tú lo reemplazarás por yugo de hierro.

14 Porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Yugo de hierro
he puesto sobre la cerviz de todas estas naciones, para que sirvan a
Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le servirán (y también los animales del
campo le he dado...).»

15 Dijo también el profeta Jeremías al profeta Jananías: «Oye,
Jananías: No te envió Yahveh, y tú has hecho confiar a este pueblo en cosa
falsa.

16 Por eso, así dice Yahveh: He aquí que yo te arrojo de sobre la haz
del suelo. Este año morirás (porque rebelión has predicado
contra
Yahveh).»

17 Y murió el profeta Jananías aquel mismo año, en el mes séptimo.

Jeremías 29

1 Este es el tenor de la carta que envió el profeta Jeremías desde
Jerusalén al resto de los ancianos de la deportación, a los
sacerdotes,
profetas y pueblo en general, que había deportado Nabucodonosor desde
Jerusalén a Babilonia

2 - después de salir de Jerusalén el rey Jeconías y la Gran Dama, los
eunucos, los jefes de Judá y Jerusalén, los herreros y cerrajeros -,

3 por mediación de Elasá, hijo de Safán, y de Guemarías, hijo de
Jilquías, a quienes Sedecías, rey de Judá, envió a Babilonia,
donde
Nabucodonosor, rey de Babilonia:

4 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel, a toda la deportación
que deporté de Jerusalén a Babilonia:

5 Edificad casas y habitadlas; plantad huertos y comed su fruto;

6 tomad mujeres y engendrad hijos e hijas; casad a vuestros hijos y
dad vuestras hijas a maridos para que den a luz hijos e hijas, y medrad allí y
no mengüéis;

7 procurad el bien de la ciudad a donde os he deportado y orad por ella
a Yahveh, porque su bien será el vuestro.

8 Así dice Yahveh Sebaot, el dios de Israel: No os embauquen los
profetas que hay entre vosotros ni vuestros adivinos, y no hagáis
caso de
vuestros soñadores que sueñan por cuenta propia,

9 porque falsamente os profetizan en mi Nombre. Yo no los he
enviado - oráculo de Yahveh -.

10 «Pues así dice Yahveh: Al filo de cumplírsele a Babilonia setenta
años, yo os visitaré y confirmaré sobre vosotros mi favorable promesa
de
volveros a este lugar;

11 que bien me sé los pensamientos que pienso sobre vosotros -
oráculo de Yahveh - pensamientos de paz, y no de desgracia, de daros un
porvenir de esperanza.


12 Me invocaréis y vendréis a rogarme, y yo os escucharé.

13 Me buscaréis y me encontraréis cuando me solicitéis de todo
corazón;

14 me dejaré encontrar de vosotros (- oráculo de Yahveh -; devolveré
vuestros cautivos, os recogeré de todas las naciones y lugares a
donde os
arrojé - oráculo de Yahveh - y os haré tornar al sitio de donde os hice que
fueseis desterrados).

15 «En cuanto a eso que decís: “Nos ha suscitado Yahveh profetas en
Babilonia”,

16 así dice Yahveh del rey que se sienta sobre el solio de David y de
todo el pueblo que se asienta en esta ciudad, los hermanos vuestros que no
salieron con vosotros al destierro;

17 así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo suelto contra ellos la
espada, el hambre y la peste, y los pondré como aquellos higos reventados,,
tan malos que no se podían comer.

18 Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste, y los convertiré
en espantajo para todos los reinos de la tierra: maldición, pasmo, rechifla y
oprobio entre todas las naciones a donde los arroje,

19 por cuanto que no oyeron las palabras - oráculo de Yahveh - que
les envié por mis siervos los profetas asiduamente; pero no oísteis - oráculo
de Yahveh -.

20 Vosotros, pues, oíd la palabra de Yahveh, todos los deportados que
envié de Jerusalén a Babilonia.

21 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel, sobre Ajab, hijo de
Colaías, y sobre Sedecías, hijo de Maasías, que os profetizan falsamente en
mi Nombre: He aquí que yo los pongo en manos de Nabucodonosor, rey de
Babilonia; él los herirá ante vuestros ojos,

22 y de ellos tomarán esta maldición todos los deportados de Judá que
se encuentran en Babilonia: “Vuélvate Yahveh como a Sedecías y como a
Ajab, a quienes asó al fuego el rey de Babilonia”,

23 porque obraron con fatuidad en Jerusalén, cometieron adulterio con
las mujeres de sus prójimos y fingieron pronunciar en mi Nombre palabras
que yo no les mandé. Yo soy sabedor y testigo - oráculo de Yahveh -.»

24 Semaías el najlamita despachó en su propio nombre cartas (a todo
el pueblo que hay en Jerusalén) a Sofonías, hijo del sacerdote Maasías (y a
todos los sacerdotes), diciendo:

26 «Yahveh te ha puesto por sacerdote en vez del sacerdote Yehoyadá
como inspector en la Casa de Yahveh de todos los locos y seudoprofetas:
tú debes meterlos en los cepos y en el calabozo.

27 Pues entonces, ¿por qué no has sancionado a Jeremías de Anatot
que se os hace pasar por profeta?

28 Porque, en efecto, nos ha enviado a Babilonia un mensaje diciendo:
“Es para largo. Edificad casas y habitadlas; plantad huertos y comed
su
fruto”»

29 El sacerdote Sofonías leyó esta carta a oídos del profeta Jeremías.


30 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías en estos
términos:

31 «Envía este mensaje a todos los deportados: Así dice Yahveh
respecto a Semaías el najlamita, por haberos profetizado sin haberle
yo
enviado, inspirándoos una falsa seguridad.

32 Sí, por cierto, así dice Yahveh: He aquí que yo voy a visitar a
Semaías el najlamita y a su descendencia. No habrá en ella ninguno que se
siente en medio de este pueblo ni que vea el bien que yo haga a mi pueblo -
oráculo de Yahveh - porque predicó la desobediencia a Yahveh.»

Jeremías 30

1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh:

2 Así dice Yahveh el Dios de Israel: Escríbete todas las palabras que
te he hablado en un libro.

3 Pues he aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que haré
tornar a los cautivos de mi pueblo Israel (y de Judá) - dice Yahveh - y les
haré volver a la tierra que di a sus padres en posesión.

4 Estas son las palabras que dirigió Yahveh a Israel (y a Judá).

5 Así dice Yahveh: Voces estremecedoras oímos: ¡Pánico, y no paz!

6 Id a preguntar, y ved si pare el macho. Entonces ¿por qué he visto a
todo varón con las manos en las caderas, como la que da a luz, y todas las
caras se han vuelto amarillas?

7 ¡Ay! porque grande es aquel día, sin semejante, y tiempo de angustia
es para Jacob; pero de ella quedará salvo.

8 (Acontecerá aquel día - oráculo de Yahveh Sebaot - que romperé el
yugo de sobre tu cerviz y tus coyundas arrancaré, y no te servirán más los
extranjeros,

9 sino que Israel y Judá servirán a Yahveh su Dios y a David su rey,
que yo les suscitaré.)

10 Pero tú no temas, siervo mío Jacob - oráculo de Yahveh - ni
desmayes, Israel, pues mira que yo acudo a salvarte desde lejos y tu linaje
del país de su cautiverio; volverá Jacob, se sosegará y estará tranquilo, y no
habrá quien le inquiete,

11 pues contigo estoy yo - oráculo de Yahveh - para salvarte: pues
acabaré con todas las naciones entre las cuales te dispersé. pero contigo no
acabaré; aunque sí te corregiré como conviene, ya que impune no te dejaré.

12 Porque así dice Yahveh: Irremediable es tu quebranto, incurable tu
herida.

13 Estás desahuciado; para una herida hay cura, para ti no hay
remedio.

14 Todos tus amantes te olvidaron, por tu salud no preguntaron.
Porque con herida de enemigo te herí, castigo de hombre cruel, (por tu gran
culpa, porque son enormes tus pecados).

15 ¿Por qué te quejas de tu quebranto? Irremediable es tu sufrimiento;
por tu gran culpa, por ser enormes tus pecados te he hecho esto.


16 No obstante todos los que te devoran serán devorados, y todos tus
opresores, todos ellos, irán al cautiverio; serán tus despojadores despojados,
y a todos tus saqueadores los entregaré al saqueo.

17 Sí; haré que tengas alivio, de tus llagas te curaré - oráculo de
Yahveh -. Porque «La Repudiada» te llamaron. «Sión de la que nadie
se
preocupa».

18 Así dice Yahveh: He aquí que yo hago volver a los cautivos de las
tiendas de Jacob y de sus mansiones me apiadaré; será reedificada la ciudad
sobre su montículo de ruinas y el alcázar tal como era será restablecido.

19 Y saldrá de entre ellos loor y voz de gente alegre; los multiplicaré y
no serán pocos, los honraré y no serán menguados,

20 sino que serán sus hijos como antes, su comunidad ante mí estará
en pie, y yo visitaré a todos sus opresores.

21 Será su soberano uno de ellos, su jefe de entre ellos saldrá, y
le
haré acercarse y él llegará hasta mí, porque ¿quién es el que se jugaría la
vida por llegarse hasta mí? - oráculo de Yahveh -.

22 Y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.

23 Mirad que una tormenta de Yahveh ha estallado, un torbellino
remolinea: sobre la cabeza de los malos descarga.

24 No ha de apaciguarse el ardor de la ira de Yahveh hasta que la
ejecute, y realice los designios de su corazón. En días futuros os percataréis
de ello.

Jeremías 31

1 En aquel tiempo - oráculo de Yahveh - seré el Dios de todas las
familias de Israel, y ellos serán mi pueblo.

2 Así dice Yahveh: Halló gracia en el desierto el pueblo que se libró
de la espada: va a su descanso Israel.

3 De lejos Yahveh se me apareció. Con amor eterno te he amado: por
eso he reservado gracia para ti.

4 Volveré a edificarte y serás reedificada, virgen de Israel; aún
volverás a tener el adorno de tus adufes, y saldrás a bailar entre
gentes
festivas.

5 Aún volverás a plantar viñas en los montes de Samaría: (plantarán
los plantadores, y disfrutarán).

6 Pues habrá un día en que griten los centinelas en la montaña de
Efraím: «¡Levantaos y subamos a Sión, adonde Yahveh, el Dios nuestro!»

7 Pues así dice Yahveh: Dad hurras por Jacob con alegría, y gritos por
la capital de las naciones; hacedlo oír, alabad y decid: «¡Ha salvado Yahveh
a su pueblo, al Resto de Israel!»

8 Mirad que yo los traigo del país del norte, y los recojo de los
confines de la tierra. Entre ellos, el ciego y el cojo, la preñada y la parida a
una. Gran asamblea vuelve acá.


9 Con lloro vienen y con súplicas los devuelvo, los llevo a arroyos de
agua por camino llano, en que no tropiecen. Porque yo soy para Israel un
padre, y Efraím es mi primogénito.

10 Oíd la palabra de Yahveh, naciones, y anunciad por las islas a lo
lejos, y decid: «El que dispersó a Israel le reunirá y le guardará
cual un
pastor su hato.»

11 Porque ha rescatado Yahveh a Jacob, y le ha redimido de la mano
de otro más fuerte.

12 Vendrán y darán hurras en la cima de Sión y acudirán al regalo de
Yahveh: al grano, al mosto, y al aceite virgen, a las crías de
ovejas y de
vacas, y será su alma como huerto empapado, no volverán a estar ya
macilentos.

13 Entonces se alegrará la doncella en el baile, los mozos y los viejos
juntos, y cambiaré su duelo en regocijo, y les consolaré y alegraré
de su
tristeza;

14 empaparé el alma de los sacerdotes de grasa, y mi pueblo de mi
regalo se hartará - oráculo de Yahveh -.

15 Así dice Yahveh: En Ramá se escuchan ayes, lloro amarguísimo.
Raquel que llora por sus hijos, que rehúsa consolarse - por sus
hijos -
porque no existen.

16 Así dice Yahveh: Reprime tu voz del lloro y tus ojos del llanto,
porque hay paga para tu trabajo - oráculo de Yahveh -: volverán de tierra
hostil,

17 y hay esperanza para tu futuro - oráculo de Yahveh -: volverán los
hijos a su territorio.

18 Bien he oído a Efraím lamentarse: «Me corregiste y corregido fui,
cual becerro no domado. Hazme volver y volveré, pues tú, Yahveh, eres mi
Dios.

19 Porque luego de desviarme, me arrepiento, y luego de darme
cuenta, me golpeo el pecho, me avergüenzo y me confundo luego, porque
aguanto el oprobio de mi mocedad.»

20 ¿Es un hijo tan caro para mí Efraím, o niño tan mimado, que tras
haberme dado tanto que hablar, tenga que recordarlo todavía? Pues, en
efecto, se han conmovido mis entrañas por él; ternura hacia él no
ha de
faltarme - oráculo de Yahveh -.

21 Plántate hitos, ponte jalones de ruta, presta atención a la calzada al
camino que anduviste. Vuelve, virgen de Israel, vuelve a estas ciudades.

22 ¿Hasta cuándo darás rodeos, oh díscola muchacha? Pues ha creado
Yahveh una novedad en la tierra: la Mujer ronda al Varón.

23 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Todavía dirán este
refrán en tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo haga volver
a sus
cautivos: «¡Bendígate Yahveh, oh estancia justa, oh monte santo!»

24 Y morarán allí Judá y todas sus ciudades juntamente, los labradores
y los que trashuman con el rebaño,

25 porque yo empaparé el alma agotada y toda alma macilenta
colmaré.


26 En esto, me desperté y vi que mi sueño era sabroso para mí.

27 He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que sembraré la
casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombres y ganados.

28 Entonces, del mismo modo que anduve presto contra ellos para
extirpar, destruir, arruinar, perder y dañar, así andaré respecto a ellos para
reconstruir y replantar - oráculo de Yahveh -.

29 En aquellos días no dirán más: «Los padres comieron el agraz, y
los dientes de los hijos sufren de dentera»;

30 sino que cada uno por su culpa morirá: quienquiera que coma el
agraz tendrá la dentera.

31 He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que yo pactaré
con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza;

32 no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la
mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice
estrago en ellos - oráculo de Yahveh -.

