2 Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues
no he encontrado tus obras llenas a los ojos de mi Dios.
3 Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi Palabra: guárdala
y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás
a qué hora vendré sobre ti.
4 Tienes no obstante en Sardes unos pocos que no han manchado sus
vestidos. Ellos andarán conmigo vestidos de blanco; porque lo merecen.
5 El vencedor será así revestido de blancas vestiduras y no borraré su
nombre del libro de la vida, sino que me declararé por él delante
de mi
Padre y de sus Ángeles.
6 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
7 Al Ángel de la Iglesia de Filadelfia escribe: Esto dice el Santo,
el
Veraz, el que = tiene la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar; si él
cierra, nadie puede abrir. =
8 Conozco tu conducta: mira que he abierto ante ti una puerta que
nadie puede cerrar, porque, aunque tienes poco poder, has guardado mi
Palabra y no has renegado de mi nombre.
9 Mira que te voy a entregar algunos de la Sinagoga de Satanás, de los
que se proclaman judíos y no lo son, sino que mienten; yo haré que = vayan
a postrarse delante de tus pies, = para que sepan = que yo te he amado. =
10 Ya que has guardado mi recomendación de ser paciente, también
yo te guardaré de la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero
para probar a los habitantes de la tierra.
11 Vengo pronto; mantén con firmeza lo que tienes, para que nadie te
arrebate tu corona.