4 Porque así dice Yahveh a la casa de Israel: ¡Buscadme a mí y
viviréis!
5 Pero no busquéis a Betel, no vayáis a Guilgal ni paséis a Berseba,
porque Guilgal será deportada sin remedio, y Betel será reducida a la nada.
6 ¡Buscad a Yahveh y viviréis, no sea que caiga él como fuego sobre
la casa de José, y devore a Betel sin que haya quien apague!
7 ¡Ay de los que cambian en ajenjo el juicio y tiran por tierra la
justicia,
8 El hace las Pléyades y Orión, trueca en mañana las sombras, y hace
oscurecer el día en noche. El llama a las aguas del mar, y sobre la haz de la
tierra las derrama, Yahveh es su nombre;
9 él desencadena ruina sobre el fuerte y sobre la ciudadela viene la
devastación.
10 Detestan al censor en la Puerta y aborrecen al que habla con
sinceridad!
11 Pues bien, ya que vosotros pisoteáis al débil, y cobráis de él tributo
de grano, casas de sillares habéis construido, pero no las habitaréis; viñas
selectas habéis plantado, pero no beberéis su vino.
12 ¡Pues yo sé que son muchas vuestras rebeldías y graves vuestros
pecados, opresores del justo, que aceptáis soborno y atropelláis a los pobres
en la Puerta!
13 Por eso el hombre sensato calla en esta hora, que es hora de
infortunio.
14 Buscad el bien, no el mal, para que viváis, y que así sea con
vosotros Yahveh Sebaot, tal como decís.
15 Aborreced el mal, amad el bien, implantad el juicio en la Puerta;
quizá Yahveh Sebaot tenga piedad del Resto de José.