33 Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de
Israel,
después de aquellos días - oráculo de Yahveh -: pondré mi Ley en su
interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi
pueblo.

34 Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su
hermano, diciendo: «Conoced a Yahveh», pues todos ellos me conocerán
del más chico al más grande - - oráculo de Yahveh - cuando perdone
su
culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme.

35 Así dice Yahveh, el que da el sol para alumbrar el día, y gobierna
la luna y las estrellas para alumbrar la noche, el que agita el
mar y hace
bramar sus olas, cuyo nombre es Yahveh Sebaot.

36 Si fallaren estas normas en mi presencia - oráculo de Yahveh -
también la prole de Israel dejaría de ser una nación en mi
presencia a
perpetuidad.

37 Así dice Yahveh: Si fueren medidos los cielos por arriba, y
sondeadas las bases de la tierra por abajo, entonces también yo renegaría de
todo el linaje de Israel por todo cuanto hicieron - oráculo de Yahveh -.

38 He aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que será
reconstruida la ciudad de Yahveh desde la torre de Jananel hasta la Puerta
del Angulo;

39 y volverá a salir la cuerda de medir toda derecha hasta la cuesta de
Gareb, y torcerá hasta Goá,

40 y toda la hondonada de los Cuerpos Muertos y de la Ceniza, y toda
la Campa del Muerto hasta el torrente Cedrón, hasta la esquina de la Puerta
de los Caballos hacia oriente será sagrado de Yahveh: no volverá a
ser
destruido ni dado al anatema nunca jamás.

Jeremías 32

1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh el año diez
de Sedecías, rey de Judá - o sea, el año dieciocho de Nabucodonosor:


2 A la sazón las fuerzas del rey de Babilonia sitiaban a Jerusalén,
mientras el profeta Jeremías estaba detenido en el patio de la guardia de la
casa del rey de Judá,

3 donde le tenía detenido Sedecías, rey de Judá, bajo esta acusación:

«¿Por qué has profetizado: Así dice Yahveh: He aquí que yo entrego esta
ciudad en manos del rey de Babilonia, que la tomará,

4 y el rey de Judá, Sedecías, no escapará de manos de los caldeos, sino
que será entregado sin remisión en manos del rey de Babilonia, con quien
hablará boca a boca, y sus ojos se encontrarán con sus ojos,

5 y a Babilonia llevará a Sedecías, y allí estará (hasta que yo le visite -
oráculo de Yahveh. ¡Aunque luchéis con los caldeos, no triunfaréis!)»

6 Dijo Jeremías: He recibido una palabra de Yahveh que dice así:

7 «He aquí que Janamel, hijo de tu tío Sallum, va a dirigirse a ti
diciendo: “Ea, cómprame el campo de Anatot, porque a ti te toca el derecho
de rescate para comprarlo.”»

8 Vino, pues, a mí Janamel, hijo de mi tío, conforme al dicho de
Yahveh, al patio de la guardia, y me dijo: «Ea, cómprame el campo
de
Anatot - que cae en territorio de Benjamín - porque tuyo es el derecho de
adquisición y a ti te toca el rescate. Cómpratelo.» Yo reconocí en aquello la
palabra de Yahveh,

9 y compré a Janamel, hijo de mi tío, el campo que está en Anatot. Le
pesé la plata: diecisiete siclos de plata.

10 Lo apunté en mi escritura, sellé, aduje testigos y pesé la plata en la
balanza.

11 Luego tomé la escritura de la compra, el documento sellado según
ley y la copia abierta,

12 y pasé la escritura de la compra a Baruc, hijo de Neriyías, hijo de
Majseías, a vista de mi primo Janamel y de los testigos firmantes
en la
escritura de la compra, y a vista de todos los judíos presentes en el patio de
la guardia,

13 y a vista de todos ellos di a Baruc este encargo:

14 Así dice Yahveh Sebaot el Dios de Israel: Toma estas escrituras: la
escritura de compra, el documento sellado y la copia abierta, y las pones en
un cántaro de arcilla para que duren mucho tiempo.

15 Porque así dice Yahveh Sebaot el Dios de Israel: «Todavía se
comprarán casas y campos y viñas en esta tierra.»

16 Después de haber entregado la escritura de propiedad a Baruc, hijo
de Neriyías, oré a Yahveh diciendo:

17 «¡Ay, Señor Yahveh! He aquí que tú hiciste los cielos y la tierra
con tu gran poder y tenso brazo: nada es extraordinario para ti,

18 el que hace merced a millares, que se cobra la culpa de los padres a
costa de los hijos que les suceden, el Dios grande, el Fuerte, cuyo nombre
es Yahveh Sebaot,

19 grande en designios y rico en recursos, que tiene los ojos fijos en la
conducta de los humanos, para dar a cada uno según su conducta y el fruto
de sus obras;


20 tú que has obrado señales y portentos en Egipto, hasta hoy, y en
Israel y en la humanidad entera, y te has hecho un nombre, como hoy se
ve;

21 y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con señales y prodigios y con
mano fuerte y tenso brazo y con gran aparato,

22 y les diste esta tierra que habías jurado darla a sus padres:
tierra
que mana leche y miel.

23 Entraron en ella y la poseyeron, pero no hicieron caso de tu voz, ni
conforme a tus leyes anduvieron: nada de lo que les mandaste hacer
hicieron, y les conminaste con esta calamidad.

24 He aquí que los terraplenes llegan a la ciudad para tomarla y la
ciudad está ya a merced de los caldeos que la atacan, por causa de la espada
y del hambre y de la peste; lo que habías dicho, ha sido, y tú mismo lo estás
viendo.

25 ¡Precisamente tú me has dicho, oh Señor Yahveh: “Cómprate el
campo y aduce testigos” cuando la ciudad está entregada a manos de
los
caldeos!»

26 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh como sigue:

27 Mira que yo soy Yahveh, el Dios de toda carne. ¿Habrá cosa
extraordinaria para mi?

28 Pues así dice Yahveh: He aquí que yo pongo esta ciudad en manos
de los caldeos y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que la
tomará,

29 y entrarán los caldeos que atacan a esta ciudad y le prenderán fuego
incendiándola junto con las casas en cuyos terrados se incensaba a Baal y
se libaban libaciones a otros dioses para provocarme.

30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho
otra
cosa sino lo que me disgusta desde sus mocedades (porque los hijos
de
Israel no han hecho más que provocarme con las obras de sus manos -
oráculo de Yahveh -).

31 Porque motivo de mi furor y de mi ira ha sido para mí esta ciudad,
desde el día en que la edificaron hasta hoy, que es como para quitármela de
delante,

32 por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que,
para provocarme, obraron ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y
profetas, el hombre de Judá y el habitante de Jerusalén,

33 y me volvieron la espalda, que no la cara. Yo les adoctriné
asiduamente, mas ellos no quisieron aprender la lección,

34 sino que pusieron sus Monstruos abominables en la Casa que
llaman por mi Nombre, profanándola,

35 y fraguaron los altos del Baal que hay en el Valle de Ben Hinnom
para hacer pasar por el fuego a sus hijos e hijas en honor del Moloc - lo que
no les mandé ni me pasó por las mientes -, obrando semejante abominación
con el fin de hacer pecar a Judá.


36 Ahora, pues, en verdad así dice Yahveh, el Dios de Israel, acerca
de esta ciudad que - al decir de vosotros - está ya a merced del
rey de
Babilonia por la espada, por el hambre y por la peste.

37 He aquí que yo los reúno de todos los países a donde los empujé en
mi ira y mi furor y enojo grande, y les haré volver a este lugar, y les haré
vivir en seguridad,

38 serán mi pueblo, y yo seré su Dios;

39 y les daré otro corazón y otro camino, de suerte que me teman
todos los días para bien de ellos y de sus hijos después de ellos.

40 Les pactaré alianza eterna - que no revocaré después de ellos - de
hacerles bien, y pondré mi temor en sus corazones, de modo que no
se
aparten de junto a mí;

41 me dedicaré a hacerles bien, y los plantaré en esta
tierra
firmemente, con todo mi corazón y con toda mi alma.

42 Porque así dice Yahveh: Como he traído sobre este pueblo todo
este gran perjuicio, así yo mismo voy a traer sobre ellos todo el beneficio
que pronuncio sobre ellos,

43 y se comprarán campos en esta tierra de la que decís vosotros que
es una desolación, sin personas ni ganados, y que está a merced de
los
caldeos;

44 se comprarán campos con dinero, anotándose en escritura,
sellándose y llamando testigos, en la tierra de Benjamín y en los contornos
de Jerusalén, en las ciudades de Judá, en las de la Montaña, en
las de la
Tierra Baja y en las del Négueb, pues haré tornar a sus cautivos - oráculo de
Yahveh -.

Jeremías 33

1 De nuevo fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías, que estaba
aún detenido en el patio de la guardia, en estos términos:

2 Así dice Yahveh, hacedor de la tierra, que la formó para hacerla
subsistir, Yahveh es su nombre:

3 Llámame y te responderé y mostraré cosas grandes, inaccesibles,
que desconocías.

4 Porque así dice Yahveh, el Dios de Israel, tocante a las casas de esta
ciudad y a las de los reyes de Judá que han sido derruidas. Junto
a los
terraplenes y a la espada,

5 se traba combate con los caldeos para llenar la ciudad de cadáveres
humanos, a los que herí en mi ira y mi furor, y por cuya malicia oculté mi
rostro de esta ciudad.

6 He aquí que yo les aporto su alivio y su medicina. Los curaré y les
descubriré una corona de paz y seguridad.

7 Haré tornar a los cautivos de Judá y a los cautivos de Israel y
los
reedificaré como en el pasado,

8 y los purificaré de toda culpa que cometieron contra mí, y perdonaré
todas las culpas que cometieron contra mí, y con que me fueron rebeldes.


9 Jerusalén será para mí un nombre evocador de alegría, será prez y
ornato para todas las naciones de la tierra que oyeren todo el bien que voy
a hacerle, y se asustarán y estremecerán de tanta bondad y de tanta
paz
como voy a concederle.

10 Así dice Yahveh: Aún se oirá en este lugar, del que vosotros decís
que está abandonado, sin personas ni ganados, en todas las ciudades de Judá
y en las calles de Jerusalén desoladas, sin personas ni habitantes ni ganados,
11 voz de gozo y de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, la

voz de cuantos traigan sacrificios de alabanza a la Casa de Yahveh
diciendo: «Alabad a Yahveh Sebaot, porque es bueno Yahveh, porque es
eterno su amor», pues haré tomar a los cautivos del país, y volverán a ser
como antes - dice Yahveh -.

12 Así dice Yahveh Sebaot: Aún habrá en este lugar abandonado de
hombres y ganados y en todas sus ciudades, dehesa de pastores que hagan
acostarse a las ovejas:

13 en las ciudades de la Montaña, y en las de la Tierra Baja, en las del
Négueb y en la tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén y en las
ciudades de Judá, volverán a pasar ovejas ante la mano del que las cuente -
dice Yahveh.

14 Mirad que días vienen - oráculo de Yahveh - en que confirmaré la
buena palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de Judá.

15 En aquellos días y en aquella sazón haré brotar para David un
Germen justo, y practicará el derecho y la justicia en la tierra.

16 En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén vivirá en seguro.

Y así se la llamará: «Yahveh, justicia nuestra.»

17 Pues así dice Yahveh: No le faltará a David quien se siente en el
trono de la casa de Israel;

18 y a los sacerdotes levíticos no les faltará quien en presencia
mía
eleve holocaustos y queme incienso de oblación y haga sacrificio cada día.

19 Fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías como sigue:

20 Así dice Yahveh: Si llegareis a romper mi alianza con el día y con
la noche, de suerte que no sea de día o de noche a su debido tiempo,

21 entonces también mi alianza romperíais con mi siervo David, de
suerte que le falte un hijo que reine sobre su trono y con los
levitas
sacerdotes, mis servidores.

22 Así como es incontable el ejército de los cielos, e incalculable la
arena de la mar, así multiplicaré el linaje de mi siervo David y
de los
levitas que me sirven.

23 Fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías como sigue:

24 ¿No has visto qué ha dicho este pueblo?: «Los dos linajes que
había elegido Yahveh, los ha rechazado», y a mi pueblo menosprecian,
como que ni lo tienen por nación.

25 Pues bien, dice Yahveh: Si no he creado el día y la noche, ni las
leyes de los cielos y la tierra he puesto,

26 en ese caso también rechazaré el linaje de Jacob y de mi siervo
David, para no escoger más de su linaje a quienes imperen sobre el linaje


de Abraham, Isaac y Jacob, cuando yo haga tornar a sus cautivos y les tenga
misericordia.

Jeremías 34

1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, mientras
Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todas sus fuerzas y todos los reinos de
la tierra sometidos a su poder y todos los pueblos atacaban a Jerusalén y a
todas sus ciudades:

2 Así dice Yahveh el Dios de Israel: Ve y dices a Sedecías, rey de
Judá; le dices: Así dice Yahveh: «Mira que yo entrego esta ciudad
en
manos del rey de Babilonia, y la incendiará.

3 En cuanto a ti, no te escaparás de su mano, sino que sin falta serás
capturado, y en sus manos te pondré y tus ojos verán los ojos del
rey de
Babilonia, y su boca hablará a tu boca, y a Babilonia irás.

4 Empero, oye una palabra de Yahveh, oh Sedecías, rey de Judá: Así
dice Yahveh respecto a ti: No morirás por la espada.

5 En paz morirás. Y como se quemaron perfumes por tus padres, los
reyes antepasados que te precedieron, así los quemarán por ti, y
con el

«¡ay, señor!» te plañirán, porque lo digo yo - oráculo de Yahveh -.

6 Y habló el profeta Jeremías a Sedecías, rey de Judá, todas estas
palabras en Jerusalén,

7 mientras las fuerzas del rey de Babilonia atacaban a Jerusalén y a
todas las ciudades de Judá que quedaban: a Lakís y Azecá, pues estas dos
plazas fuertes habían quedado de todas las ciudades de Judá.

8 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, después de
llegar el rey Sedecías a un acuerdo con todo el pueblo de Jerusalén,
proclamándoles una manumisión,

9 en orden a dejar cada uno a su siervo o esclava hebreos libres
dándoles la libertad de suerte que ningún judío fuera siervo de su hermano.

