11 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las
Iglesias: el
vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda.
12 Al Ángel de la Iglesia de Pérgamo escribe: Esto dice el que tiene la
espada aguda de dos filos.
13 Sé dónde vives: donde está el trono de Satanás. Eres fiel a mi
nombre y no has renegado de mi fe, ni siquiera en los días de Antipas, mi
testigo fiel, que fue muerto entre vosotros, ahí donde habita Satanás.
14 Pero tengo alguna cosa contra ti: mantienes ahí algunos que
sostienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balaq a poner tropiezos a
los hijos de Israel para que comieran carnes inmoladas a los ídolos
y
fornicaran.
15 Así tú también mantienes algunos que sostienen la doctrina de los
nicolaítas.
16 Arrepiéntete, pues; si no, iré pronto donde ti y lucharé contra ésos
con la espada de mi boca.
17 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las
Iglesias: al
vencedor le daré maná escondido; y le daré también una piedrecita blanca,
y, grabado en la piedrecita, = un nombre nuevo = que nadie conoce, sino el
que lo recibe.
18 Escribe al Ángel de la Iglesia de Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios,
cuyos ojos son como llama de fuego y cuyos pies parecen de metal
precioso.
19 Conozco tu conducta: tu caridad, tu fe, tu espíritu de servicio,
tu
paciencia; tus obras últimas sobrepujan a las primeras.
20 Pero tengo contra ti que toleras a Jezabel, esa mujer que se llama
profetisa y está enseñando y engañando a mis siervos para que forniquen y
coman carne inmolada a los ídolos.
21 Le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no
quiere
arrepentirse de su fornicación.
22 Mira, a ella voy a arrojarla al lecho del dolor, y a los que adulteran
con ella, a una gran tribulación, si no se arrepienten de sus obras.
23 Y a sus hijos, los voy a herir de muerte: así sabrán todas las
Iglesias que yo soy = el que sondea los riñones y los corazones, = y yo os =
daré a cada uno según vuestras obras. =
24 Pero a vosotros, a los demás de Tiatira, que no compartís esa
doctrina, que no conocéis «las profundidades de Satanás», como ellos
dicen, os digo: No os impongo ninguna otra carga;
25 sólo que mantengáis firmemente hasta mi vuelta lo que ya tenéis.