17 que en una hora ha sido arruinada tanta riqueza!» Todos los
capitanes, oficiales de barco y los marineros, y cuantos se ocupan en
trabajos del mar, se quedaron a distancia
18 y gritaban al ver la humareda de sus llamas: «¿Quién como la Gran
Ciudad?»
19 Y echando polvo sobre sus cabezas, gritaban llorando y
lamentándose: «¡Ay, ay, la Gran Ciudad, con cuya opulencia se
enriquecieron cuantos tenían las naves en el mar; que en una hora ha sido
asolada!»
20 Alégrate por ella, cielo, y vosotros, los santos, los apóstoles y los
profetas, porque al condenarla a ella, Dios ha juzgado vuestra causa.
21 Un Ángel poderoso alzó entonces una piedra, como una gran rueda
de molino, y la arrojó al mar diciendo: «Así, de golpe, será
arrojada
Babilonia, la Gran Ciudad, y no aparecerá ya más...»
22 Y la música de los citaristas y cantores, de los flautistas y
trompetas, no se oirá más en ti; artífice de arte alguna no se hallará más en
ti; = la voz de la rueda de molino = no se oirá más en ti;
23 = La luz de la lámpara = no lucirá más en ti; = la voz del novio y
de la novia = no se oirá más en ti. Porque tus mercaderes eran los magnates
de la tierra, porque con tus hechicerías se extraviaron todas las naciones;
24 y en ella fue hallada la sangre de los profetas y de los santos y de
todos los degollados de la tierra.