10 Todos los jefes y todo el pueblo que entraba en el acuerdo
obedecieron, dejando libres quién a su siervo, quién a su esclava, dándoles
la libertad de modo que no hubiese entre ellos más esclavos: obedecieron y
les dejaron libres.

11 Pero luego volvieron a apoderarse de los siervos y esclavas que
habían manumitido y los redujeron a servidumbre y esclavitud.

12 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías en estos
términos:

13 Así dice Yahveh, el Dios de Israel: yo hice alianza con vuestros
padres el día que los saqué de Egipto, de la casa de servidumbre, diciendo:

14 «Al cabo de siete años cada uno de vosotros dejará libre al
hermano hebreo que se le hubiera vendido. Te servirá por seis años,
y le
enviarás libre de junto a ti.» Pero no me hicieron caso vuestros
padres ni
aplicaron el oído.

15 Vosotros os habéis convertido hoy y habéis hecho lo que es recto a
mis ojos proclamando manumisión general, y llegando a un acuerdo en mi
presencia, en la Casa que se llama por mi Nombre;


16 pero os habéis echado atrás y profanado mi Nombre, os habéis
apoderado de vuestros respectivos siervos y esclavas a quienes
habíais
manumitido, reduciéndolos de nuevo a esclavitud.

17 Por tanto, así dice Yahveh: Vosotros no me habéis hecho caso al
proclamar manumisión general. He aquí que yo proclamo contra vosotros
manumisión de la espada, de la peste y del hambre - oráculo de Yahveh - y
os doy por espantajo de todos los reinos de la tierra.

18 Y a los individuos que traspasaron mi acuerdo, aquellos que no han
hecho válidos los términos del acuerdo que firmaron en mi presencia, yo los
volveré como el becerro que cortaron en dos y por entre cuyos
pedazos
pasaron:

19 a los jefes de Judá, los jefes de Jerusalén, los eunucos, los
sacerdotes y todo el pueblo de la tierra que han pasado por entre
los
pedazos del becerro,

20 les pondré en manos de sus enemigos y de quienes buscan su
muerte y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de
la tierra.

21 Y a Sedecías, rey de Judá, y a sus jefes les pondré en manos de sus
enemigos y de quienes buscan su muerte y del ejército del rey de Babilonia
que se ha retirado de vosotros.

22 Mirad que yo lo ordeno - oráculo de Yahveh - y les hago volver
sobre esta ciudad, y la atacarán, la tomarán y le darán fuego, y las ciudades
de Judá las trocaré en desolación sin habitantes.

Jeremías 35

1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, en tiempo
de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá.

2 «Ve a la casa de los rekabitas y les hablas. Les llevas a la Casa de
Yahveh, a una de las cámaras, y les escancias vino.»

3 Tomé, pues, a Yazanías, hijo de Jeremías, hijo de Jabassinías, y a
sus hermanos, a todos sus hijos y a toda la casa de los rekabitas,

4 y les llevé a la Casa de Yahveh, a la cámara de Ben Yojanán, hijo de
Yigdalías, hombre de Dios, la cual cámara está al lado de la de los jefes, y
encima de la de Maaseías, hijo de Sallum, guarda del umbral,

5 y presentando a los hijos de la casa de los rekabitas unos jarros
llenos de vino y tazas, les dije: «¡Bebed vino!»

6 Dijeron ellos: «No bebemos vino, porque nuestro padre Yonadab,
hijo de Rekab, nos dio este mandato: “No beberéis vino ni vosotros
ni
vuestros hijos nunca jamás,

7 ni edificaréis casa, ni sembraréis semilla, ni plantaréis viñedo, ni
poseeréis nada, sino que en tiendas pasaréis toda vuestra existencia, para
que viváis muchos días sobre la faz del suelo, donde sois forasteros.”

8 Nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro padre Yonadab, hijo
de Rekab, en todo cuanto nos mandó, absteniéndonos de beber vino de por
vida, nosotros, nuestras mujeres, nuestros hijos y nuestras hijas,


9 y no edificando casas donde vivir, ni poseyendo viña ni campo de
sementera,

10 sino que hemos vivido en tiendas, obedeciendo y obrando en todo
conforme a lo que nos mandó nuestro padre Yonadab.

11 Pero al subir Nabucodonosor, rey de Babilonia, contra el país,
dijimos: “Venid y entremos en Jerusalén, para huir de las fuerzas caldeas y
de las de Arán”, y nos instalamos en Jerusalén.»

12 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías como sigue:

13 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Ve y dices a los
hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿ No aprenderéis la lección
que os invita a escuchar mis palabras? - oráculo de Yahveh -.

14 Se ha cumplido la palabra de Yonadab, hijo de Rekab, que prohibió
a sus hijos beber vino, y no han bebido hasta la fecha, porque obedecieron
la orden de su padre. Yo me afané en hablaros a vosotros y no me oísteis.

15 Me afané en enviaros a todos mis siervos los profetas a deciros: Ea,
tornad cada uno de vuestro mal camino, mejorad vuestras acciones y no
andéis en pos de otros dioses para servirles, y os quedaréis en la tierra que
os di a vosotros y a vuestros padres; mas no aplicasteis el oído
ni me
hicisteis caso.

16 Así, los hijos de Yonadab, hijo de Rekab, han cumplido el precepto
que su padre les impuso, mientras que este pueblo no me ha hecho caso.

17 Por tanto, así ha dicho Yahveh, el Dios Sebaot, el Dios de Israel:
He aquí que yo traigo contra Judá y contra los habitantes de Jerusalén todo
el mal que pronuncié respecto a ellos, por cuanto les hablé y no me oyeron,
les llamé y no me respondieron.

18 A la casa de los rekabitas dijo Jeremías: «Así dice Yahveh Sebaot,
el Dios de Israel: Por cuanto que habéis hecho caso del precepto de vuestro
padre Yonadab y habéis guardado todos esos preceptos y obrado conforme
a cuanto os mandó,

19 por lo mismo, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: No faltará
a Yonadab, hijo de Rekab, quien siga ante mi faz todos los días.»

Jeremías 36

1 Aconteció que en el año cuarto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de
Judá, fue dirigida esta palabra a Jeremías de parte de Yahveh:

2 Tómate un rollo de escribir, y apuntas en él todas las palabras que te
he hablado tocante a Israel, a Judá y a todas las naciones, desde la fecha en
que te vengo hablando - desde los tiempos de Josías hasta hoy -.

3 A ver si la casa de Judá se entera de todo el mal que he
pensado
hacerle, de modo que se convierta cada uno de su mal camino, y entonces
yo perdonaría su culpa y su pecado.

4 Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Neriyías, y apuntó Baruc al
dictado de Jeremías todas las palabras que Yahveh le había hablado, en un
rollo de escribir.

5 Dio Jeremías a Baruc estas instrucciones: «Yo estoy detenido; no
puedo ir a la Casa de Yahveh.


6 Así que, vete tú, y lees en voz alta el rollo en que has apuntado al
dictado mío las palabras de Yahveh, a oídos del público de la Casa
de
Yahveh el día del ayuno, y las lees también a oídos de todos los de Judá que
vienen de sus ciudades;

7 a ver si presentan sus súplicas a Yahveh, y se vuelven cada uno de
su mal camino; porque grande es la ira y el furor que ha expresado Yahveh
contra este pueblo.»

8 Hizo Baruc, hijo de Neriyías, conforme a todo cuanto le había
mandado el profeta Jeremías, y leyó en el libro las palabras de Yahveh en
la Casa de Yahveh.

9 Precisamente en el año quinto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de
Judá, el mes noveno, se proclamaba ayuno general delante de Yahveh, tanto
para el pueblo de Jerusalén como para toda la gente venida de las ciudades
de Judá a Jerusalén.

10 Baruc, pues, leyó en el libro las palabras de Jeremías en la Casa de
Yahveh, en la cámara de Guemarías, hijo de Safán el escriba, en el patio
alto, a la entrada de la Puerta Nueva de la Casa de Yahveh, a oídos de todo
el pueblo.

11 Oye Miqueas, hijo de Guemarías, hijo de Safán, todas las palabras
de Yahveh según el libro,

12 baja a la casa del rey, al cuarto del escriba, y se encuentra con que
allí estaban todos los jefes sentados: el escribano Elisamá, Delaías, hijo de
Semaías, Elnatán, hijo de Akbor, Guemarías, hijo de Safán, Sedecías, hijo
de Jananías, y todos los demás jefes.

13 Y Miqueas declaró todas las palabras que había oído leer a Baruc
en el libro a oídos del pueblo.

14 Entonces todos los jefes enviaron a Yehudí, hijo de Netanías, hijo
de Selemías, hijo de Kusí a decir a Baruc: «Toma en tus propias manos el
rollo en el que has leído en voz alta al pueblo y vente.» Baruc,
hijo de
Neriyías, tomó el rollo en sus manos y se dirigió adonde ellos.

15 Dícenle: «Ea, siéntate y ten a bien leérnoslo a nosotros.» Y Baruc
se lo leyó.

16 Como oyeron todas aquellas palabras, se asustaron y dijeron cada
cual a su vecino: «Anunciemos sin falta al rey todas estas palabras.»

17 Y a Baruc le pidieron: «Explícanos cómo has escrito todas estas
palabras.»

18 Díceles Baruc: «Al dictado. El me recitaba todas estas palabras y
yo las iba escribiendo en el libro con tinta.»

19 Dicen los jefes a Baruc: «Vete, escondeos tú y Jeremías, y que
nadie sepa dónde estáis.»

20 Y entraron adonde el rey, a la corte (el rollo lo consignaron en la
cámara de Elisamá el escriba) y anunciaron a oídos del rey todas aquellas
palabras.

21 Entonces envió el rey a Yehudí a apoderarse del rollo, y éste lo
tomó del cuarto de Elisamá el escriba. Y Yehudí lo leyó en voz alta al rey y
a todos los jefes que estaban en pie en torno al rey.


22 El rey estaba sentado en la casa de invierno, - era en el mes noveno

-, con un brasero delante encendido.

23 Y así que había leído Yehudí tres hojas o cuatro, él las rasgaba con
el cortaplumas del escriba y las echaba al fuego del brasero, hasta terminar
con todo el rollo en el fuego del brasero.

24 Ni se asustaron ni se rasgaron los vestidos el rey ni ninguno de sus
siervos que oían todas estas cosas,

25 y por más que Elnatán, Delaías y Guemarías suplicaron el rey que
no quemara el rollo, no les hizo caso.

26 Luego el rey ordenó a Yerajmeel, hijo del rey, a Seraías, hijo
de
Azriel, y a Selemías, hijo de Abdel, apoderarse del escriba Baruc y
del
profeta Jeremías, pero Yahveh los ocultó.

27 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías - tras de
haber quemado el rey el rollo y las cosas que había escrito Baruc al dictado
de Jeremías - como sigue:

28 «Vuelve a tomar otro rollo y escribe en él todas las cosas que antes
había en el primer rollo que quemó Yoyaquim, rey de Judá.

29 Y a Yoyaquim, rey de Judá, le dices: Así dice Yahveh: Tú has
quemado aquel rollo, diciendo: “¿Por qué has escrito en él: Vendrá sin falta
el rey de Babilonia y destruirá esta tierra y se llevará
cautivos de ella a
hombres y bestias?”

30 Por tanto, así dice Yahveh a propósito de Yoyaquim, rey de Judá:
No tendrá quien le suceda en el trono de David y su propio cadáver yacerá
tirado, expuesto al calor del día y al frío de la noche.

31 Yo pasaré revista a sus culpas y las de su linaje y sus
siervos, y
traeré sobre ellos y sobre todos los habitantes de Jerusalén y los hombres
de Judá todo el mal que les dije, sin que hicieran caso.»

32 Entonces Jeremías tomó otro rollo, que dio al escriba Baruc, hijo
de Neriyías, y éste escribió al dictado de Jeremías todas las
palabras del
libro que había quemado Yoyaquim, rey de Judá, e incluso se añadió a
aquéllas otras muchas por el estilo.

Jeremías 37

1 Vino a reinar, en vez de Konías, hijo de Yoyaquim, el rey Sedecías,
hijo de Josías, al que Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso por rey en
tierra de Judá,

2 pero tampoco él ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra,
hicieron
caso de las palabras que Yahveh había hablado por medio del profeta
Jeremías.

3 El rey Sedecías envió a Yukal, hijo de Selemías, y al sacerdote
Sofonías, hijo de Maaseías, a decir al profeta Jeremías: «¡Ea! Ruega
por
nosotros a nuestro Dios Yahveh.»

4 Y Jeremías iba y venía en público, pues no le habían encarcelado.

5 Las fuerzas de Faraón salieron de Egipto, y al oír hablar de ellos los
caldeos que sitiaban a Jerusalén, levantaron el sitio de Jerusalén.

6 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh al profeta Jeremías:


7 Así dice Yahveh, el Dios de Israel: Así diréis al rey de Judá que os
envía a mí, a consultarme: He aquí que las fuerzas de Faraón que salían en
vuestro socorro se han vuelto a su tierra de Egipto,

8 y volverán los caldeos que atacan a esta ciudad, la tomarán y la
incendiarán.

9 Así dice Yahveh: No cobréis ánimos diciendo: «Seguro que los
caldeos terminarán por dejarnos y marcharse»; porque no se marcharán,

10 pues aunque hubieseis derrotado a todas las fuerzas de los caldeos
que os atacan y les quedaren sólo hombres acribillados, se levantarían cada
cual en su tienda e incendiarían esta ciudad.

11 Cuando las tropas caldeas estaban levantando el sitio de Jerusalén,
replegándose ante las tropas del Faraón, aconteció que

12 Jeremías salía de Jerusalén para ir a tierra de Benjamín a asistir a
un reparto en el pueblo.

13 Y encontrándose él en la puerta de Benjamín, donde había un
vigilante llamado Yiriyías, hijo de Selemías, hijo de Jananías, éste prendió
al profeta Jeremías diciendo: «¡Tú te pasas a los caldeos!»

14 Dice Jeremías: «¡Falso! Yo no me paso a los caldeos.» Pero
Yiriyías no le hizo caso, y poniendo preso a Jeremías, le llevó a los jefes,

15 los cuales se irritaron contra Jeremías, le dieron de golpes y le
encarcelaron en casa del escriba Jonatán, convertida en prisión.

