4 Luego oí otra voz que decía desde el cielo: «Salid de ella, pueblo
mío, no sea que os hagáis cómplices de sus pecados y os alcancen
sus
plagas.
5 Porque sus pecados = se han amontonado hasta el cielo = y Dios se
ha acordado de sus iniquidades.
6 = Dadle como ella ha dado, = dobladle la medida conforme a sus
obras, en la copa que ella preparó preparadle el doble.
7 En proporción a su jactancia y a su lujo, dadle tormentos y llantos.
Pues = dice en su corazón: Estoy sentada como reina, y no soy viuda = y no
he de conocer el llanto...
8 Por eso, = en un solo día = llegarán sus plagas: peste, llanto y
hambre, y será consumida por el fuego. Porque poderoso es el Señor Dios
que la ha condenado.»
9 Llorarán, harán duelo por ella los reyes de la tierra, los que con ella
fornicaron y se dieron al lujo, cuando vean la humareda de sus llamas;
10 se quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio, y dirán:
«¡Ay, ay, la Gran Ciudad! ¡Babilonia, ciudad poderosa, que en una hora ha
llegado tu juicio!»
11 Lloran y se lamentan por ella los mercaderes de la tierra, porque
nadie compra ya sus cargamentos:
12 cargamentos de oro y plata, piedras preciosas y perlas, lino y
púrpura, seda y escarlata, toda clase de maderas olorosas y toda clase de
objetos de marfil, toda clase de objetos de madera preciosa, de bronce, de
hierro y de mármol;
13 cinamomo, amomo, perfumes, mirra, incienso, vino, aceite, harina,
trigo, bestias de carga, ovejas, caballos y carros; esclavos y
mercancía
humana.
14 Y los frutos en sazón que codiciaba tu alma, se han alejado de ti; y
toda magnificencia y esplendor se han terminado para ti, y nunca
jamás
aparecerán.
15 Los mercaderes de estas cosas, los que a costa de ella se habían
enriquecido, se quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio, llorando
y lamentándose:
16 «¡Ay, ay, la Gran Ciudad, vestida de lino, púrpura y escarlata,
resplandeciente de oro, piedras preciosas y perlas,
17 que en una hora ha sido arruinada tanta riqueza!» Todos los
capitanes, oficiales de barco y los marineros, y cuantos se ocupan en
trabajos del mar, se quedaron a distancia
18 y gritaban al ver la humareda de sus llamas: «¿Quién como la Gran
Ciudad?»
19 Y echando polvo sobre sus cabezas, gritaban llorando y
lamentándose: «¡Ay, ay, la Gran Ciudad, con cuya opulencia se
enriquecieron cuantos tenían las naves en el mar; que en una hora ha sido
asolada!»
20 Alégrate por ella, cielo, y vosotros, los santos, los apóstoles y los
profetas, porque al condenarla a ella, Dios ha juzgado vuestra causa.
21 Un Ángel poderoso alzó entonces una piedra, como una gran rueda
de molino, y la arrojó al mar diciendo: «Así, de golpe, será
arrojada
Babilonia, la Gran Ciudad, y no aparecerá ya más...»
22 Y la música de los citaristas y cantores, de los flautistas y
trompetas, no se oirá más en ti; artífice de arte alguna no se hallará más en
ti; = la voz de la rueda de molino = no se oirá más en ti;
23 = La luz de la lámpara = no lucirá más en ti; = la voz del novio y
de la novia = no se oirá más en ti. Porque tus mercaderes eran los magnates
de la tierra, porque con tus hechicerías se extraviaron todas las naciones;
24 y en ella fue hallada la sangre de los profetas y de los santos y de
todos los degollados de la tierra.