16 Así que Jeremías ingresó en el calabozo y en las bóvedas y
permaneció allí mucho tiempo.

17 El rey Sedecías mandó traerle, y le interrogó en su casa, en secreto:

«¿Hay algo de parte de Yahveh?» Dijo Jeremías: «Lo hay.» Y añadió: «En
mano del rey de Babilonia serás entregado.»

18 Y dijo Jeremías al rey Sedecías: «¿En qué te he faltado a ti, a tus
siervos y a este pueblo, para que me hayáis puesto en prisión?

19 ¿Pues dónde están vuestros profetas que os profetizaban: “No
vendrá el rey de Babilonia contra vosotros ni contra esta tierra?

20 Ahora, pues, oiga el rey mi señor, caiga bien en tu presencia mi
petición de gracia y no me vuelvas a casa del escriba Jonatán, no muera yo
allí.»

21 Entonces el rey Sedecías mandó que custodiasen a Jeremías en el
patio de la guardia y se le diese un rosco de pan por día de la calle de los
panaderos, hasta que se acabase todo el pan de la ciudad. Y Jeremías
permaneció en el patio de la guardia.

Jeremías 38

1 Oyeron Sefatías, hijo de Mattán, Guedalías, hijo de Pasjur, hijo de
Malkiyías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo:

2 «Así dice Yahveh: Quien se quede en esta ciudad, morirá de espada,
de hambre y de peste, mas el que se entregue a los caldeos vivirá,
y eso
saldrá ganando.

3 Así dice Yahveh: Sin remisión será entregada esta ciudad en mano
de las tropas del rey de Babilonia, que la tomará.»


4 Y dijeron aquellos jefes al rey: «Ea, hágase morir a ese hombre,
porque con eso desmoraliza a los guerreros que quedan en esta ciudad y a
toda la plebe, diciéndoles tales cosas. Porque este hombre no procura
en
absoluto el bien del pueblo, sino su daño.»

5 Dijo el rey Sedecías: «Ahí le tenéis en vuestras manos, pues nada
podría el rey contra vosotros.»

6 Ellos se apoderaron de Jeremías, y lo echaron a la cisterna de
Malkiyías, hijo del rey, que había en el patio de la guardia, descolgando a
Jeremías con sogas. En el pozo no había agua, sino fango, y
Jeremías se
hundió en el fango.

7 Pero Ebed Mélek el kusita - un eunuco de la casa del rey - oyó que
habían metido a Jeremías en la cisterna. El rey estaba sentado en la puerta
de Benjamín.

8 Salió Ebed Mélek de la casa del rey, y habló al rey en estos
términos:

9 «Oh mi señor el rey, está mal hecho todo cuanto esos hombres han
hecho con el profeta Jeremías, arrojándole a la cisterna. Total lo mismo se
iba a morir de hambre, pues no quedan ya víveres en la ciudad.»

10 Entonces ordenó el rey a Ebed Mélek el kusita: «Toma tú mismo
de aquí treinta hombres, y subes al profeta Jeremías del pozo antes de que
muera.»

11 Ebed Mélek tomó consigo a los hombres y entrando en la casa del
rey, al vestuario del tesoro, tomó allí deshechos de paños y telas,
y con
sogas los descolgó por la cisterna hasta Jeremías.

12 Dijo Ebed Mélek el kusita a Jeremías: «Hala, ponte los deshechos
de paños y telas entre los sobacos y las sogas.» Así lo hizo Jeremías,

13 y halando a Jeremías con las sogas le subieron de la cisterna. Y
Jeremías se quedó en el patio de la guardia.

14 Entonces el rey Sedecías mandó traer al profeta Jeremías a la
entrada tercera que había en la Casa de Yahveh, y dijo el rey a Jeremías:

«Yo te pregunto una cosa: no me ocultes nada.»

15 Dijo Jeremías a Sedecías: «Si te soy sincero, seguro que me
matarás; y aunque te aconseje, no me escucharás.»

16 El rey Sedecías juró a Jeremías en secreto: «Por vida de Yahveh, y
por la vida que nos ha dado, que no te haré morir ni te entregaré en manos
de estos hombres que andan buscando tu muerte.»

17 Dijo Jeremías a Sedecías: «Así dice Yahveh, el Dios Sebaot, el
Dios de Israel: Si sales a entregarte a los jefes del rey de Babilonia, vivirás
tú mismo y esta ciudad no será incendiada: tanto tú como los tuyos viviréis.

18 Pero si no te entregas a los jefes del rey de Babilonia, esta ciudad
será puesta en manos de los caldeos e incendiada, y tú no escaparás de sus
manos.»

19 Dijo el rey Sedecías a Jeremías: «Me preocupan los judíos que se
han pasado a los caldeos, no vaya a ser que me entreguen en sus manos, y
éstos hagan mofa de mí.»


20 Pero replicó Jeremías: «No te entregarán. ¡Ea!, oye la voz de
Yahveh en esto que te digo, que te resultará bien y quedarás con vida.

21 Mas si rehusas a salir, esto es lo que me ha mostrado Yahveh.

22 Mira que todas las mujeres que han permanecido en la casa del rey
de Judá serán sacadas adonde los jefes del rey de Babilonia, e irán diciendo:
Te empujaron y pudieron contigo aquellos con quienes te saludabas. Se
hundieron en el lodo tus pies, hiciéronse atrás.

23 Y a todas tus mujeres y tus hijos irán sacando adonde los caldeos, y
tú no escaparás de ellos, sino que en manos del rey de Babilonia
serás
puesto, y esta ciudad será incendiada.»

24 Entonces dijo Sedecías a Jeremías: «Que nadie sepa nada de esto, y
no morirás.

25 Aunque se enteren los jefes de que he estado hablando contigo, y
viniendo a ti te digan: “Decláranos qué has dicho al rey sin ocultárnoslo, y
así no te mataremos, como también lo que el rey te ha hablado”,

26 tú les dirás: “He pedido al rey la gracia de que no se me devuelva a
casa de Jonatán a morirme allí.”»

27 En efecto, vinieron todos los jefes a Jeremías, le interrogaron, y él
les respondió conforme a lo que queda dicho que le había mandado el rey: y
ellos quedaron satisfechos, porque nada se sabía de lo hablado.

28 Así quedó Jeremías en el patio de la guardia, hasta el día en que fue
tomada Jerusalén. Ahora bien, cuando fue tomada Jerusalén...

Jeremías 39

1 En el año nueve de Sedecías, rey de Judá, el décimo mes, vino
Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la
sitiaron.

2 En el año once de Sedecías, el cuarto mes, el nueve del mes, se abrió
una brecha en la ciudad,

3 y entraron todos los jefes del rey de Babilonia y se instalaron en la
Puerta Central: Nergal Sareser, Samgar Nebo, Sar Sekim, jefe superior,
Nergal Sareser, alto funcionario y todos los demás jefes del
rey de
Babilonia.

4 Al verles Sedecías, rey de Judá, y todos los guerreros, huyeron de la
ciudad salieron de noche camino del parque del rey por la puerta que está
entre los dos muros, y se fueron por el camino de la Arabá.

5 Las tropas caldeas les persiguieron y dando alcance a Sedecías en
los llanos de Jericó, le prendieron y le subieron a Riblá, en tierra de Jamat,
adonde Nabucodonosor, rey de Babilonia, que lo sometió a juicio.

6 Y el rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedecías en Riblá a la
vista de éste; luego el rey de Babilonia degolló a toda la
aristocracia de
Judá,

7 y habiendo cegado los ojos a Sedecías le ató con doble cadena de
bronce para llevárselo a Babilonia.

8 Los caldeos incendiaron la casa del rey y las casas del pueblo y
demolieron los muros de Jerusalén;


9 cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, a los desertores
que se habían pasado a él y a los artesanos restantes
los deportó
Nebuzaradán, jefe de la guardia, a Babilonia.

10 En cuanto a la plebe baja, los que no tienen nada, hízoles quedar
Nebuzaradán, jefe de la guardia, en tierra de Judá, y en aquella ocasión les
dio viñas y parcelas.

11 Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dado instrucciones a
Nebuzaradán, jefe de la guardia, respecto a Jeremías en este sentido:

12 «Préndele y tenle a la vista; y no le hagas daño alguno, antes harás
con él lo que él mismo te diga.»

13 Entonces (Nebuzaradán, jefe de la guardia) Nebusazbán, jefe
superior, Nergal Sareser, oficial superior, y todos los grandes del
rey de
Babilonia

14 enviaron en busca de Jeremías, y lo confiaron a Godolías, hijo de
Ajicam, hijo de Safán, para que le hiciese salir a casa, y permaneció entre
la gente.

15 Estando Jeremías detenido en el patio de la guardia, le había sido
dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:

16 Vete y dices a Ebed Mélek el kusita: Así dice Yahveh Sebaot, el
Dios de Israel: Mira que yo hago llegar mis palabras a esta ciudad para su
daño, que no para su bien, y tú serás testigo en aquel día,

17 pero yo te salvaré a ti aquel día - oráculo de Yahveh - y no serás
puesto en manos de aquellos cuya presencia evitas temeroso,

18 antes bien te libraré, y no caerás a espada. Saldrás ganando la
propia vida, porque confiaste en mí - oráculo de Yahveh.

Jeremías 40

1 Palabra dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, luego que
Nebuzaradán, jefe de la guardia, le dejó libre en Ramá, cuando le
tomó
aparte, estando él esposado con todos los deportados de Jerusalén y
Judá
que iban camino de Babilonia.

2 En efecto, el jefe de la guardia tomó aparte a Jeremías y le dijo: «Tu
Dios Yahveh había predicho esta desgracia a este lugar,

3 y lo ha cumplido. Yahveh ha hecho conforme había predicho. Y esto
os ha sucedido porque pecasteis contra Yahveh y no oísteis su voz.

4 Ahora bien, desde hoy te suelto las esposas de tus muñecas. Si te
parece bien venirte conmigo a Babilonia, vente, y yo miraré por ti. Pero si
te parece mal venirte conmigo a Babilonia, déjalo. Mira, tienes toda la tierra
por delante; adonde mejor y más cómodo te parezca ir, vete.»

5 Aún no había dado media vuelta cuando le dijo: «Vuelve adonde
Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, a quien el rey de
Babilonia ha
encargado de las ciudades de Judá, y quédate a vivir con él entre esta gente.
En suma, vete adonde mejor te acomode.» Luego el jefe de la guardia
le
proporcionó algunos víveres y ayuda de costa y le despidió.


6 Jeremías, por su parte, vino al lado de Godolías, hijo de Ajicam, a
Mispá, y se quedó a vivir con él entre la población que había quedado en el
país.

7 Todos los jefes de guerrilleros, así como sus hombres, oyeron cómo
el rey de Babilonia había encargado del país a Godolías, hijo de Ajicam, y
cómo le había encargado de los hombres, mujeres, niños y de aquella gente
baja de la tierra, que no habían sido deportados a Babilonia,

8 y fueron donde Godolías, a Mispá, Ismael, hijo de Netanías,
Yojanán y Jonatán, hijo de Caréaj, Seraías, hijo de Tanjumet, los hijos de
Efay el netofita y Yaazanías de Maaká en compañía de sus hombres.

9 Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, les hizo un juramento a
ellos y a sus hombres: «No temáis ser siervos de los caldeos. Quedaos en el
país y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.

10 Por mi parte, aquí me tenéis establecido en Mispá, para responder a
los caldeos que vengan a nosotros; y vosotros cosechad vino, mieses
y
aceite, metedlo en vuestras vasijas, y vivid en las ciudades que
hayáis
recuperado.»

11 También todos los judíos que había en Moab, entre los ammonitas,
y en Edom, y los que había en todos los demás países oyeron que
había
dejado el rey de Babilonia un resto a Judá y que había encargado de él a
Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán.

12 Todos estos judíos regresaron de los distintos lugares adonde se
habían refugiado y venidos al país de Judá, junto a Godolías, a
Mispá,
cosecharon vino y mieses en gran abundancia.

13 Entonces Yojanán, hijo de Caréaj, y todos sus jefes de guerrilleros
vinieron adonde Godolías a Mispá

14 y le dijeron: «¿Sabes que Baalís, rey de los ammonitas, ha enviado
a Ismael, hijo de Netanías, para asesinarte?» Godolías, hijo de Ajicam, no
les dio crédito.

15 Entonces Yojanán, hijo de Caréaj, dijo a Godolías secretamente en
Mispá: «Ea, iré yo y asestaré el golpe a Ismael, hijo de Netanías, sin que
nadie lo sepa. ¿Por qué tiene que asesinarte él a ti, lo que
supondría la
desbandada de todo Judá, apiñado en torno tuyo, y la pérdida del resto de
Judá?»

16 Godolías, hijo de Ajicam, replicó a Yojanán, hijo de Caréaj: «No
hagas eso, porque es falso lo que dices de Ismael.»

Jeremías 41

1 Pues bien, el mes séptimo, Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisamá,
de linaje real, se dirigió en compañía de algunos grandes del rey y
diez
hombres a Godolías, hijo de Ajicam, a Mispá, y allí en Mispá
comieron
juntos.

2 Se levantó Ismael, hijo de Netanías, y los diez que estaban con él, y
acuchillaron a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, y dieron muerte a
aquel a quien el rey de Babilonia había encargado del país.


3 También mató Ismael a todos los judíos que estaban con él, con
Godolías, en Mispá y a los guerreros caldeos que se hallaban allí.

4 Era al día siguiente del asesinato de Godolías, y nadie lo sabía.

5 Unos hombres venían de Siquem de Silo y de Samaría, ochenta
entre todos, la barba raída, harapientos y arañados, portadores de oblaciones
e incienso que traían a la Casa de Yahveh.

6 Salió Ismael, hijo de Netanías, a su encuentro desde Mispá. Iba
llorando mientras caminaba, y llegando junto a ellos, les dijo:
«Venid
adonde Godolías, hijo de Ajicam.»

7 Y así que hubieron entrado dentro de la ciudad, Ismael, hijo de
Netanías, los degolló con la ayuda de sus hombres, y los echó dentro de una
cisterna.

8 Entre aquellos hombres hubo diez que dijeron a Ismael: «No nos
mates, que en el campo tenemos escondites de trigo, cebada, aceite y miel.»
Y no les mató como a sus hermanos.

9 La cisterna adonde echó Ismael todos los cadáveres de los hombres
que mató, era la cisterna grande. Es la que hizo el rey Asá para prevenirse
contra Basá, rey de Israel; Ismael, hijo de Netanías, la llenó de asesinados.

10 Luego Ismael hizo prisioneros a todo el resto del pueblo que
quedaba en Mispá, a las hijas del rey y a todo el pueblo que
quedaba en
Mispá, que Nebuzaradán, jefe de la guardia, había encomendado
a
Godolías, hijo de Ajicam; y de madrugada se fue Ismael, hijo de Netanías, a
pasarse a los ammonitas.

11 Oyó Yojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las fuerzas que le
acompañaban, todos los crímenes que había hecho Ismael, hijo
de
Netanías.

12 Tomando a todos sus hombres fueron a luchar con Ismael, hijo de
Netanías, al que encontraron junto a la gran alberca, que está en Gabaón.

13 Apenas toda la gente que esta con Ismael vio a Yojanán, hijo de
Caréaj, y a todos los jefes de las fuerzas que le acompañaban, se llenaron de
gozo,

14 y dando media vuelta toda aquella gente que Ismael llevaba
prisionera de Mispá, regresaron al lado de Yojanán, hijo de Caréaj,

15 en tanto que Ismael, hijo de Netanías, se escapaba de Yojanán con
ocho hombres, rumbo a los ammonitas.

16 Yojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las fuerzas que le
acompañaban recogieron de Mispá a todo el resto de la gente que Ismael,
hijo de Netanías, había hecho prisionera después que hubo matado a
Godolías, hijo de Ajicam - hombres, gente de guerra, mujeres, niños y
eunucos -, a los cuales hizo volver de Gabaón.

17 Ellos se fueron y se instalaron en el Refugio de Kimham, que está
al lado de Belén, para seguir luego hasta Egipto

18 huyendo de los caldeos, pues les temían por haber matado Ismael,
hijo de Netanías, a Godolías, hijo de Ajicam, a quien el rey de Babilonia
había encargado del país.


Jeremías 42

1 Entonces se llegaron todos los jefes de las fuerzas, así como
Yojanán, hijo de Caréaj, Azarías, hijo de Hosaías y el pueblo en masa, del
chico al grande,

2 y dijeron al profeta Jeremías: «Caiga bien nuestra demanda de favor
ante ti, y ruega a tu Dios Yahveh por nosotros, por todo este
resto, pues
hemos quedado pocos de muchos que éramos, como tus ojos están viendo,

3 y que nos indique tu Dios Yahveh el camino por donde hemos de ir
y lo que hemos de hacer.»

4 Díceles el profeta Jeremías: «De acuerdo: ahora mismo me pongo a
rogar a vuestro Dios Yahveh como decís, y sea cual fuere la respuesta de
Yahveh para vosotros, yo os la declararé sin ocultaros palabra.»

5 Y ellos dijeron a Jeremías: «Séanos Yahveh testigo veraz y leal, si
no obramos conforme a cualquier mensaje que tu Dios Yahveh te envía
para nosotros.

6 Sea grata o sea ingrata, nosotros oiremos la voz de nuestro Dios
Yahveh a quien te enviamos, por cuanto que bien nos va cuando oímos la
voz de nuestro Dios Yahveh.»

7 Pues bien, al cabo de diez días fue dirigida la palabra de Yahveh a
Jeremías.

8 Este llamó a Yojanán, hijo de Caréaj, a todos los jefes de las fuerzas
que había con él y al pueblo todo, del chico al grande,

9 y les dijo: «Así dice Yahveh, el Dios de Israel, a quien me habéis
enviado en demanda de su favor:

10 Si os quedáis a vivir en esta tierra, yo os edificaré y no os destruiré,
os plantaré y no os arrancaré, porque me pesa del mal que os he hecho.

11 No temáis al rey de Babilonia, que tanto os asusta: no temáis nada
de él - oráculo de Yahveh - que con vosotros estoy yo para
salvaros y
libraros de su mano.

12 Haré que se os tenga compasión y él os la tendrá y os devolverá a
vuestro suelo.

13 Pero si decís vosotros: “No nos quedamos en este país”, desoyendo
así la voz de vuestro Dios Yahveh,

14 diciendo: “No, sino que al país de Egipto iremos, donde no veamos
guerra, ni oigamos toque de cuerno, ni tengamos hambre de pan, y allí nos
quedaremos”;

15 ¡pues bien! en ese caso, oíd la palabra de Yahveh, oh resto de Judá.
Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Si vosotros enderezáis rumbo a
Egipto, y entráis como refugiados allí,

16 entonces la espada que teméis os alcanzará allí en Egipto, y el
hambre que receláis, allá os irá pisando los talones; y allí, en Egipto mismo,
moriréis.

17 Así sucederá que todos los que enderecen rumbo a Egipto como
refugiados morirán por la espada, por el hambre y por la peste, y
no les
quedará superviviente ni evadido del daño que yo traiga sobre ellos.


18 Porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Como se vertió
mi ira y mi cólera sobre los habitantes de Jerusalén, así se verterá mi cólera
contra vosotros como entréis en Egipto, y seréis tema de imprecación
y
asombro, de maldición y oprobio, y no veréis más este lugar.

19 Ha dicho Yahveh respecto a vosotros, resto de Judá: “No entréis en
Egipto.” Podéis estar seguros que os lo he avisado hoy,

20 que os estáis engañando a vosotros mismos, pues que vosotros me
habéis enviado a vuestro Dios Yahveh diciendo: “Ruega por nosotros a
nuestro Dios Yahveh, y cuanto diga nuestro Dios Yahveh nos lo declaras,
que lo haremos.”

21 Yo os lo he declarado hoy, pero no hacéis caso de vuestro Dios
Yahveh en nada de cuanto me ha enviado a deciros.

22 Ahora, pues, podéis estar seguros de que por la espada, el hambre y
la peste moriréis en aquel lugar adonde deseáis refugiaros.»

Jeremías 43

1 Ahora bien, así que hubo acabado Jeremías de transmitir a todo el
pueblo el recado de Yahveh su Dios, que Yahveh le había dado para ellos,

2 dijo Azarías, hijo de Hosaías, y también Yojanán, hijo de Caréaj, y
todos los hombres insolentes se pusieron a decir a Jeremías: «Estás
mintiendo. No te ha encargado nuestro Dios Yahveh decir: “No vayáis a
Egipto como refugiados allí”».

3 Sino que Baruc, hijo de Neriyías, te azuza contra nosotros con
objeto de ponernos en manos de los caldeos para que nos hagan morir y nos
deporten a Babilonia.

4 Además, ni Yojanán, hijo de Caréaj, ni ninguno de los jefes de las
tropas, ni nadie del pueblo escuchó la voz de Yahveh que mandaba
quedarse en tierra de Judá;

5 antes bien, Yojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las tropas
tomaron consigo a todo el resto de Judá, los que habían regresado,
para
habitar en tierra de Judá, de todas las naciones adonde habían sido
rechazados:

6 a hombres, mujeres, niños, a las hijas del rey y a toda persona que
Nebuzaradán, jefe de la guardia, había dejado en paz con Godolías, hijo de
Ajicam, hijo de Safán, y también al profeta Jeremías y a Baruc,
hijo de
Neriyías,

7 y entrando en la tierra de Egipto, - pues desoyeron la voz de Yahveh

-, se adentraron hasta Tafnis.

8 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías en Tafnis
como sigue:

9 Toma en tus manos piedras grandes, y las hundes en el cemento de
la terraza que hay a la entrada del palacio de Faraón en Tafnis, a vista de los
judíos,

10 y les dices: Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que
yo mando en busca de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y


pondrá su sede por encima de estas piedras que he enterrado, y desplegaré
su pabellón sobre ellas.

11 Vendrá y herirá a Egipto, quien sea para la muerte, a la muerte;
quien para el cautiverio, al cautiverio; quien para la espada, a la espada;

12 y prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto, los
incendiará, y a los dioses les hará cautivos. Despiojará a Egipto
como
despioja un pastor su zalea, y saldrá de allí victorioso.

13 Romperá los cipos de Bet Semes que hay en Egipto, y los templos
de los dioses egipcios abrasará.

Jeremías 44

1 Palabra que fue dirigida a Jeremías con destino a todos los judíos
establecidos en territorio egipcio en Migdol, Tafnis, Nof, y en territorio de
Patrós.

2 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Vosotros habéis visto la
calamidad que he acarreado a Jerusalén y a todas las ciudades de Judá, y
ahí las tenéis arruinadas hoy en día, sin que haya en ellas habitante,

3 en vista de la maldad que hicieron para irritarme, yendo a incensar y
servir a otros dioses desconocidos de ellos, de vosotros y de
vuestros
padres.

4 Yo me afané por enviaros a todos mis siervos, los profetas, a
deciros: «Ea, no hagáis esta abominación que detesto.»

5 Mas no oyeron ni aplicaron el oído para convertirse de su malicia y
dejar de incensar a otros dioses.

6 Derramóse mi cólera y mi ira y ardió en las ciudades de Judá y en
las calles de Jerusalén, que fueron reducidas a ruinas desoladas, como lo
están hoy día.

7 Ahora, pues, así dice Yahveh, el Dios Sebaot, el Dios de Israel: ¿Por
qué os hacéis tanto daño a vosotros mismos, hasta borraros a hombre
y
mujer, niño y lactante de en medio de Judá sin que os quede resto,

8 irritándome con las hechuras de vuestras manos, quemando incienso
a otros dioses en Egipto, adonde habéis venido como refugiados, como
queriendo acabar de borraros a vosotros mismos y acabar en tema de
maldición y oprobio en todas las naciones de la tierra?

9 ¿Si será que habéis olvidado las maldades de vuestros padres y las
de los reyes de Judá y de sus caudillos, y las propias vuestras y
las de
vuestras mujeres; maldades que hacían en tierra de Judá y en las calles de
Jerusalén?

10 No se han compungido hasta la fecha, ni han temido ni andado en
la Ley y los preceptos que propuse a vosotros y a vuestros padres.

11 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mirad que yo
me fijo en vosotros para mal, y para raer a todo Judá.

12 Echaré mano al resto de Judá - los que enderezaron rumbo a
Egipto, para entrar allí como refugiados - y serán acabados todos ellos en
Egipto, y caerán por la espada, por el hambre serán acabados. Del chico al


grande por la espada y por el hambre morirán, y serán tema de imprecación
y asombro, de maldición y oprobio.

13 Visitaré a los que viven en Egipto, lo mismo que visité a Jerusalén:
con la espada, el hambre y la peste,

14 y del resto de Judá, que, como refugiados vinieron acá a Egipto, no
quedará evadido ni superviviente para volver a tierra de Judá, adonde
se
prometen volver para quedarse allí, porque ya no volverán más que algunos
huidos.

15 Respondieron a Jeremías todos los hombres que sabían que sus
mujeres quemaban incienso a otros dioses, y todas las mujeres presentes -
una gran concurrencia - y todo el pueblo establecido en territorio egipcio,
en Patrós:

16 «En eso que nos has dicho en nombre de Yahveh, no te hacemos

caso,

17 sino que cumpliremos precisamente cuanto tenemos prometido,

que es quemar incienso a la Reina de los Cielos y hacerle libaciones, como
venimos haciendo nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros
jefes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que nos
hartábamos de pan, éramos felices y ningún mal nos sucedía.

18 En cambio, desde que dejamos de quemar incienso a la Reina de
los Cielos y de hacerle libaciones, carecemos de todo, y por la espada y el
hambre somos acabados.»

19 «Pues y cuando nosotras quemábamos incienso a la Reina de los
Cielos y nos dedicábamos a hacerle libaciones, ¿ acaso sin contar con
nuestros maridos le hacíamos pasteles con su efigie
derramando
libaciones?»

20 Jeremías dijo a todo el pueblo, a hombres, a mujeres y a todos sus
interlocutores:

21 «¿No es aquel incienso que ofrecíais en las ciudades de Judá y en
las calles de Jerusalén vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y jefes y el
pueblo de la tierra lo que ha recordado Yahveh y le ha venido a las mientes?
22 ¿Y no pudiendo Yahveh aguantar más el espectáculo de vuestras
malas acciones, de las abominaciones que habíais hecho, ha venido a ser la
tierra vuestra una ruina, tema de pasmo y maldición y sin habitantes - como

lo es hoy día -;

23 y porque ofrecisteis incienso y pecasteis contra Yahveh y desoísteis
la voz de Yahveh, y no os condujisteis según su Ley, sus preceptos y sus
estatutos, pronunció contra vosotros esta calamidad, como sucede hoy día?»
24 Y dijo Jeremías a todo el pueblo y a todas las mujeres:
«Oíd la

palabra de Yahveh - todo Judá, los que vivís en Egipto -.

25 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Vosotros y vuestras
mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos cumplisteis lo
dicho: “Sin falta realizaremos los votos que hicimos de quemar incienso a
la Reina de los Cielos y de hacerle libaciones.” Mantened, pues,
vosotras
vuestros votos y realizad vuestros votos sin falta.


26 Empero, oíd la palabra de Yahveh, todo Judá, los que vivís en
Egipto. Mirad que yo he jurado por mi gran Nombre - dice Yahveh - que no
será más mi Nombre pronunciado por boca de ninguno de Judá que diga:
“¡Por vida del Señor Yahveh!” en toda la tierra de Egipto.

27 Mirad que yo estoy alerta sobre ellos para mal, no para bien, y
serán consumidos todos los de Judá que están en Egipto, por la espada y el
hambre hasta su acabamiento,

28 sólo unos pocos, escapados de la espada, volverán de Egipto a Judá
y sabrá todo el resto de Judá, los que han venido a Egipto como refugiados
aquí, qué palabra se mantendrá: si la mía o la suya.

29 Y esto será para vosotros señal - oráculo de Yahveh - de que os
visito yo en este lugar, de suerte que sepáis que han de mantenerse sin falta
mis palabras para desgracia vuestra.

30 Así dice Yahveh: Mirad que yo entrego al Faraón Jofrá, rey de
Egipto, en manos de sus enemigos y de los que buscan su muerte, como
entregué a Sedecías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de
Babilonia, su enemigo, que buscaba su muerte.»

Jeremías 45

1 Palabra que dijo el profeta Jeremías a Baruc, hijo de Neriyías,
cuando éste copiaba estas palabras en un libro al dictado de Jeremías, en el
año cuarto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá.

2 Así dice Yahveh, el Dios de Israel, respecto a ti, oh Baruc:

3 Tú dijiste: «¡Ay de mí, que añade Yahveh congoja a mi sufrimiento!

Me he agotado en mi jadeo, pero sosiego no hallé.»

4 Así le dirás: Esto dice Yahveh: Mira que lo que edifiqué, yo lo
derribo, y aquello que planté, yo lo arranco, esto por toda la tierra.

5 ¡Y tú andas buscándote grandezas! No las busques porque mira que
yo traigo desgracia sobre toda carne - oráculo de Yahveh - pero a ti te daré
la vida salva por botín a donde quiera que vayas.

Jeremías 46

1 Lo que fue dicho por Yahveh al profeta Jeremías sobre las naciones.
2 Para Egipto. Sobre el ejército del Faraón Nekó, rey de Egipto, que

estuvo sobre el río Eufrates, en Karkemis, al cual batió Nabucodonosor, rey
de Babilonia, el año cuarto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá.

3 Ordenad escudo y pavés, y avanzad a la batalla.

4 Uncid los caballos y montad, caballeros. Poneos firmes con los
cascos, pulid las lanzas, vestíos las cotas.

5 ¡Pero qué veo! Ellos se desmoralizan, retroceden, y sus valientes son
batidos y huyen a la desbandada sin dar la cara. Terror por doquier - oráculo
de Yahveh -.

6 No huirá el ligero, ni escapará el valiente: al norte, a la
orilla del
Eufrates, tropezaron y cayeron.

7 ¿Quién es ése que como el Nilo sube, y como los ríos
de
entrechocantes aguas?


8 Egipto como el Nilo sube, y como ríos de entrechocantes aguas. Y
dice: «Voy a subir, voy a cubrir la tierra. Haré perecer a la ciudad y a los
que viven en ella.

9 Subid, caballos, y enfureceos, carros, y salgan los valientes de Kus y
de Put que manejan escudo, y los ludios que asestan el arco.»

10 Aquel día será para el Señor Yahveh, día de venganza para
vengarse de sus adversarios. Devorará la espada y se hartará y se abrevará
de su sangre; pues será la matanza de Yahveh Sebaot en la tierra del norte,
cabe el río Eufrates.

11 Sube a Galaad y recoge bálsamo, virgen, hija de Egipto; en vano
menudeas las curas: alivio no hay para ti.

12 Han oído las naciones tu deshonra, y tu alarido llenó la tierra,
porque valiente contra valiente tropezaron, a una cayeron entrambos.

13 La palabra que habló Yahveh al profeta Jeremías acerca de la
venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para atacar a Egipto.

14 Anunciad en Egipto y hacedlo oír en Migdol, y hacedlo en Nof y
en Tafnis. Decid: Tente tieso y erguido, que ha devorado la espada
tus
contornos.

15 ¡Cómo es que ha huido Apis y tu forzudo no se ha sostenido! Es
que Yahveh le empujó.

16 Hizo menudear los tropezones, hasta hacer caer al uno sobre el
otro; y decía: «Arriba, y volvamos a nuestro pueblo y a nuestra patria, ante
la espada irresistible.»

17 Llamad a Faraón, rey de Egipto: «Ruido. - Dejó pasar la ocasión.»
18 ¡Por vida mía! - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh Sebaot -

que cual el Tabor entre los montes, y como el Carmelo sobre el mar ha de
venir.

19 Avíos de destierro haz para ti, población, hija de Egipto, porque
Nof parará en desolación, y quedará arrasada sin habitantes.

20 Novilla hermosísima era Egipto: un tábano del norte vino sobre

ella.

21 Asimismo sus mercenarios que había en ella eran como novillos de

engorde. Pues también ellos volvieron la cara, huyeron a una, sin pararse,
cuando el día de su infortunio les sobrevino, el tiempo de su castigo.

22 Una voz emite como de serpiente que silba, mientras en torno suyo
andan y con hachas le acometen, como leñadores.

23 Talaron su selva - oráculo de Yahveh - porque era impenetrable,
pues eran más numerosos que la langosta, y no se les podía contar.

24 Han puesto en vergüenza a la hija de Egipto: ha sido entregada al
pueblo del norte.

25 Dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que yo visito a
Amón de No, a Faraón y a Egipto y a sus dioses y reyes, a Faraón y a los
que confían en él,

26 y los pongo en manos de los que buscan su muerte, en manos de
Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de sus siervos; tras de
lo
cual será repoblado como antaño - oráculo de Yahveh.


27 Pero tú no temas, siervo mío Jacob, ni desmayes, Israel, pues mira
que yo acudo a salvarte desde lejos y a tu linaje del país de su cautiverio;
volverá Jacob, se sosegará y estará tranquilo, y no habrá quien le inquiete.

28 Tú no temas, siervo mío Jacob, - oráculo de Yahveh - que contigo
estoy yo, pues acabaré con todas las naciones adonde te empujé, pero
contigo no acabaré; aunque sí te corregiré como conviene, ya que impune
no te dejaré.

Jeremías 47

1 Lo que fue dicho por Yahveh al profeta Jeremías sobre los filisteos,
en vísperas de batir el Faraón a Gaza.

2 Así dice Yahveh: He aquí unas aguas que suben del norte y se hacen
torrente inundante, y van a inundar la tierra y lo que la llena, la ciudad y los
que moran en ella; y clamará la gente, y ululará todo morador de la tierra

3 al son del galopar de los caballos de sus adalides, al ruido de
sus
carros y al estrépito de sus ruedas. No se volverán padres a hijos,
por el
cansancio de sus brazos,

4 hasta que llegue el día de asolar a toda Filistea, y de raer a Tiro y a
Sidón todo auxiliar fugado, porque va a asolar Yahveh a Filistea, residuo de
la isla de Kaftor.

5 Llegó la rapadura a Gaza, muda ha quedado Ascalón; tú, el resto de
su valle, ¿hasta cuándo te arañarás?

6 ¡Ay, espada de Yahveh! ¿Cómo va a estarse quieta? Recógete a tu
vaina, date reposo y calla.

7 ¿Cómo va a estarse quieta, si Yahveh la mandó? En Ascalón y el
litoral marítimo, allá la citó.

Jeremías 48

1 Sobre Moab. Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: ¡Ay de
Nebo, porque ha sido saqueada! Está confusa, ha sido tomada Quiryatáyim.
Está confusa la acrópolis y anonadada.

2 Ya no existe la prez de Moab. En Jesbón han planeado su ruina:

«Vamos y borrémosla de entre las naciones.» También a ti, Madmén, se te
hará callar. La espada te va a la zaga.

3 Gritos desde Joronáyim, devastación y quebranto grande.

4 Quebrantada fue Moab. Hácense oír los gritos de sus pequeños.

5 La cuesta de Lujit, llorando se la suben, y a la bajada de Joronáyim
gritos desgarrados se oyen.

6 «Huid, poneos en salvo, haced como el onagro en el desierto.»

7 En réplica a tu confianza en tus obras y tus tesoros, también tú eres
tomada, y sale Kemós desterrado, sus sacerdotes y jefes a una,

8 Viene el devastador a todas las ciudades, y ni una ciudad se salva. Y
se pierde el valle, y es asolada la meseta: tal ha dicho Yahveh.

9 Dad alas, a Moab, porque ha de salir volando, y sus ciudades se
volverán desolación sin nadie que las habite.


10 (Maldito quien haga el trabajo de Yahveh con dejadez, y maldito el
que prive a sus espada de sangre).

11 Tranquilo estaba Moab desde su mocedad, y quieto se estaba en sus
atalayas. Nunca fue trasegado, ni al destierro marchó. Por eso le duraba su
gusto, y su sabor no se picó.

12 Empero, he aquí que días vienen, - oráculo de Yahveh - en que yo
le he de enviar decantadores que lo decanten. Sus vasijas vaciarán,
y sus
odres reventarán.

13 Se avergonzará Moab de Kemós, como se avergonzó la casa de
Israel de Betel, en el que confiaba.

14 ¿Cómo decís: «Valientes somos, y hombres fuertes para la
guerra»?

15 Moab está devastado; han escalado sus ciudades, y la flor de sus
mancebos bajaron a la matanza - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh
Sebaot.

16 El infortunio de Moab es inminente, y su calamidad se precipita.
17 Lloradle, todos sus vecinos y todos los que conocen su nombradía.

Decid: «¿Cómo ha sido quebrantada la vara poderosa, el báculo precioso?»
18 Desciende del honor y siéntate en la tierra seca, población hija de

Dibón, porque el devastador de Moab ha subido contra ti, ha destruido tus
fortalezas.

19 En el camino párate y otea, población de Aroer; pregunta al
fugitivo y al escapado; di: «¿Qué ha sucedido?»

20 Confuso está Moab porque fue destruido. Ululad y clamad.
Anunciad en el Arnón que ha sido saqueado Moab.

21 Y la sentencia ha llegado a la meseta, a Jolón, a Yahsá y a Mefaat,
22 a Dibón, a Nebo y a Bet Diblatáyim,

23 a Quiryatáyim, a Bet Gamul y a Bet Maón,

24 a Queriyyot, a Bosrá y a todas las ciudades de la tierra de Moab, las
lejanas y las cercanas.

25 «Se partió el cuerno de Moab y su brazo se rompió», - oráculo de
Yahveh -.

26 Emborrachadle porque contra Yahveh se engrandeció. Moab se
revolcará en su vómito, y quedará en ridículo él también.

27 Pues qué, ¿no te pareció a ti ridículo Israel? ¿o quizá entre ladrones
fue sorprendido, que siempre que hablas de él meneas la cabeza?

28 «Dejad las ciudades y acomodaos en la peña, habitantes de Moab,
sed como la paloma cuando anida en las paredes de las simas...»

29 Hemos oído la arrogancia de Moab: ¡es muy arrogante!, su orgullo,
su arrogancia, su altanería y la soberbia de su corazón.

30 Conozco - oráculo de Yahveh - su presunción, y que sus bravatas
no son como sus hechos.

31 Así que, por Moab ulularé y por Moab entero gritaré; por los
hombres de Quir Jeres suspiraré:


32 Más que se lloró a Yazer lloraré por ti, ¡oh viña de Sibmá! Tus
sarmientos pasaban la mar, hasta Yazer alcanzaban. Sobre tu cosecha y
sobre tu vendimia el saqueador se abatió,

33 y fue quitada alegría y alborozo de Carmelo y del país de Moab, y
el vino a los trujales he quitado, no se oye el grito alegre del pisador, ya no
se oyen gritos.

34 De tanto gritar en Jesbón, hasta Elalé, hasta Yahas llegaron las
voces desde Soar hasta Joronáyim, - Eglat Selisiyyá -, porque también las
aguas de Nimrim se han trocado en aridez.

35 Quitaré a Moab - oráculo de Yahveh - de subirse al alto e incensar
a sus dioses.

36 Por eso mi corazón por Moab como flauta resuena, porque cuanto
habían guardado se perdió,

37 pues toda cabeza ha sido rapada y toda barba raída: en todas las
manos arañazos y en todos los lomos saco,

38 en todos los terrados de Moab y por sus calles todo el mundo se
lamentaba, porque he quebrantado a Moab como vaso de desecho - oráculo
de Yahveh -.

39 ¡Cómo has sido destruida! ululad. ¡Cómo ha vuelto la espalda
Moab con vergüenza, y ha venido a ser Moab la burla y el espanto de todos
sus vecinos!

40 Porque así ha dicho Yahveh: (Ved cómo cual un águila se remonta
y extiende sus alas sobre Moab.)

41 Tomadas fueron las plazas, y las fortalezas ocupadas. (Vendrá a ser
el corazón de los valientes de Moab en aquel día como corazón de mujer en
parto.)

42 Devastado está Moab que ya no es pueblo, porque contra Yahveh
se engrandeció.

43 Pánico, hoya y trampa contra ti, morador de Moab, - oráculo de
Yahveh.

44 El que huya del pánico, caerá en la hoya y el que suba de la hoya
será preso en la trampa, porque voy a hacer que se llegue a ella, a Moab, el
año de su castigo - oráculo de Yahveh -.

45 A la sombra de Jesbón se pararon sin fuerza los fugitivos, cuando
fuego salió de Jesbón y llama de la casa de Sijón, y devoró las
sienes de
Moab y el cráneo de los hijos del ruido.

46 ¡Ay de ti Moab! Pereció el pueblo de Kemós, pues han sido
tomados sus hijos en cautiverio y sus hijas en cautividad.

47 Pero yo haré volverse a los cautivos de Moab en días futuros -
oráculo de Yahveh -. Hasta aquí la sentencia de Moab.

Jeremías 49

1 A los ammonitas. Así dice Yahveh: ¿Hijos no tiene Israel? ¿o
heredero no tiene? Entonces ¿por qué ha heredado Milkom a Gad, y su
pueblo en las ciudades de éste habita?


2 Por eso, he aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que haré
oír a Rabbá de los ammonitas el clamoreo del combate y ella parará
el
montículo de ruinas; y sus hijas serán abrasadas y heredará Israel a los que
le heredaron - oráculo de Yahveh -.

3 Ulula, Jesbón, porque Ar ha sido devastada. Gritad, hijas de Rabbá,
ceñíos de sayal, lamentaos y discurrid por las cercas. Porque Milkom
al
destierro va, sus sacerdotes y sus jefes a una.

4 ¿Por qué te jactas de tu Valle, criatura independiente, confiada en
sus tesoros: «¿Quién llegará hasta mí?»

5 Mira que yo traigo sobre ti espanto - oráculo del Señor Yahveh
Sebaot - por todos tus alrededores, y seréis ahuyentados cada uno
por su
lado y no habrá quien reúna a los errantes.

6 (Tras de lo cual haré volverse a los cautivos, de los ammonitas -
oráculo de Yahveh -.)

7 A Edom. Así dice Yahveh Sebaot: ¿No queda ya sabiduría en
Temán? ¿Pereció la prudencia de los entendidos, se evaporó su sabiduría?

8 Huid, dad media vuelta, buscad profunda morada, moradores de
Dedán, porque el infortunio de Esaú he traído sobre él, la hora de su visita.

9 Si vinieran a ti vendimiadores, ¿no dejarían rebuscos? Si ladrones
por la noche, dañarían hasta donde les bastase.

10 Pues bien, yo he desnudado a Esaú, he descubierto sus secretos,
estar oculto no puede. Ha sido aniquilado su linaje, sus hermanos y vecinos,
y él mismo no aparece.

11 Deja a tus huérfanos, yo haré que vivan, y tus viudas en mí
confiarán.

12 Pues así dice Yahveh: Conque los que no tienen por qué beber la
copa la beben, ¿y tú precisamente vas a quedar impune? No quedarás
impune, antes sin falta la beberás.

13 Porque por mí lo he jurado - oráculo de Yahveh - que en
desolación se convertirá Bosrá, y todas sus ciudades se convertirán
en
ruinas eternas.

14 Una nueva he oído de parte de Yahveh, un mensajero entre las
naciones enviado: «Juntaos y venid contra él y poneos en pie de guerra.»

15 Porque es cierto que pequeño te hice yo entre las naciones,
despreciable entre los hombres.

16 El espanto que infundías te engañó, la soberbia de tu corazón, tú, el
que habitas en las hendiduras de la roca, que ocupas lo alto de la
cuesta.
Aunque pongas en alto, como el águila, tu nido, de allí te haré
bajar -
oráculo de Yahveh -.

17 Edom parará en desolación: todo el que pase a su vera se
asombrará y silbará al ver todas sus heridas.

18 Cual la catástrofe de Sodoma y Gomorra y sus vecinas - dice
Yahveh - donde no vive nadie, ni reside en ellas ser humano.

19 Vedlo como león que sube del boscaje del Jordán hacia el pastizal
perenne, cuando en un instante le haré salir huyendo de allí, para colocar


allí a quien me plazca. Porque ¿quién como yo, y quién me emplazará, y
quién es el pastor que aguante en mi presencia?

20 Así pues, oíd la decisión que Yahveh ha tomado sobre Edom y sus
planes sobre los moradores de Temán. Juro que les han de llevar a rastras
las crías de los rebaños, que asolarán sobre ellos sus pastizales.

21 Al son de su caída retumbó la tierra y el griterío hasta el mar de las
Cañas se dejó oír.

22 Ved cómo cual un águila sube, se remonta y extiende sus alas sobre
Bosrá; y vendrá a ser el corazón de los valientes de Edom en aquel
día
como corazón de mujer en parto.

23 A Damasco. Avergonzadas están Jamat y Arpad. Porque una
noticia mala oyeron, su corazón tembló de espanto; como el mar que no se
puede calmar.

24 Flaqueó Damasco, dio vuelta para huir y escalofríos la
sobrecogieron: apuro y dolores la acometieron como a parturienta.

25 ¡Cómo! ¿No fue abandonada la ciudad celebrada, la villa de mi
contento?

26 En verdad, caerán sus jóvenes escogidos en sus plazas, y todos los
guerreros perecerán aquel día - oráculo de Yahveh Sebaot -.

27 Prenderé fuego a la muralla de Damasco, y consumirá los alcázares
de Ben Hadad.

28 A Quedar y a los reinos de Jasor, que batió Nabucodonosor, rey de
Babilonia. Así dice Yahveh: Alzaos, subid a Quedar y saquead a los hijos
de oriente.

29 Sus tiendas y rebaños serán tomados; sus toldos y todo su ajuar y
sus camellos les serán arrebatados, y a ellos se les llamará «Terror
por
doquier».

30 Huid, emigrad muy lejos, buscad profunda morada, moradores de
Jasor - oráculo de Yahveh - porque ha tomado contra vosotros
Nabucodonosor, rey de Babilonia, una decisión, y ha trazado un plan contra
vosotros.

31 Alzaos, subid contra la nación pacífica que vive confiada - oráculo
de Yahveh -. Ni puertas ni cerrojos tiene. En aislamiento viven.

32 Y serán sus camellos objeto del pillaje y el tropel de sus ganados
para botín, y esparciré a todo viento a los que se afeitan las
sienes, y de
todos sus aledaños traeré su infortunio - oráculo de Yahveh -.

33 Y vendrá a ser Jasor guarida de chacales, desolación sempiterna,
donde no se asienta nadie y en la que no reside ser humano.

34 Lo que fue dicho por Yahveh al profeta Jeremías tocante a Elam en
el principio del reinado de Sedecías, rey de Judá.

35 Así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo rompo el arco de Elam,
primicia de su fuerza

36 y voy a traer sobre Elam los cuatro vientos desde los cuatro cabos
de los cielos, y a ellos les esparciré a todos estos vientos, y no habrá nación
a donde no lleguen los arrojados de Elam.


37 Haré desmayar a Elam ante sus enemigos y ante los que buscan su
muerte y traeré sobre ellos cosa mala, el ardor de mi ira -
oráculo de
Yahveh - y soltaré tras ellos la espada hasta acabarlos.

38 Pondré mi trono en Elam y haré desaparecer de allí a rey y jefes -
oráculo de Yahveh -.

39 Luego, en días futuros, haré volver a los cautivos de Elam - oráculo
de Yahveh -.

Jeremías 50

1 La palabra que habló Yahveh contra Babilonia, contra el país de los
caldeos, por medio del profeta Jeremías.

2 Anunciadlo y hacedlo oír entre las gentes; levantad bandera; hacedlo
oír; no lo calléis; decid: Ha sido tomada Babilonia, está confuso
Bel,
desmayó Marduk, están confusos sus ídolos, (desmayaron sus inmundicias).
3 Porque subió contra ella una gente del norte, que va a convertir su
territorio en desolación, y no habrá en él habitante. Tanto personas
como

bestias emigraron, se fueron.

4 En aquellos días y en aquella sazón - oráculo de Yahveh - vendrán
los hijos de Israel, (y los hijos de Judá junto con ellos), andando y llorando,
en busca de Yahveh su Dios.

5 De Sión preguntaron por el camino, allá se dirigen: «Venid y
aliémonos a Yahveh con pacto eterno, inolvidable.»

6 Ovejas perdidas era mi pueblo. Sus pastores las descarriaron,
extraviándolas por los montes. De monte en collado andaban, olvidaron su
aprisco.

7 Cualquiera que les topaba los devoraba, y sus contrarios decían: «No
cometemos ningún delito, puesto que ellos pecaron contra Yahveh, ¡el
pastizal de justicia y la esperanza de sus padres - Yahveh!»

8 Emigrad de Babilonia, y del país de los caldeos salid. Sed como los
machos cabríos al frente del rebaño.

9 Porque mirad que yo hago que despierte y suba contra Babilonia
una confederación de grandes naciones del norte, que se organizarán contra
ella. Y por allí será tomada. Sus saetas, cual de valiente experto,
no
volverán de vacío.

10 Entonces será entregada Caldea al saqueo: todos los que la saqueen
se hartarán, - oráculo de Yahveh.

11 Porque os alegrasteis, porque gozasteis, depredadores de mi
heredad, porque dabais corcovos como novilla en dehesa, y relinchos como
animales fuertes.

12 Vergonzosa está vuestra madre sobremanera, abochornada la que
os dio a luz. Es ahora la última de las naciones: desierto,
sequedad y
paramera.

13 Por la cólera de Yahveh no será poblada, mas estará desolada toda
ella. Todo el que pase a la vera de Babilonia quedará atónito, y silbará al
ver todas sus heridas.


14 Ordenaos contra Babilonia en derredor, todos los que asestáis arco;
tirad contra ella, no escatiméis las flechas pues ha pecado contra Yahveh.

15 Dad gritos contra ella en derredor. Ella tiende su mano. Fallaron
sus cimientos, se derrumbaron sus muros. Era la venganza de Yahveh.
Tomad venganza de ella: Tal cual hizo, haced con ella.

16 Suprimid de Babilonia al sembrador y al que maneja la hoz al
tiempo de la siega. Ante la espada irresistible, cada uno enfilará
hacia su
pueblo, cada uno huirá a su tierra.

17 Rebaño disperso es Israel: leones lo ahuyentaron. El rey de Asiria
lo devoró el primero, y Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo quebrantó
después.

18 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que
yo visito al rey de Babilonia y su territorio, lo mismo que visité al rey de
Asiria.

19 Y devolveré a Israel a sus pastizal, y pacerá el Carmelo y el Basán,
y en la montaña de Efraím y Galaad se saciará.

20 En aquellos días y en aquella sazón - oráculo de Yahveh -, se
buscará la culpa de Israel y no la habrá, y el pecado de Judá y no se hallará,
porque seré piadoso con el resto que yo deje.

21 «Sube a la tierra de Meratáyim, sube contra ella; y a los habitantes
de Pecod pásalos a espada y dalos al anatema hasta el último - oráculo de
Yahveh -: haz en todo según te lo he mandado.»

22 Ruido de guerra en el país y quebranto grande.

23 ¡Cómo se partió y fue quebrado el martillo de toda la tierra! ¡Cómo
vino a ser pasmo Babilonia entre las naciones!

24 Te puse lazo y quedaste atrapada, Babilonia, sin darte cuenta; se
dio contigo y fuiste capturada, porque contra Yahveh te sublevaste.

25 Abrió Yahveh su arsenal y sacó las armas de su ira. Era la tarea del
Señor Yahveh Sebaot en tierra de caldeos.

26 «Venid a ella desde el confín, abrid sus almacenes. Haced con ellos
montones y dadlos al anatema: no quede de ella reliquia.

27 Acuchillad todos sus bueyes, bajen a la degollina. ¡Ay de ellos, que
llegó su día, la hora de su castigo!»

28 ¡Voces de huidos y escapados del país de Babilonia anunciando en
Sión la venganza de Yahveh nuestro Dios, la venganza de su santuario!

29 Haced leva de flecheros contra Babilonia, todos los que asestáis
arco acampad en torno suyo. Que no se escape nadie. Pagadle lo que vale su
trabajo, Tal cual hizo, haced con ella, porque contra Yahveh se insolentó,
contra el Santo de Israel.

30 En verdad, caerán sus mancebos escogidos en sus plazas, y todos
sus guerreros perecerán aquel día - oráculo de Yahveh -.

31 Heme aquí contra ti, «Insolencia», - oráculo del Señor Yahveh
Sebaot - porque ha llegado tu día, la hora en que yo te castigue.

32 Tropezará «Insolencia» y caerá, sin tener quien la levante. Prenderé
fuego a sus ciudades, y devorará todos sus contornos.


33 Así dice Yahveh Sebaot: Oprimidos estaban los hijos de Israel y
los hijos de Judá a una. Todos sus cautivadores los retenían, se negaban a
soltarlos.

34 Su Redentor esforzado, Yahveh Sebaot se llama. El tomará la
defensa de su causa hasta hacer temblar la tierra y estremecerse a
los
habitantes de Babilonia.

35 ¡Espada a los caldeos - oráculo de Yahveh - y a los habitantes de
Babilonia, a sus jefes y a sus sabios!

36 Espada a sus adivinos, y quedarán por necios. Espada a sus
valientes, y desmayarán.

37 Espada a sus caballos y a sus carros, a toda la mezcolanza de
gentes que hay dentro de ella, y serán como mujeres. Espada a sus tesoros
y serán saqueados.

38 ¡Sequía a sus aguas y se secarán; porque tierra de ídolos es aquélla,
y por sus Espantos pierden la cabeza!

39 Por eso vivirán las hienas con los chacales y vivirán en ella
las
avestruces, y no será habitada nunca jamás ni será poblada por
siglos y
siglos.

40 Como en la catástrofe causada por Dios a Sodoma, Gomorra y sus
vecinas - oráculo de Yahveh - donde no vive nadie, ni reside en ellas ser
humano.

41 Mirad que un pueblo viene del norte, una gran nación, y muchos
reyes se despiertan de los confines de la tierra.

42 Arco y lanza blanden, crueles son y sin entrañas. Su voz como la
mar muge, y a caballo van montados, ordenados como un solo hombre para
la guerra contra ti, hija de Babel.

43 Oyó el rey de Babilonia nuevas de ellos y flaquean sus manos.

Angustia le asaltó, dolor como de parturienta.

44 Vedlo como león que sube del boscaje del Jordán hacia el pastizal
perenne, cuando en un instante le haré salir huyendo de allí, para colocar
allí a quien me plazca. Porque ¿quién como yo, y quién me
emplazará, y
quién es el pastor que aguante en mi presencia?

45 Así pues, oíd la decisión que Yahveh ha tomado sobre Babilonia y
sus planes sobre el país de los caldeos. Juro que les han de llevar a rastras
las crías de los rebaños, que asolarán sobre ellos sus pastizales.

46 Al son de la conquista de Babilonia retumbó la tierra, y el griterío
de las naciones se dejó oír.

Jeremías 51

1 Así dice Yahveh: Mirad que yo despierto contra Babilonia y los
habitantes de Leb Camay un viento destructor.

2 Enviaré a Babilonia beldadores que la bielden y dejen vacío su
territorio, porque se la acosará por todas partes el día aciago.

3 El arquero que no aseste su arco, ni se jacte de su cota. No tengáis
piedad para sus jóvenes escogidos: dad al anatema todo su ejército.


4 Caerán heridos en tierra de Caldea, y traspasados en sus calles.

5 Pero no ha enviudado Israel ni Judá de su Dios, de Yahveh Sebaot.

Sus tierras estaban llenas de delitos contra el Santo de Israel.

6 Huid del interior de Babilonia, (y salvad cada cual vuestra vida), no
perezcáis por su culpa, pues es hora de venganza para Yahveh: le
está
pagando su merecido.

7 Copa de oro era Babilonia en la mano de Yahveh, que embriagaba
toda la tierra. De su vino bebieron las naciones, lo que las hizo enloquecer.

8 De pronto cayó Babilonia y se rompió. Ululad por ella, tomad
bálsamo para su sufrimiento, a ver si sana.

9 Hemos curado a Babilonia, pero no ha sanado, dejadla y vayamos,
cada cual a su tierra, porque ha llegado a los cielos el juicio contra ella, se
ha elevado hasta las nubes.

10 Yahveh hizo patente nuestra justicia; venid y cantemos en Sión las
obras de Yahveh nuestro Dios.

11 Aguzad las saetas, llenad las aljabas. Ha despertado Yahveh el
espíritu de los reyes de Media, porque sobre Babilonia está su designio de
destruirla, porque esta será la venganza de Yahveh, la venganza de
su
santuario.

12 Sobre las murallas de Babilonia izad bandera, reforzad la guardia,
apostad centinelas, preparad celadas; que también Yahveh ha tomado un
acuerdo, también él va a cumplir lo que dijo sobre los habitantes de
Babilonia.

13 Tú, la que estás instalada sobre ingentes aguas, la de ingentes
tesoros, llegó tu fin, el término de tus ganancias.

14 Lo ha jurado Yahveh Sebaot por sí mismo: Yo he de colmarte de
hombres como de langostas, y entonarán contra ti el cantar de los lagareros.

15 El es quien hizo la tierra con su poder, el que estableció el orbe con
su saber, y con su inteligencia expandió los cielos.

16 Cuando da voces, hay estruendo de aguas en los cielos, y hace
subir las nubes desde el extremo de la tierra. El hace los relámpagos para la
lluvia y saca el viento de sus depósitos.

17 Todo hombre es torpe para comprender, se avergüenza del ídolo
todo platero, porque sus estatuas son una mentira y no hay espíritu en ellas.

18 Vanidad son, cosa ridícula; al tiempo de su visita perecerán.

19 No es así la «Parte de Jacob», pues él es el plasmador del universo,
y aquel cuy heredero es Israel; Yahveh Sebaot es su nombre.

20 Un martillo eras tú para mí, un arma de guerra: contigo machaqué
naciones, contigo destruí reinos,

21 contigo machaqué caballo y caballero, contigo machaqué el carro y
a quien lo monta.

22 contigo machaqué a hombre y mujer, contigo machaqué al viejo y
al muchacho, contigo machaqué al joven y a la doncella,

23 contigo machaqué al pastor y su hato, contigo machaqué al
labrador y su yunta, contigo machaqué a gobernadores y magistrados.


24 Y haré que Babilonia y todos los habitantes de Caldea paguen por
todo el daño que hicieron en Sión, delante de vuestros ojos -
oráculo de
Yahveh -.

25 Heme aquí en contra tuya, montaña destructora - oráculo de
Yahveh -, destructora toda la tierra. Voy a echarte mano y a hacerte rodar
desde las peñas, y a convertirte en montaña quemada.

26 No tomarán de ti piedra angular ni piedra de cimientos, porque
desolación por siempre serás - oráculo de Yahveh -.

27 Alzad bandera en la tierra, tocad cuerno en las naciones. Haced
leva santa contra ella en las naciones, citad contra ella a los
reinos. de
Ararat, Minní y Askenaz, estableced contra ella reclutador, haced que
ataque la caballería cual langosta.

28 Haced leva santa contra ella en las naciones, los reyes de Media,
sus gobernadores y todos sus magistrados y todo el país de su dominio.

29 Y retiembla la tierra, y da vueltas, por haberse cumplido contra
Babilonia los planes de Yahveh, de convertir la tierra de
Babel en
desolación sin habitantes.

30 Cesaron de guerrear los valientes de Babilonia, se han quedado en
las fortalezas. Agotóse su bravura, se volvieron mujeres; quemaron sus
aposentos, se rompieron sus barras.

31 Correo al alcance de correo corre, e informador al alcance de
informador, para informar al rey de Babilonia que ha sido tomada su ciudad
de cabo a cabo,

32 y sus vados fueron ocupados y los cañaverales incendiados, y los
guerreros se atemorizaron.

33 Porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: La hija de Babel
es como era al tiempo de apisonarla; un poco más, y le habrá
llegado el
tiempo de la siega.

34 Me comió, me arrebañó el rey de Babilonia, me dejó como
cacharro vacío, me tragó como un dragón, llenó su vientre con mis buenos
trozos, me expulsó.

35 «Mi atropello y mis sufrimientos sobre Babilonia», dirá la
población de Sión; y «mi sangre sobre los habitantes de Caldea», dirá
Jerusalén.

36 Por tanto, así dice Yahveh: Heme aquí, que defiendo tu causa y
vengo tu venganza, y deseco el mar de el y dejo enjuto su hontanar,

37 y vendrá a ser Babilonia montón de piedras, guarida de chacales,
tema de pasmo y rechifla, sin ningún habitante.

38 A una cual leones rugen, gruñen como cachorros de leonas.

39 En teniendo ellos calor les serviré su bebida y les embriagaré de
modo que se alegren, y dormirán un sueño eterno y no se despertarán
-
oráculo de Yahveh -.

40 Les haré bajar como corderos al matadero, como carneros y
machos cabríos.


41 ¡Cómo fue tomada Sesac, y ocupada la prez de toda la tierra!

¡Cómo vino a ser pasmo Babilonia entre las naciones!

42 Subió contra Babilonia el mar, por el tropel de sus olas quedó
cubierta.

43 Vinieron a quedar sus ciudades devastadas, tierra reseca y yerma,
no vive en ellas nadie, ni discurre por ellas ser humano.

44 Visitaré a Bel en Babilonia, y le sacaré su bocado de la boca, y no
afluirán a él ya más las naciones. Hasta la muralla de Babilonia ha caído.

45 Salid de en medio de ella, pueblo mío, que cada cual salve su vida
del ardor de la ira de Yahveh.

46 Y que no se marchite vuestro corazón y tengáis miedo por el rumor
que se oirá en la tierra. Cierto correrá un año tal rumor, y luego
al año
siguiente, otro distinto: violencia en la tierra, y domeñador
sobre
domeñador.

47 Pues bien, mirad que vienen días en que visitaré a los ídolos de
Babilonia, y todo su territorio se abochornará, y todos sus heridos caerán en
medio de ella.

48 Y harán corro contra Babilonia cielos y tierra y todo cuanto hay en
ellos, cuando del norte lleguen los devastadores - oráculo de Yahveh -.

49 También Babilonia caerá, oh heridos de Israel. También por
Babilonia cayeron los heridos de toda la tierra.

50 Escapados de la espada, andad, no os paréis, recordad desde lejos a
Yahveh, y que Jerusalén os venga en mientes.

51 - «Quedamos abochornados al oír tal afrenta; cubrió la vergüenza
nuestros rostros. ¡Habían penetrado extranjeros hasta los santuarios de
la
Casa de Yahveh!»

52 - Pues bien, mirad que vienen días - oráculo de Yahveh - en que
visitaré a sus ídolos, y en todo su territorio se quejarán los heridos.

53 Aunque suba Babilonia a los cielos y encastille en lo alto su poder,
de mi parte llegarán saqueadores hasta ella - oráculo de Yahveh -.

54 Suenan gritos de socorro desde Babilonia, y un fragor desde
Caldea.

55 Es que devasta Yahveh a Babilonia, apaga de ella el gran ruido, y
mugen sus olas como las de alta mar, cuyo son es estruendoso.

56 Es que viene sobre ella, sobre Babilonia el devastador, van a ser
apresados sus valientes, se han aflojado sus arcos. Porque Dios retribuidor
es Yahveh: cierto pagará.

57 Yo embriagaré a sus jefes y a sus sabios, a sus gobernadores y a
sus magistrados y a sus valientes, y dormirán un sueño eterno y no
se
despertarán - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh Sebaot -.

58 Así dice Yahveh Sebaot: Aquella ancha muralla de Babilonia ha de
ser socavada, y aquellas sus altas puertas con fuego han de ser quemadas, y
se habrán fatigado pueblos para nada, y naciones para el fuego se
habrán
cansado.


59 Orden que dio el profeta Jeremías a Seraías, hijo de Neriyías, hijo
de Majseías, al partir éste de junto a Sedecías, rey de Judá, para Babilonia el
año cuarto de su reinado, siendo Seraías jefe de etapas.

60 Escribió, pues, Jeremías todo el mal que había de sobrevenir a
Babilonia en un libro - todas estas palabras arriba escritas acerca
de
Babilonia -

61 y dijo Jeremías a Seraías: «En llegando tú a Babilonia, mira de leer
en voz alta todas estas palabras,

62 y dirás: “Yahveh, tú has hablado respecto a este lugar, de destruirlo
sin que haya en él habitante, ya sea persona o animal, sino que soledad por
siempre será.”

63 Luego, en acabando tú de leer en voz alta ese libro, atas a él una
piedra y lo arroja al Eufrates,

64 y dices: “Así se hundirá Babilonia y no se recobrará del mal que yo
mismo voy a traer sobre ella.”» Hasta aquí las palabras de Jeremías.

Jeremías 52

1 Veintiún años tenía Sedecías cuando comenzó a reinar y reinó once
años en Jerusalén; el nombre de su madre era Jamital, hija de Jeremías, de
Libná.

2 Hizo el mal a los ojos de Yahveh, enteramente como había hecho
Yoyaquim.

3 Esto sucedió a causa de la cólera de Yahveh contra Jerusalén y Judá,
hasta que los arrojó de su presencia. Sedecías se rebeló contra el
rey de
Babilonia.

4 En el año noveno de su reinado, en el mes décimo, el diez del mes,
vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército, contra
Jerusalén, acampó contra ella, y la cercaron con una empalizada.

5 La ciudad estuvo sitiada hasta el año once del rey Sedecías.

6 El mes cuarto, el nueve del mes, cuando arreció el hambre en la
ciudad y no había pan para la gente del pueblo,

7 se abrió una brecha en la ciudad y al verlo el rey y todos los
guerreros, huyeron de la ciudad saliendo de noche, por el camino de
la
puerta que está entre los dos muros que dan al jardín del rey, mientras los
caldeos estaban alrededor de la ciudad, y se fueron por el camino
de la
Arabá.

8 Las tropas caldeas persiguieron al rey Sedecías y le dieron alcance
en los llanos de Jericó; entonces todo el ejército se dispersó de su lado.

9 Capturaron al rey y lo subieron a Riblá, en la tierra de Jamat, donde
el rey de Babilonia, que le sometió a juicio.

10 Los hijos de Sedecías fueron degollados a su vista, y lo mismo a
todos los jefes de Judá degolló en Riblá.

11 A Sedecías le sacó los ojos, lo encadenó con cadenas de bronce, y
el rey de Babilonia lo llevó a Babilonia, donde lo tuvo en prisión hasta el
día de su muerte.


12 En el mes quinto, el diez del mes, en el año diecinueve de
Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nebuzaradán, jefe de la guardia, uno de
los que servían ante el rey de Babilonia, vino a Jerusalén.

13 Incendió la Casa de Yahveh y la casa del rey y todas las casas de
Jerusalén.

14 Todas las tropas caldeas que había con el jefe de la guardia
demolieron las murallas que rodeaban a Jerusalén.

15 Cuanto (a una parte de los pobres del país) al resto del pueblo que
quedaba en la ciudad, los desertores que se habían pasado al rey de
Babilonia y el resto de los artesanos, Nebuzaradán, jefe de la guardia, los
deportó,

16 Nebuzaradán el jefe de la guardia, dejó algunos de entre la gente
pobre como viñadores y labradores.

17 Los caldeos rompieron las columnas de bronce que había en la
Casa de Yahveh, las basas, el Mar de bronce de la Casa de Yahveh, y se
llevaron todo el bronce a Babilonia.

18 Tomaron también los ceniceros, las paletas, los cuchillos, los
acetres, las cucharas y todos los utensilios de bronce de que se servían.

19 El jefe de la guardia tomó las vasijas, los incensarios y los
aspersorios, los ceniceros, los candeleros, las cucharas y las tazas,
cuanto
había de oro y plata.

20 Cuanto a las dos columnas, el Mar, los doce bueyes de bronce que
estaban bajo el Mar y las basas que Salomón había hecho para la Casa de
Yahveh, no se pudo calcular el peso de bronce de todos aquellos objetos.

21 La altura de una columna era de dieciocho codos, un hilo de doce
codos medía su perímetro; su grosor era de cuatro dedos y era hueca
por
dentro,

22 y encima tenía un capitel de bronce; la altura del capitel era
de
cinco codos; había un trenzado y granadas en torno al capitel, todo
de
bronce. Lo mismo para la segunda columna.

23 Había noventa y seis granadas que pendían a los lados. En total
había cien granadas rodeando el trenzado.

24 El jefe de la guardia tomó preso a Seraías, primer sacerdote, y a
Sefanías, segundo sacerdote, y a los tres encargados del umbral.

25 Tomó a un eunuco de la ciudad, que era inspector de los hombres
de guerra, siete hombres de los cortesanos del rey, que se encontraban en la
ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado del
alistamiento del
pueblo de la tierra y sesenta hombres de la tierra que se hallaban
en la
ciudad.

26 Nebuzaradán, jefe de la guardia, los tomó y los llevó a Riblá,
donde el rey de Babilonia,

27 y el rey de Babilonia los hirió haciéndoles morir en Riblá, en
el
país de Jamat. Así fue deportado Judá, lejos de su tierra.

28 Este es el número de los deportados por Nabucodonosor. El año
séptimo: 3.023 de Judá;


29 el año dieciocho de Nabucodonosor fueron llevadas de Jerusalén
832 personas;

30 el año veintitrés de Nabucodonosor, Nebuzaradán, jefe de la
guardia, deportó a 745 de Judá. En total: 4.600 personas.

31 En el año treinta y seis de la deportación de Joaquín, rey de Judá,
en el mes doce, el veinticinco del mes, Evil Merodak, rey de Babilonia, hizo
gracia en el año en que comenzó a reinar, a Joaquín, rey de Judá, y lo sacó
de la cárcel.

32 Le habló con benevolencia y le dio un asiento superior al asiento de
los reyes que estaban con él en Babilonia.

33 Joaquín se quitó sus vestidos de prisión y comió siempre en la
mesa del rey, todos los días de su vida.

34 Le fue dado constantemente su sustento de parte del rey de
Babilonia, día tras día, hasta el día de su muerte, todos los días de su vida.